Fue siempre superior a Newman en el partido decisivo y lo superó por 22-10, con tries de Díaz Bonilla, Lorenzetti (2) y Gauthier. De esta manera Hindú se transformó en el Tricampeón del rugby porteño. En la clase de Hindú se encuentran la mayoría de las respuestas a los porqué de esta serie exitosa que ayer, con el triunfo por 22 a 10 sobre Newman, desembocó en el tricampeonato en el torneo de la URBA. A su gran categoría apeló cuando las matemáticas ponían en duda su ingreso en las semifinales del Top 14, y con el mismo argumento resolvió una final en la que tenía que confirmar su favoritismo. Una vez más las ideas claras, el estilo aprendido hasta el último detalle y el peso determinante de algunas individualidades desataron la fiesta celeste y amarilla, esta vez en San Isidro.
Hindú fue siempre superior. En el juego de estrategias planteadas de entrada, el primer balance fue favorable al campeón. Porque se fue al descanso con dos conquistas y una diferencia más que provechosa para una final: 10-3. Ese primer tiempo estuvo marcado por las tentaciones de ambos lados. Dentro de los cuidados estratégicos lógicos de todo partido decisivo, de los kicks tácticos y de la búsqueda del error mínimo, por momentos los dos respondieron a su naturaleza de animarse con las manos. Y en esos breves intercambios siempre tuvo ventaja Hindú.
El primer golpe del campeón llegó a los 12 minutos, como rápida respuesta al penal de Santiago Piccaluga que abrió el marcador a los 8 minutos. Y allí también jugó la tentación. García Frugoni no resistió las ganas de jugarse a la intercepción, no pudo arrebatarle la pelota a Manasa Fernández Miranda y el hueco que dejó en la defensa fue aprovechado al máximo por Hernán Senillosa que, con un pase al límite (pareció hacia adelante), habilitó a Francisco Díaz Bonilla para el primer try.
Newman contaba con la firmeza y la ubicación de Pablo Repetto en el fondo y con su reconocida actitud para defender, pero se equivocaba en algunos kicks tácticos y no le alcanzaba con esas bombas arriba para tratar de aprovechar la capacidad aérea de Manuel Contepomi. Aunque la única chance clara del primer tiempo la tuvo el Mellizo, que no llegó a apoyar por poco debajo de los palos, después de un line robado y un interesante movimiento por el eje profundo. Manasa probó estirar la ventaja con dos drops fallidos, pero el segundo impacto de Hindú llegó con otro try, a los 35 minutos. Fue un típico ataque del equipo de Don Torcuato, con varias fases, que buscaban quebrar por diferentes sectores, y cuando por fin logró superioridad numérica, el que llegó al in-goal fue Mariano Lorenzetti.
Aunque la ventaja de la primera etapa marcaba un indicio de lo que era el partido, todo se terminó de dilucidar en los primeros 20 minutos de la parte final.
La fortaleza técnica y física de Hindú se fue haciendo más evidente con el paso de los minutos. Newman no podía dar pelea en el scrum, carecía de pelotas de calidad para hostigar a la defensa rival, y con el monopolio de Hindú, fue cuestión de tiempo para ver resquebrajarse su principal argumento, la defensa. A los 7 minutos, el scrum de Don Torcuato avanzó y permitió el segundo try de Lorenzetti, y esa conquista inauguró un período de descontrol de Newman. No hacía pie y ni siquiera podía conservar el orden para hacer menos traumática la superioridad rival. A los 15, se definió en el marcador lo que ya estaba resuelto en el desarrollo: Juan Ignacio Gauthier se la jugó con el pie y le ganó con las uñas el duelo en el in-goal a Piccaluga. Pudo ser peor para Newman, pero Hindú prefirió bajar el ritmo, asegurar el traslado y esperar el final. Claro que los de Benavídez no estaban dispuestos a despedir una de las mejores temporadas de su historia sin echar el resto. Y eso hicieron. Tomaron aire, empezaron a mover la pelota, y a 7 minutos del final armaron una jugada de toda la cancha para que Tomás Basavilbaso apoyara el testimonio de la enorme dignidad de este joven equipo. Hindú, el gran campeón, merecía un rival así.
9 títulos tiene Hindú desde 1996: cinco veces ganó en la URBA (1996, 98, 2006, 07 y 08) y cuatro el Nacional de clubes (1996, 2001, 03 y 05).
Por Santiago Roccetti
De la Redacción de LA NACION