El mismo día que Inglaterra se enfrento a Tonga en París, en Londres se desarrollo el campeonato Mundial de la Solidaridad y los Sentimientos.
El mismo día que Inglaterra se enfrento a Tonga en París, en Londres se desarrollo el campeonato Mundial de la Solidaridad y los Sentimientos.
Hijos de la pobreza extrema, cientos de chicos de países africanos y europeos se unieron en un encuentro infantil de rugby, el maquillaje perfecto para mostrarles a los niños un contexto diferente e indicarles un camino alternativo.
Es saludable que en Inglaterra, donde el profesionalismo arrasó con la mayoría de los clubes, el espíritu comunitario del deporte se asome desde las escuelas y la sociedad civil.
Miles de hogares ingleses alojaron durante una semana a chicos de Ruanda, India, Camboya, Zambia, Kenya, Moldavia, Rumania y Sudáfrica, quienes participarán de la Copa Touraid, destinado a niños menores de 14 años "de países con contextos desfavorables" y que tuvo su campanazo de largada el 27 del actual.
"Turista por una semana, aprendizaje para toda la vida", es el eslogan de presentación de la iniciativa, promovida por Touraid, una organización de caridad fundada por ex rugbiers y periodistas especializados en la ovalada.
Su propósito es enseñar a través de la experiencia: los niños se hospedarán una semana en la calidez de un hogar inglés y así tal vez les resulte más fácil asimilar las diferentes realidades de sus pueblos.
Además, no jugarán al rugby solamente: tendrán charlas educativas y formativas e intercambiarán información acerca de la variedad cultural.
Si bien los ojos del rugby miran atentos a París, en breve unos pocos le echarán un vistazo a Londres.
Me asombré cuando un periodista inglés me comentó acerca de la Touraid Cup durante el partido inaugural del Mundial. El ruido del Stade de France y el nerviosismo por el debut argentino hicieron que no registrara los datos correctamente.
Asumo mi cuota de responsabilidad. Pero anoche intercambiamos unos e-mails y me puso al día con las últimas novedades: los ex rugbiers Chester Williams y Phil Greening y la jugadora Sue Day serán los padrinos del torneo, y los equipos superprofesionales de la Premiership aceptaron gustosos abrir las puertas de sus sedes para albergar este espectáculo comunitario.
Todos aportan: los sponsors, los clubes, las familias.
Nace un debate: ¿tendrá más valor ver la patada de Jonny Wilkinson en un estadio francés repleto o la sonrisa del niño de Ruanda al recibir una pelota de rugby y una hamburguesa en un campo de juego en Richmond?
La comparación tal vez no sea válida, pero otra vez el deporte demuestra que es uno de los brazos solidarios que más destinatarios alcanza.
Gentileza Nicolás Balinotti