En 2010, Julio Farías llegó a los Pumas a los 32 años y luego de una larga trayectoria amateur y profesional. Cuatro años y medio le bastaron a Marcos Kremer para alcanzar ese pináculo desde que tocó una pelota ovalada por primera vez. El entrerriano sorprendió al ser incluido en la convocatoria de 33 jugadores para disputar el Rugby Championship y aún más cuando fue incluido en el plantel de 26 que está entrenándose aquí, de cara al partido del sábado ante los Springboks.
Convencido por un amigo del colegio, empezó a jugar al rugby a los 14 años en el club Los Espinillos de su Concordia natal. Tras dos temporadas pasó a Salto Grande y un año más tarde, ya con la meta de abocarse a pleno a la ovalada, se mudó a Rosario para jugar en un nivel superior en Plaza e incorporarse al seleccionado juvenil, además de cursar el último año de la secundaria. Inmediatamente después del exitoso tercer puesto en el Mundial de Manchester en junio con los Pumitas (previo paso por Argentina XV), dio un primer zarpazo al sumarse a los Jaguares, con los que jugó los últimos dos partidos del Super Rugby.
“Estoy viviendo un año increíble. No me lo voy a olvidar más”, confiesa Kremer con la brevedad que denota su edad y una seguridad que explica en parte su furioso ascenso. “Trabajé mucho para esto. Se cumplió todo lo que me planteé y estoy disfrutando al máximo. Es un sueño para todo rugbier argentino. Los objetivos iban dándose día a día. Ahora espero ganarme un lugar. Me tengo mucha fe y voy a pelear al máximo por un puesto.”
Kremer sigue los pasos de otros jugadores de este plantel que dieron el salto a los Pumas en el mismo año que jugaron el Mundial juvenil, como ocurrió en 2013 con Pablo Matera, Tomás Lavanini, Santiago Cordero y Guido Petti, con la diferencia de que los dos primeros ya tenían 20 años y a los segundos les faltaban días. Marcos en cambio acaba de cumplir 19 el 30 de julio.
“Con Tomi Lavanini paso bastante tiempo y en un partido con Argentina XV me tocó dormir en el cuarto con Legui [Juan Manuel Leguizamón]”, valora el joven. “Los tomo como ejemplos y voy aprendiendo de todos los detalles que tiene un jugador de este nivel. Si no sos profesional, no podés estar. Trato de tomar todos los consejos que me dan”.
No se conforma con estar: ahora quiere entrar en la cancha cuanto antes, y si es el sábado ante Sudáfrica, mejor. “Las ganas siempre están”, confiesa. “Estoy muy ansioso, pero quedan todavía dos días de entrenamiento. Voy a seguir trabajando y ver si me puedo ganar un puesto.”
Como Farías, Kremer es un tercera línea muy potente que, con medidas de 1,95m y 115kg, encaja en el rol de segunda línea, uno de los puestos con menor recambio. “Me gusta más y me siento más cómodo como ala, pero donde se me precise voy a estar contento de jugar”. A este paso, no falta mucho para que eso ocurra.
Fuente: Diario La Nación
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