El gran clásico CASI-SIC se lleva todas las miradas en la semana previa a su concreción. El líder ya clasificó a semis y tiene menos presión, pero es un encuentro aparte. SIC-CASI, pero además Hindú ante Newman, Belgrano-Alumni y Pucará ante Regatas. Todos con chances de acompañar al CASI, el primer adelantado en avanzar a las semifinales, luego de su contundente demostración ante Champagnat.
Sin menospreciar la importancia del resto de los compromisos, hagamos hincapié en cómo llegan el Atlético y el San Isidro Club, qué tienen y qué les falta, más allá de que el primero ya se aseguró el ticket a la definición del URBA Top 14.
A esta altura, el CASI no sólo es el mejor equipo del segundo tramo del torneo (único invicto en estas 11 fechas) sino que es la más grata sorpresa que ha generado la competencia, porque si bien uno siempre espera que el Atlético sea un equipo de vanguardia, lo que llama la atención es la combinación de efectividad, potencia y sentido estético, un cóctel no muy sencillo de elaborar.
Los forwards están jugando con una confianza terrible. Se sienten ganadores en scrums y lines, pero además en los movimientos posteriores a las formaciones primarias también lucen en alto nivel. Los puntos altos en individualidades siguen siendo el capitán Juan Campero, el octavo Francisco Corbacho, el segunda línea James Stuart y el pilar izquierdo Federico Villagra.
La pareja de medios con Agustín Figuerola y Martín Landajo dan motivos de sobra para deleitarse con su juego. Figuerola deslumbra con sus habilidades para pasar hacia ambos lados (de los medio scrums jóvenes de Buenos Aires es el que mejor pasa la pelota: supera en ese rubro a Bruzzone, Albarracín y Lalanne), pero además ‘Figue’ usa los pies con una maestría envidiable. El combo de virtudes se completa con su velocidad mental y física para estar encima de la jugada y resolver con gran sentido ofensivo.
Landajo es un gran proyecto: no es un apertura natural (su función primitiva es la de medio scrum), pero ha sabido bancarse la responsabilidad del puesto con una personalidad atrevida, y destrezas claro. Buen lanzamiento hacia los backs, habilidad y rapidez son sus mejores argumentos. A su falta de madurez sólo se la combate con partidos y más partidos (no hay otra fórmula).
Entre los backs hay una linda complementación entre la velocidad y el olfato de try de Nicolás Pandelo (junto con Belisario Agulla, de Hindú, lideran con 17 conquistas), la potencia sin freno de Norberto Méndez, los desbordes de Franco Fasano y el ímpetu juvenil de Juan Ignacio Figuerola (fullback) y Nicolás Forestier.
No hay dudas de que el CASI está jugando en gran nivel, porque plantea bien los partidos, pero además, hasta ahora, ha sabido reencauzar las acciones cuando el desarrollo viene más complejo de lo planeado.
El SIC presenta algunas diferencias sustanciales respecto del líder. Es un conjunto más frontal, más pesado que ágil, más previsible, pero con una potencia que es difícil de contrarrestar y que termina inclinando la balanza por desgaste, por demolición.
Lo mejor lo tiene concentrado en su tercera línea Longo, Leonardo y Franzini es la mejor combinación-, en su medio scrum Nicolás Bruzzone (un torito), en sus centros Meyrelles y Soiza (más fortachones que dúctiles) y en el oficio de Federico Serra como full back.
En cuanto al funcionamiento colectivo, paulatinamente fue ajustando detalles de su movimiento. Antes parecía un equipo fracturado y con serios problemas de circulación de pelota. Era imposible que tuvieran cierto volumen de juego por las constantes imprecisiones que había cuando la soltaban hacia fuera. Pero paulatinamente fueron entrando en sintonía fina y, al menos, existe un poco más de armonía en su organización y distribución ofensiva. Igualmente su gran apuesta es el contacto y el rigor físico, con jugadores atléticos y aptos para el combate.
El SIC viene de perder un partido fuera de cálculo (23-20) con Regatas, que le cortó una serie de ocho éxitos en serie (seis por el torneo de la URBA y dos por el Nacional).
Esa derrota fue un toque de atención y un freno para un equipo que venía dando permanentes señales de mejoría, en la medida en que se acercaba la parte más trascendente de la competencia.
Habrá que ver hasta dónde le dolió esa caída, si repercute negativamente o, todo lo contrario, se transforma en un revulsivo para un club que históricamente supo manejar muy bien los tiempos, las presiones y las situaciones que rodean a los grandes acontecimientos. Y este clásico, sin dudas, lo será.
Alejandro Coccia (Espndeportes.com.ar)