El deporte de la ovalada a través de Rugby sin Fronteras tuvo un gesto para unir a los pueblos de Israel y Palestina.
Años de desencuentos, violencia y desesperanza. Días de guerra, el modo de subsistir en la Franja de Gaza. Y en el centro, el deporte, en este caso, el rugby, para la unión de los pueblos, un modo de descubrir el camino hacia la paz, hoy suerte de utopía. A metros de donde cayeron bombas, disparos y pedradas, exactamente en Jerusalén, un grupo de palestinos (autorizados por una gestión del Centro Peres por la paz) y otro de israelíes compartieron seis horas de confraternidad, diversión y una pelota ovalada. Y, sobre todo, le dieron un extraordinario mensaje al mundo.
Acompañados por los voluntarios de Rugby sin Fronteras, jugaron un partido simbólico, en el que el resultado, lógicamente, fue el afecto compartido. Al final, todos juntos, todos unidos, armaron un srcum gigante, con un cartel que rezaba: “Empujamos por la paz”. En cuatro idiomas: hebrero, árabe, inglés y español.
Los días anteriores, los jóvenes de Rugby sin Fronteras fueron sorprendidos por la escalada de violencia; recuperados del impacto, salieron a la cancha para demostrar que un pequeño gesto puede mover montañas. Y lo más llamativo: el encuentro se produjo en medio de una sugestiva llovizna, algo que no suele ocurrir en esta parte del mundo. El deporte extendió la mano…
canchallena.com
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