Sebastián E. Perasso analiza lo que tienen por delante Los Pumas en su viaje a Nueva Zelandia y Australia en lo que será la tercera y cuarta fecha del Rugby Championship.
Con el viaje que emprendieron hacia Oceanía, nuestros Pumas ingresan en la etapa más difícil y trascendente del Rugby Championship. Será una buena oportunidad para confirmar los progresos que ha mostrado el equipo argentino en los dos primeros partidos.
En efecto, los partidos frente a Sudáfrica sirvieron para confirmar que Los Pumas son un rival exigente e incómodo para cualquier equipo del mundo.
Haciendo un pequeño balance, el equipo nacional exhibió muy buenos inicios de juego, mostrando estadísticas casi perfectas en el scrum, line-outs y las salidas. En ese sentido, debe destacarse la labor del hooker mendocino Eugenio Guiñazú, quien le imprimió una mayor solidez y eficacia a ambas formaciones fijas.
En tanto, el equipo mostró buenas destrezas para mantener la pelota en su poder, jugó bien en el contacto y logró ciclos de posesión más extensos que el rival. En defensa, pocas veces se vio superado y exhibió en ese rubro la entereza, unión y fortaleza a la que nos tiene acostumbrados.
El juego con el pie representó el verdadero déficit del equipo, tanto en lo relativo al aspecto técnico como el costado táctico del kick. En esas destrezas deberán trabajar Los Pumas para evitar entregar sistemáticamente la pelota al contrario.
Volviendo al desafío inmediato, en esta ocasión el equipo nacional encontrará un terreno diferente en el que se agregarán otras dificultades. Deberá lidiar con un rugby más dinámico y de mayor continuidad que el sudafricano. El dinamismo de los neozelandeses y la técnica e imprevisibilidad de los australianos le agregarán nuevos escollos a nuestros Pumas.
El partido frente a los All Blacks del próximo sábado representa – a priori – el bastión más engorroso para nuestro equipo. Los hombres de negro nunca han caído derrotados frente a Los Pumas y han exhibido en este comienzo del Rugby Championship un juego brillante, completo y sin fisuras. Un conjunto poderoso en todas sus líneas que no presenta flaquezas ni defectos aparentes.
Pero frente a ese sombrío panorama Los Pumas cuentan con una virtud, porque a esta altura posiblemente a todos nos embargue una misma certeza. Nuestros Pumas hacen jugar mal al contrario. Su fanatismo por defender, el hecho de mostrarse siempre fuertes incluso ante la adversidad y el no darse nunca por vencidos generan escenarios en los cuales el contrario termina muchas veces aturdido, confundido y muy lejos de su rendimiento ideal.
De todas formas debemos ser prudentes y por sobre todo realistas. Frente a tamaño desafío cualquier escenario es posible: una victoria épica, un empate o incluso una derrota abultada y dolorosa.
No obstante, nuestra evaluación no debería ser resultadista. Estamos en el comienzo de una aventura fascinante, de un largo y arduo camino. Si el equipo logra exhibir progresos y muestra un crecimiento sostenido en su juego, ello debería representar la mejor victoria. En rigor, si el progreso rugbístico nos acompaña, las derrotas deportivas no deberían ser tales.
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