La Copa William Webb Ellis, está en nuestro país. Conoce un poco de historia del trofeo más deseado por los seleccionados nacionales. El último en levantarla fue Sudáfrica.
-¿Qué es usted? ¿Una copa o un trofeo?
-Diría que soy el objeto del deseo de todos los seleccionados de rugby del mundo, y como tal me llena de orgullo que todos me quieran tocar. En ese sentido soy muy femenina, admirada y deseada por hombres. Pero mi nombre verdadero es William Webb Ellis Cup. Se me complica encontrar mi verdadera identidad ya que soy copa y soy trofeo con nombre de varón. En realidad, si se fija, tengo grabado Webb Ellis Cup.
-¿Qué nos puede contar de sus comienzos?
-Nací en 1906 en la joyería Garrads, de Londres. Soy una copia de una copa creada en 1730 por el joyero francés Paul de Lamerie.
-¿De qué está hecha?
-Soy de plata, con una recubierta de oro. Mido unos 50 centí-metros de alto y peso unos dos kilos, aunque no me gusta hablar de mi peso. Soy coqueta.
-De ser una copa decorativa a ser puesta en juego en los mundiales, ¿cómo llega al rugby?
-Fue puramente una cuestión de destino. Después de recorrer distintas casas victorianas en Londres y la campiña inglesa, en 1987 mis dueños decidieron venderme nuevamente a Garrads. El mismo día que regreso al local, quienes organizaban el primero de los mundiales fueron en busca de un trofeo. John Kendall-Carpenter, entonces presidente de Rugby World Cup, y el secretario Honorario del International Rugby Football Board, Bob Weighill, me eligieron. Me hicieron un par de inscripciones, me armaron una cómoda base de madera y viajé a Nueva Zelanda.
-Y empezó el Mundial.¿Usted tenía un favorito?
-En realidad tengo que mantenerme al margen. Si bien hay quienes dicen que manejo algunos referatos, que tengo intereses creados no tengo nada que ver. Pero en ese primer Mundial no quedaban dudas de que me iba a quedar en Nueva Zelanda por varios años. ¡Qué ironía que recién vuelvo ahora! Aquel Mundial fue casi romántico. Pequeño, poco difundido, con la alegría de lo novedoso. En el vestuario me llenaron de cerveza e hicieron el Haka; fue emocionante.
-¿Me parece a mí o en esa época no había muchas copas?
-Mire, por entonces casi no se jugaban copas. Estaba la Currie Cup en Sudáfrica y la Calcuta Cup durante el Cinco Naciones, pero no mucho más. La Heineken Cup, el Cinco Naciones (después Seis), el Súper Rugby y varias otras copas y competencias no estaban. Quizás marqué tendencia. Otra cosa que generé fue, en cierta manera, el nacimiento del profesionalismo.
-¿Por qué?
-Sencillo. Al ser aquel primer Mundial un éxito -no en plata, pero sí en difusión- todos los equipos nacionales apuntaron a quererme para ellos. Se mejoró la preparación de los seleccionados para los mundiales y se afianzó la necesidad del profesionalismo que llegaría en 1995. Había plata dando vueltas antes de que apareciera pero debajo de la mesa.
-Cuéntenos del Mundial 1991.
-Por cómo venían, parecía que repetían los All Blacks. Pero en la semifinal en Dublín ganaron los Wallabies. Inglaterra le ganó a Escocia en la otra semifinal. Estaba la posibilidad de quedarme en casa unos añitos pero ganaron los Wallabies y me tomé el avión a Sydney donde me esperaba una recepción impresionante. Hubiera preferido quedarme en Londres, pero la Reina Isabel, mi Reina, me entregó a Nick Farr-Jones. La cantidad de litros de cerveza que se tomaron dentro de mí fue casi un récord. En Australia fue impresionante cómo me trataron. Dejé de llamarme William Webb Ellis y me empezaron a llamar “Bill” , de ahí lo que decía al principio.
-¿De ahí a Sudáfrica?
-Sí. Era la primera vez que se hacía algo de tanta magnitud en un país que venía de varios años de una asquerosa política racial por lo que fui con cierto miedo. Nos equivocamos todos los que dudábamos, porque fue un Mundial bárbaro. Con un clima impresionante y donde apareció Jonah Lomu. Nuevamente pensé que me iba para Nueva Zelanda, pero el día de la final con los Springboks me pareció ver a los All Blacks un poco enfermos. Igual, fue el Mundial de Nelson Mandela. ¡Qué personaje! Hasta fue justo que me entregara a Francois Pienaar, ya que el Presidente estaba usando la misma camiseta 6 del capitán de los Spring-boks. Esa es una foto que tengo guardada.
-Regreso a Europa en el 99. ¿Qué recuerda de ese Mundial?
-Mucho. Me acuerdo que como el estadio estaba en obra, me llevaban cada tanto para sacar las fotos de la obra. Nuevamente estuve con la Reina que le entregó la copa, de nuevo, a los australianos. Aquel Mundial fue muy importante para los argentinos. No creo que estuvieran cerca de ganarme, pero terminaron quintos y estuve en el partido inaugural que jugaron con el local. Y el apertura Gonzalo Quesada se llevó el botín de oro (primo hermano mío) como goleador.
-Luego Australia por cuatro años.
-No me puedo quejar, volví a Sydney, donde conviví con otros trofeos ya que los australianos ganaron todo durante esos años así que no estuve muy sola. A pesar de la buena atención, me quería volver, quería que ganara Inglaterra la final del Mundial. Y por suerte estuvo Jonny Wilkinson, porque sino ¡me quedaba a vivir en la tierra de los canguros!
-Dicen que fue impresionante el regreso a Londres.
-¡In-cre-i-ble! Llegamos a eso de las 5 de la mañana y el aero-puerto estaba desbordado. Después fuimos a lo de la Reina, ya a esta altura una amiga, a tomar el té y dimos una recorrida por Londres, donde dicen que más de un millón de personas vieron ese “parade.” Las manos de Martin Johnson me apretaron bien fuerte, pero soy pura plata, ¡no me doblo ni me quiebro!
-Después Buenos Aires…
-Sí, el International Rugby Board me lleva por el mundo a los partidos que son claves para los mundiales. El primero de la clasificación y cada vez que se define un clasificado. Aquella vez, en el CASI, Los Pumas clasificaron al Mundial ganándole a Uruguay. Pero no estuvo bien armada la visita y pocos me vieron. ¿Quién hubiera dicho esa noche que Los Pumas tendrían el Mundial que tuvieron el año siguiente? Se notaba una fea tensión entre jugadores y dirigentes pero meses después los vi jugar muchas veces en el Mundial en Francia y quedaron cerca. Hubiera estado bueno que fueran campeones. Igual, Sudáfrica fue el mejor.
-Y su vuelta al país se debe a…
-Estoy en una gira promocional con la cerveza Heineken. Estuve en Buenos Aires con vips y periodistas y viajaré a Córdoba y Rosario para encontrarme con los fans que votaron para verme. Un lindo viaje, aunque por las medidas de seguridad que hay, cuando no estoy en público (y con guardias de seguridad dando vueltas), me guardan en una caja y me meten en una bóveda. No puedo hacer turismo por las mías… Pero se acerca el Mundial y no puedo esperar a que empiece. Volver al lugar de la génesis es muy lindo. Veré si me quedo en Nueva Zelanda unos años. En realidad, en los anteriores seis mundiales pensé que me mudaría allá. Nunca se sabe… ¡nunca!
Por Frankie Deges
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