Semifinales en puerta en el torneo de la URBA y dos ideas básicas antes de desentrañar fortalezas y debilidades de los protagonistas. Primera: están los que debían estar, por cuanto el CASI, Hindú, Newman y el SIC fueron los de mejor rendimiento. Semifinales en puerta en el torneo de la URBA y dos ideas básicas antes de desentrañar fortalezas y debilidades de los protagonistas. Primera: están los que debían estar, por cuanto el CASI, Hindú, Newman y el SIC fueron los de mejor rendimiento a lo largo del año y muy merecidamente desde este viernes estarán pulseando por el título.
Segunda idea: ninguno de los cuatro asoma como el candidato de fierro y, por lo tanto, será un desenlace abierto a cualquier situación. Empecemos, pues, por los actores de esta atrapante función que tendrá como escenario al CASI.
NEWMAN:
A simple vista parece el más débil, el "colado" en este póker. Del resto de los semifinalistas cabía esperar que llegaran tan lejos, pero del equipo bordó no había tantos que auguraran semejante suceso. Y lo construyeron con algunos puntos muy sólidos, como su actitud y organización defensiva, además del mejoramiento integral de sus forwards. La evolución en esos aspectos se agregó al ADN de Newman: habilidad, precisión y velocidad en la circulación de hombres y de pelota.
Tuvo otro elemento a favor en esta notable campaña (una de las mejores de la historia del club): no soportó muchos cambios en su formación, las lesiones lo dejaron en paz en buena parte del campeonato y así pudo lograr química y homogeneidad.
También aprovechó el crecimiento rugbístico de jugadores como el pilar Moreno, los segundas líneas Urtubey y Mihura, además de Santiago Piccaluga, pieza vital en el movimiento de los backs, tanto o más que el electrizante Agustín Gosio o que el experimentado Manuel Contepomi. ¿Por qué? Piccaluga no sólo es la descarga para atacar con el pie (kick poderoso), sino que es el que, a partir de su tamaño y potencia, generalmente gana las espaldas de sus marcadores y lanza habilitaciones desde esa circunstancia ventajosa.
Newman el puede ganar al SIC y ya lo hizo este año, en la segunda etapa del certamen, siendo muy aplicado en la obtención y cuidado de la pelota, dando mucha batalla con el pack, pero atacando siempre: con las manos y lejos de las formaciones, o bien con los kicks a las espaldas de los wingers del conjunto de Boulogne.
SIC:
Tuvo un año oscilante, pero se armó muy bien en los últimos tres meses, sobre la base de forwards dominantes en el contacto, una tercera línea que es su mejor plataforma de ataque (excelente complementación entre Leonardi, Longo y Franzini), un medio scrum como Bruzzone que sabe cómo sacarle el jugo a esa virtud de sus delanteros, dos centros muy cumplidores en defensa (Soiza y Meyrelles) y más agresivos que hábiles en ataque, más la categoría atrás de Federico Serra. Si vuelve, como se estima, Lucio López Fleming (recuperado de una lesión), el SIC ganará en vocación y variantes ofensivas, porque el polifuncional salteño no se queda quieto, busca juego y sabe explotar muy bien los espacios.
En el aspecto psicológico, el San Isidro Club sabe jugar en instancias decisivas, tiene oficio y paciencia para llevar el partido al terreno que más le conviene. Aunque deberá ser más disciplinado, pues suele caer en la tentación de cometer penales (aunque no siempre se los cobran), generalmente en circunstancias en que sus adversarios lo atacan con ritmo e insistencia.
CASI:
Ha tenido un año excepcional, incluso por encima de las expectativas primitivas. Jugó bien y ganó mucho. Con la confianza por las nubes, mostró versatilidad para moverse por adentro y por fuera, con intérpretes en altísimo nivel. Agustín Figuerola, Norberto Méndez y Nicolás Pandelo fueron determinantes, en una estructura de alta prestación, comandada por Juan Campero, Pablo Gambarini, Federico Villagra y James Stuart, los más experimentados. Y en esta inolvidable temporada aparecieron chicos como Martín Landajo, Nicolás Forestier y Paquito Corbacho, que le aportaron frescura y efectividad. Sabe que ahora viene la etapa más compleja, deberá saber convivir con la ansiedad y la presión que siempre tienen los clubes con historia (el CASI es el que más títulos ganó, con 33 celebraciones), a la que se agregó la euforia que despertó su producción en este torneo.
No la tendrá nada fácil ante Hindú en semis por lo que significa enfrentar al último bicampeón y porque sus jugadores, acaso inconscientemente, saben que el campañón que realizaron puede no tener la recompensa de la coronación. Y, por último, un dato no menor: en estos partidos, en lo que todo debe funcionar a full, el CASI no tiene en Figuerola a un pateador altamente confiable, por más que haya terminado como goleador del URBA Topa 14.
HINDÚ:
Deliberadamente dejamos al equipo de Torcuato para el final. Porque fue el que sobrellevó los vaivenes más abruptos en el año. De equipo imbatible (en la primera parte del 2008) pasó a ser un conjunto ordinario, que perdió más partidos de los uno podía imaginarse (no casualmente cuando lo afectó una plaga de lesiones), pero que recompuso el paso en el momento indicado para meterse de nuevo en una definición.
Ya recuperó a casi todos los lastimados y se presume que para el sábado, ante el CASI, ya podrá contar con el "autor intelectual" de todos estos años de alegrías: Nicolás Fernández Miranda.
La gran incógnita que rodea al bicampeón es saber si perdió o no su apetito de gloria. Y los indicios de los últimos partidos, en los que debió luchar y ganar para clasificarse, sugieren que esa voracidad de conquista está latente. Y además van por la revancha ante su rival más enconado de la última década, el que lo dejó afuera de la final del 2005 (try agónico de Gambarini), cuando Hindú había sido el club de mejor rendimiento en la etapa regular, tal como ahora lo fue el CASI.
Por Alejandro Coccia (espndeportes.com.ar)