Me acuerdo que fue el día que en Buenos Aires nevó porque llamé a mi hijo para contarle la buena noticia y él estaba feliz por la nieve, recuerda sentado bajo la poca sombra que hay en el estadio de Tlaquepaque el veterano dirigente argentino Carlos Tozzi.
Aquel 9 de julio de 2007, mientras en Buenos Aires nevaba por primera vez en más de cincuenta años, Tozzi había conseguido para el rugby continental un lugar en los Juegos Panamericanos. Había recibido una llamada del IRB, de quien era dirigente en aquel entonces, pidiéndole que se tome un avión el día siguiente y trate de convencer a Mario Vázquez Raña, el hombre fuerte del Olimpismo en las Américas, y al plenario de la Organización Deportiva Panamericana, de que el rugby merecía un lugar en la fiesta deportiva del continente.
Fue finalmente por aclamación; un gran día, sonríe mientras ve a ocho equipos nacionales jugar al seven en los Juegos Panamericanos. El Tigre Tozzi fue una pieza dentro de un engranaje que había iniciado el desaparecido dirigente galésVernon Pugh, que mucho hizo por poner al rugby en los Juegos Olímpicos.
El ingreso a éstos, repetía Pugh, generaría no sólo un interés descomunal por el deporte ovalado pero también liberaría fondos estatales y olímpicos en un deporte que sólo tiene a Rugby World Cup como principal motor de financiación del desarrollo mundial.
Pugh, fallecido en 2003, no pudo ver su obra después de no ser aceptado en 2005. El rugby aprendió la lección y se preparó de gran manera para que en 2009, con Agustín Pichot como uno de los oradores, consiguiera el guiño positivo del mundo olímpico.
La aprobación Panamericana ya había abierto una puerta clave y el mexicano Vázquez Raña, de buena relación con Tozzi y con un nieto rugbier en México DF, daba un importante apoyo.
El rugby ya se jugaba en los Juegos de la Mancomunidad (Commonwealth) y los Juegos Asiáticos. Ahora América también abraza al rugby.
Fue muy importante para nosotros que el rugby haya sido el último deporte de medalla y que durante una hora y media, en el último día de los dieciséis que duraron los Juegos, la televisión sólo haya tenido rugby, se relamía Beth Coalter, gerenta de Sevens para el IRB. No fue un torneo más. Bernard Lapasset, el presidente del IRB, viajó desde Nueva Zelanda donde el domingo había entregado la copa a los All Blacks y el lunes había participado de la Cena Anual del IRB, vía París a cambiar la ropa, a Guadalajara.
No sé que día es y mucho menos la hora, pero qué alegría poder ver rugby en los Juegos Panamericanos, repetía en su casi perfecto español. Jaqueado por varios de los países más importantes que buscan un cambio en la dirección del IRB, Lapasset reconoció desde un primer momento la importancia de estar en los juegos multideportivos como los Panamericanos.
Es clave para el desarrollo del rugby en todos los países del mundo estar en la familia olímpica. Ya estamos viendo un renovado interés de las organizaciones deportivas en los distintos países. El rugby es uno solo, no hay que pensar en el seven como un deporte distinto; ambos se retroalimentan.
Lapasset, muy querido por el rugby argentino, se reunió con Vázquez Raña y también entregó las medallas de bronce a Estados Unidos, de plata a Argentina y de oro a Canadá. Vaya si valió la pena venir, se despidió, soñando con una reelección que muy bien la hará al rugby internacional.
El rugby en el movimiento panamericano y olímpico ya abría puertas antes cerradas para el rugby argentino. El Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo ya ayuda en la preparación del equipo que conduce Nicolás Fernández Lobbe. La medalla dorada hubiera sido una excelente señal. Quedó a dos puntos. El apoyo seguirá ya que el Secretario de Deportes de la Nación, Claudio Moressi, junto a Daniel Jacubovich, tesorero del ENARD, estuvieron en Tlaquepaque viendo jugar al conjunto argentino.
Allí, Moressi entabló un breve diálogo con Lapasset, quien le confirmó el interés del IRB para que en la Argentina se haga un seven del circuito HSBC World Sevens Series a partir de octubre de 2012.
Hubo solamente rugby de varones en estos Panamericanos de Guadalajara. Faltaron las mujeres que estarán en cuatro años en Toronto. La Unión Canadiense sabe que la medalla dorada le generará recursos frescos. Sus mujeres, candidatas a una medalla dorada cuando el rugby debute en seven en los Juegos Olímpicos del 2016 en Río de Janeiro -según estima el Comité Olímpico Canadiense- ya reciben un millón de dólares anuales. Veintidós varones canadienses reciben fondos del estado para prepararse para el alto rendimiento. Llevaron ocho mundialistas a México y ganaron la medalla.
Generar jugadores para los seleccionados de quince es uno de los objetivos del plan de seven, dice Nico Fernández Lobbe. Del plantel de 30 que habíamos enviado a los organizadores de los Juegos a principio de año, unos doce no pudimos tenerlos. Unos cuatro o cinco más habrán jugado quizás su último torneo de seven por pasar a Los Pampas XV.
Nuestro deporte evoluciona a pasos agigantados, tanto en quince como en seven. El rugby argentino deberá considerar seguir el modelo de otros países de elite en los que el jugador de seven tiene una dedicación casi absoluta al rugby reducido. Así, las medallas vendrán.
No fue oro para Argentina, pero el rugby de la región, del continente y del mundo dio un enorme paso este fin de semana bajo el agobiante sol de Jalisco. El rugby en los Panamericanos fue un sueño de algunos que, finalmente, se hizo realidad.
Por: Frankie Deges
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