Al igual que hace doce meses, Hindú se adueñó de la fiesta, en una jornada inolvidable en Caballito, ante 10.000 personas.
Como hace doce meses, la fiesta tuvo otra vez los colores celeste y amarillo de Hindú. La historia, al igual que en todas las finales que disputaron, terminó con celebración para los de Don Torcuato. En 2006 fue en Benavídez; ahora se abrazaron en Caballito a su cuarto título en la historia y el primer bicampeonato, en una de esas tardes que se guardan para siempre.
La tarde en la cancha de Ferro comenzó con un reconocimiento para varios integrantes del staff técnico de la selección nacional, y para dos jugadores del equipo que fue tercero en el Mundial de Francia, Federico Serra y Nicolás Fernández Miranda; otros dos Pumas, Horacio Agulla y Hernán Senillosa, ambos de Hindú, estaban listos para ingresar a jugar.
Dio la impresión de que Ferro quedó un poco grande para la definición del torneo de la URBA, pero de todos modos los 10.000 espectadores que acudieron le pusieron entusiasmo. La gente de Hindú se presentó con el elefante -de fibra de vidrio-, que hacía escuchar sus barritos por los altavoces, y el público de Alumni descargó su artillería con tubos lanzapapeles y la suelta de globos con los colores del club.
La invitada menos deseada era la lluvia… y apareció con todo apenas comenzó el encuentro; el diluvio se extendió durante casi toda la primera mitad. Y obligó a todos a buscar refugio donde se pudiera; los que estaban en la platea techada, en lo más alto; el resto debió correr donde hubiera cualquier techito, incluido el mangrullo de la transmisión televisiva, sometido a una prueba de resistencia.
En medio del aguacero, los pitufos de Hindú -el cuerpo pintado de azul y gorros amarillos-, liderados por Francisco Bosch y Juan Ignacio Gautier, marcaron la diferencia y se hicieron escuchar un poco más. La hinchada de Don Torcuato demostró su malestar con la organizacion con una bandera dedicada a la URBA ("Esto no es fútbol"); quedaba claro que la intención era jugar en otro escenario, más allá de que el trapo sólo fue exhibido durante unos minutos.
El encuentro se consumió en una tarde-noche cargada de tensión. El 9-6 obligó a no empezar la celebración antes de la cuenta y a esperar hasta el último pitazo de Pablo Deluca; en ese tramo crucial fue cuando los hinchas de Alumni dejaron la garganta para darle un último empuje al equipo de Tortuguitas para tratar de dar vuelta el resultado… pero no hubo caso.
Y llegó el final, y la invasión de la cancha, y un festejo con sensación de dèja vu . Hindú se dio el gusto de celebrar con el elefante -el mismo de 2006-, ya convertido en un símbolo de su momento más exitoso. En realidad, la hinchada del campeón había pensado en una jugada mayor, con la propuesta de ingresar al paquidermo con un helicóptero, pero no recibieron permiso de parte de las autoridades del gobierno de la ciudad. Poco importó: igual hubo fiesta a lo grande, en la noche de Caballito, con una vuelta olímpica que se repitió y se hizo carnaval en noviembre, con un Alumni que se resignó a una nueva frustración, en un sábado que no fue uno más para este Hindú que bramó de alegría.
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