Segunda parte de la entrevista que le realizamos a Bautista Segonds, presidente de la fundación Rugby sin Fronteras quien cumplió con el sueño de llevar el rugby a las Islas Malvinas después de cuatro años.
– Dicen que la nueva conducción en la Unión Argentina de Rugby con un hombre del interior como lo es Luis “Cacho” Castillo, va por eso. Por un rugby federal. ¿Qué opinión tenes de que la UAR esté conducida por una persona de Tucumán?
– Es muy bueno lo que ha pasado en cuanto a este tema y más viendo el crecimiento que se está dando en el rugby del interior. Lo importante en todo esto es que la gente del interior tiene una visión más federal pero dejando en claro que en Argentina uno debe tener muy presente que no hay clubes ni grandes ni chicos. Hay clubes que hacen bien las cosas, y hay clubes que hacen muy mal las cosas. Y cuanto a la dirigencia pasa exactamente lo mismo. No tenemos dirigentes ni buenos ni malos en el rugby debemos confiar en nuestros dirigentes. Fui personalmente a la UAR a presentar el partido que íbamos a realizar en las Islas Malvinas, y lamentablemente no nos atendieron, me pasaron directamente con el director de legales, y la sensación que me dejo es como que sienten que nosotros vamos a querer sacarles algo. Nosotros no vamos en busca de los sponsor de la unión, no vamos en busca del coaching, porque ese no es nuestro trabajo sino el de ellos. Ojala Luis Castillo siendo un hombre del interior, tenga una visión más federal y que entienda que no nos podemos pelear porque somos muy pocos.
– ¿Finalmente cómo pudiste ingresar con un grupo de amigos de rugby a jugar en las Islas?
– Al principio no me contestaron ningún mail y si bien lo intentamos de manera interrumpida durante cuatro años, no podíamos entrarles por ningún lado. La verdad es que cuando uno pisa las Malvinas comienza a entender un montón de cosas porque te cae la ficha de la locura que fue todo, de la guerra que hicimos, y la gente de allá es muy cautelosa porque vivir una guerra en su territorio fue algo muy traumático. La isla está llena de campos minados, y uno observa que quedaron muchas secuelas. A partir de ahí nunca fuimos a las islas con un mensaje agresivo o de reproche diciendo las Malvinas son nuestras, etc. Los nativos no creen de que uno pueda ir este territorio de manera noble. Un jugador de fútbol australiano de nombre Steve, quien vive en Malvinas fue nuestro primer contacto y a partir de él muchas cosas cambiaron. Hubo una asamblea que la verdad no entendemos que fue lo que pasó internamente pero nos dieron el “Ok” para viajar pero un par de meses después varios integrantes de este grupo no formaron parte de una nueva asamblea y nos bajaron el pulgar para realizar este partido. Otra vez volver a remar y por suerte pudimos comunicarnos con otra persona que entendió que nosotros íbamos a Malvinas con la única intensión de jugar al rugby y que poco teníamos que ver con una línea política. Nos entendieron y el primer día que organizamos un partido solo se acercó una sola persona de la isla. Después de esto, creemos que muchos de ellos se dieron cuenta de lo que habíamos ido hacer y cuatro días más tarde teníamos a cuarenta chicos al rededor nuestro y nosotros enseñándoles a jugar al rugby. Nos pareció algo espectacular porque sentimos que pudimos sembrar una semilla la cual pronto tendrá sus frutos. Este grupo de estudiantes en el mes de enero fundó el primer club de rugby en las islas. En el tercer tiempo nos dimos cuenta de que el rugby no tiene nada que ver ni con la política ni la religión y que es un deporte que no tiene fronteras de ningún tipo.
– ¿Cómo mentor de todo esto que enseñanza te dejo una vez que llegaste a Ezeiza?
– Todos los días van surgiendo nuevas sensaciones y algo que parecía ser una cosa utópica, se transformó en una realidad. Uno de los chicos en la última cena dijo algo muy sencillo pero real: “Es la primera vez en mi vida que veo que se cumple una utopía”, y sinceramente es así. A partir de ahora siento una enorme felicidad y una gran responsabilidad porque todos aquellos que formamos parte de este grupo nos dimos cuenta que el peor pecado que puede existir es la omisión. Recuerdo que antes de jugar el primer partido, hicimos un minuto de silencio con ex combatientes que se encontraban ahí quienes hicieron la patada inicial. Ellos y nosotros sentimos en ese momento que el verdadero público estaba en el cielo y no al costado de la cancha. Teníamos en claro que estábamos representando a los clubes de Argentina y al rugby del mundo. Sabíamos que cualquier error que hubiéramos cometido, era el rugby el que iba a quedar mal. Había mucha gente que estaba midiéndonos todos el tiempo para ver si cometíamos algún error pero todo salio perfecto. Es más recuerdo que el primer try que se apoyó en las islas lo hizo Santiago Martella quien tiene a su padre enterrado en el cementerio Darwin, y él después de hacer el try, se quedo abrazo a la tierra muchos minutos. Nosotros no lo dudamos ni un momento y fuimos ha abrazarlo para demostrarle todo nuestro apoyo. La verdad que en ese momento uno representa a tantas cosas como la familia, tus amigos, el club, etc., pero pro sobre todo uno representa lo que es la esencia del rugby.
– ¿Te gustó la publicidad que se le dio al viaje al evento en sí o te hubiera gustado que fuera más silencioso todo?
– Antes del evento se filtró la información y se generó mucha polémica al respecto. Al regreso con cada persona que nos sentamos a conversar terminamos emocionados, charlando de esta espectacular experiencia. Lo único negativo es que por esta cuestión en la cual uno piensa de que permanentemente hay competencia por todo y todo el tiempo, el canal del rugby argentino, no pudo cubrir nada porque tiene un asesor deportivo que nos bajo el pulgar, y eso no lo entendemos. El símbolo de nuestra fundación son cuatro scrum empujando para el mismo lado. Nosotros no tenemos rivales todo lo contrario, consideramos que somos un grupo que está empujando desde atrás para que esto se desarrolle correctamente. El periodismo se portó bárbaro con esta utopía cumplida, y por suerte nadie saco de contexto ninguna nota porque entienden que somos gente noble.
Por Martín Quetglas
PARTE I – RUGBY EN LAS ISLAS MALVINAS
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