Víctor Luna, Coordinador de los Programas de Gestión de Uniones Provinciales y también de la Difusión y Desarrollo del Rugby Femenino en el país, cuenta sus experiencias tras recorrerlo de Norte a Sur y Este a Oeste durante años.
En el rugby argentino hay muchas personas con muchísimos kilómetros recorridos en sus espaldas.
Víctor Luna, sin dudas, debe ser del top 5 de los que cumple esa condición. Por su función, que es la Coordinación de los Programas de Gestión de Uniones Provinciales y también la Difusión y Desarrollo del Rugby Femenino en Argentina, no solo recorre todas las uniones, sino que va a los más profundo de ellas.
Con ese conocimiento, asegura “que el rugby llega a los rincones más recónditos, escondidos e impensados del país; no es solo un slogan: es una realidad.”
Con la extensión de territorio argentino resulta a veces, complejo imaginarlo. “Desde La Quiaca – la ciudad más al norte, en el límite con Bolivia – hasta Ushuaia – la ciudad más austral del país – he visto el gran esfuerzo que realizan clubes y grupos de personas para jugar al rugby. Lo que hay que destacar es que todos están dentro del paraguas de las uniones provinciales y, por ende, de la UAR.”
Esas personas están inscriptas, tienen el seguro y la cobertura necesaria para jugar.
“En esas recorridas, veo el esfuerzo importante que hacen personas que han jugado al rugby en algún momento de sus vidas y cómo funcionan como transmisores de valores que contribuyen a hacer del rugby este deporte fabuloso”.
Víctor es un profundo conocedor de una de las realidades más complejas y dificultosas del rugby argentino: las distancias. “Quiero ser muy puntilloso en esto: lejos, muy pero muy lejos, está el rugby de ser un deporte de élite. Podría hablar horas de los clubes del desarrollo, que son aquellos que no participan ni en el primero, ni en el segundo, ni siquiera a veces en el tercer nivel del rugby de las uniones. Son ellos los que muchas veces – o siempre – hacen un esfuerzo impresionante por la escasez de recursos con las que cuentan y por su ubicación geográfica en el interior de las provincias.”
Por ello, no es fácil conectarse con otros clubes. “Competir o jugar un partido es el pináculo de la gloria y resume el esfuerzo que llevan adelante, porque es increíble muchas veces el trabajo que hay detrás de la logística que implica sólo el hecho de movilizarse”, enfatiza Luna.
“Son, en su mayoría, clubes o equipos muy humildes llevados adelante por personas también de escasos recursos económicos, pero con un amor, entrega y esfuerzos incondicionales. Ahí está, se vive y se palpa el rugby en una de sus máximas expresiones”.
Le preguntamos entonces qué es lo que amalgama a esos dirigentes, entrenadores y jugadores en todo el país. Víctor responde “esa misma pregunta me la he hecho cuando he visto a chicos correr detrás de una pelota de rugby, con varios grados bajo cero en una cancha de tierra y piedras, sin ninguna infraestructura que les permita siquiera considerar el ponerse al abrigo si se mojan por la nieve o la lluvia. Evidentemente, este deporte tiene algo que hace que ocurran estas cosas. Lo que transmite el rugby a través de los entrenadores y colaboradores es lo que lo mantiene vivo en lugares recónditos, a veces inhóspitos”.
“Este rugby existe, y existe en función del compromiso de los que lo llevan adelante con una pasión a prueba de todo. Es admirable, emociona y refleja el espíritu de nuestro deporte”, concluye.
Mucho del crecimiento del rugby en el interior de la Argentina profunda, sin dudas, está íntimamente relacionado el crecimiento del rugby femenino. Explica que “es exponencial. Todas las uniones que componen la UAR tienen competencia de rugby femenino. Hay una buena cantidad de clubes que lo albergan. Un dato significativo es que un 7% de jugadores competitivos en Argentina, son mujeres”.
Víctor se entusiasma, porque sabe que el potencial es enorme. “Aspiramos a llegar al 9% en 4 años vista. La UAR ayuda mucho al desarrollo competitivo del femenino, con competencias locales y regionales de clubes, con torneos regionales, el Seven de la República e invirtiendo en el desarrollo femenino juvenil de clubes y selecciones. Eso es muy palpable y es lo que ha permitido entre otras cosas, este crecimiento”.
Faltan aún dar pasos importantes para el desarrollo del rugby femenino.
“¿Qué falta? Falta que los clubes más grandes y tradicionales de los grandes centros urbanos echen por tierra ciertos preconceptos culturales reinantes, y acomoden un tema de infraestructura. Por suerte, de a poco, eso va cambiando.”
“Hoy por hoy, la mayor parte del desarrollo y crecimiento del rugby femenino en Argentina se da – en general – en ciudades más chicas, pero lo que sí es cierto, es que no para de crecer”.
Fuente: sudamerica.rugby