El diario L’Equipe realizó una investigación a fondo; hablan exrugbiers y jugadores en actividad.
esde hace tiempo, el rugby francés, con su prestigioso Top 14, y el inglés, con la Premiership, acaparan la atención de este deporte en Europa. Son los dos torneos más fuertes, dotados de figuras internacionales. Atracción para muchos jugadores que buscan robustecer su camino en el profesionalismo. Algunos han estado allí desde hace décadas e incluso se han radicado luego de participar en las competencias. Otros continúan como entrenadores, tales los casos de Gonzalo Quesada (Stade Français) y Felipe Contepomi (Leinster), por ejemplo, ambos ex aperturas de los Pumas. El rugby del Viejo Continente otorga un estatus especial, de nivel, de competitidad. Muchos de los jugadores, claro, también participan en el tradicional torneo de las Seis Naciones, que anualmente congrega a los seleccionados de Francia, Inglaterra, Irlanda, Gales, Escocia e Italia. Y por ende, protagonistas en la Copa del Mundo.
Por estas horas, y a partir de una investigación del diario L’Equipe, el rugby francés se encuentra shockeado. El título del artículo dice sin anestesia: “Cómo la cocaína está corrompiendo el mundo del rugby”. Y en la bajada, especifica: “Al igual que la sociedad en su conjunto, el consumo de cocaína en el rugby, tanto profesional como amateur, se ha convertido en algo habitual. Esto puede explicarse por la necesidad de relajarse, pero también de absorber los golpes y la dureza del deporte”.
El relato es estremecedor. Un jugador profesional, cuyo nombre se mantiene en reserva, enfatiza en que “nadie se esconde” para consumir. Apunta que ha visto a compañeros de equipo abandonar la pista de baile en una discoteca y enfilar directo a los baños para consumir. Otro jugador agrega que “la cocaína se ha convertido en algo habitual. Cuando empecé, algunos se fumaban sus porritos de cannabis. Pero eso ha sido sustituido por la cocaína”. No tiene por qué inventarlo: va en detrimento de su propia actividad. La oscurece. Le resta credibilidad. Por eso el informe impacta. Causa estragos en el planeta rugby.
De pronto, las estructuras tambalean. Porque si se supone que lo que dicen los jugadores va a ser negado por las autoridades por una cuestión de imagen y de formas, se choca contra la realidad. “Despierta, hace tiempo que está en marcha, desde que el rugby se hizo profesional…”, enfatiza el expresidente de la comisión médica de la Liga Nacional de Rugby (LNR), Bernard Dusfour.
Antecedentes no faltan para entender que el problema no es nuevo. El 27 de febrero de este año, James Maloney, apertura del Lezignan, quien fue estrella del rugby union australiano, dio positivo por cocaína. Está suspendido provisionalmente. Y trae a la memoria los casos del exwing francés Pieter de Villiers, que primero dio positivo por un control sorpresivo, luego anulado por un tecnicismo del procedimiento. Fue en 2002. También pasó con Ali Williams, de Nueva Zelanda. Y con James O’Connor, de Australia, ambos detenidos por posesión de cocaína en febrero de 2017 en los alrededores de un club nocturno de París.
Estamos hablando de las últimas dos décadas por lo menos. Veinte años con la cocaína “dando vueltas”, tal la definición de un exinternacional francés. Era un tema tabú. O lo es. Sólo que ahora algunos eligen contarlo desde el anonimato. No necesariamente son exjugadores. “Realmente tengo la impresión, y esto sólo me concierne a mí, de que en muchos clubes se ha invitado a la cocaína a la fiesta”, dijo Mourad Boudjellal, expresidente del RC Toulon.
Un antiguo campeón de Francia es elocuente en sus conceptos. “Tomé cocaína, ¿y qué? No tengo nada que ocultar. No tiene nada de excepcional. Todo el mundo lo utiliza en el negocio. Algunos jugadores del Top 14, actualmente en actividad, lo hacen”, asegura. “Me gustaría que cualquier tipo medio pudiera ser un día deportista profesional, ganar mucho dinero y estar bajo presión de la mañana a la noche. Es complicado vivir con ello en el día a día. Nadie puede entenderlo hasta que lo ha vivido, hasta que ha tocado y ha sido aplaudido por miles de personas. Cuando tienes que comer bien toda la vida, entrenar, hacer todo lo que te dicen, estar al 800% de la mañana a la noche, los siete días de la semana, en algún momento tienes que salir, divertirte, soltar la presión. Algunas personas dan paseos, otras se drogan. Es lo mismo que cuando estás en la grada y no juegas: recuperas esa adrenalina con la coca”, señala abiertamente.
Ahora bien, confesiones mediante, se supone que los torneos en cuestión deberían ser un festival de controles positivos. Error. Los jugadores saben perfectamente en qué momento cruzar la raya. “Sólo permanece en la orina durante 36 horas, 48 horas como máximo”.
Christian Bagate, que durante años fue responsable de la lucha contra el dopaje en la Federación Francesa de Rugby, acota: “La cocaína sólo permanece en la orina durante un máximo de 48 horas. Los jugadores lo toman al principio de la semana, por ejemplo. Ya no hay rastros de drogas en los días de partido. De hecho, no hemos tenido ni un solo positivo por cocaína en competición, aunque sabemos muy bien que los jugadores la toman”. Según la Agencia Francesa de Lucha contra el Dopaje (AFLD), cada vez son más los jugadores que lo hacen.
Si el tema no trasciende oficialmente desde el lado de los jugadores es por el temor a ser marginados, multados y procesados. El consumo de drogas es un delito en Francia, con una multa de 200 euros. Puede ser acompañada de una pena de prisión de hasta un año.
¿Atenúa el efecto de los golpes?
Claro que no todo es consumo social y para divertirse. También se menciona otro motivo por el que los rugbiers utilizan la cocaína. Uno de los jugadores señaló: “Actúa como antiinflamatorio”. La definición derivó en consultas a especialistas sobre si esto era factible. Jean-Pierre Verdy, director de controles de la AFLD entre 2006 y 2015, dice que “los jugadores consumían la cocaína para aliviar el dolor”. Sin contemplar todos los problemas posteriores que acarrea el consumo. Incluidos, los problemas de seguridad, ya “que el jugador está tan desinhibido y excitado que se vuelve incontrolable”.
El doctor Williams Lowenstein, presidente de SOS Adicciones, aporta su mirada: “Como la cocaína es un neuroexcitante, te permite entrenar más y darlo todo. Sientes los golpes menos inmediatamente. Hay una menor sensibilidad al dolor, asociada a la desinhibición y a la agresividad, lo que permite sentir menos los contactos. En resumen, la cocaína permite soportar las cargas de entrenamiento, reducir el dolor, aumentar la agresividad y la motivación. Es un producto ideal para el dopaje”. Lapidario.
En las charlas con los jugadores surgió el nombre de un campeón francés de la década de 2010. Se decía que cobraba hasta 20.000 euros mensuales. “Se comió todo su dinero en drogas”, apuntan sus colegas. Que marcan que se volvió muy agresivo. Afirman que nunca dio positivo un control.
Jérémy Roubin, secretario general de la organización, admite su preocupación. Asiente cuando se le consulta sobre si han observado un aumento del consumo en los últimos años. Y dice que el crecimiento “se da en el rugby profesional y también en el amateur. Cuando se produce un positivo por esta sustancia en competición, significa que hay un uso regular y constante”. El año pasado, la AFLD recibió siete informes de análisis anormales que contenían cocaína. Cinco jugadores de rugby afectados, entre ellos uno internacional.
“En algunas partes de Francia, después de un partido, es una fiesta de cocaína”, dijo un jugador de la categoría Pro D2. Un controlador de la AFLD contó que se había hecho un cambio de “hábito” para atrapar a los infractores. Antes llegan en el entretiempo y los jugadores, alertados, no llevaban drogas. Ahora arriban al promediar el segundo tiempo. “Sabemos que algunos esperan hasta el descanso para tomarla”, dijo.
“Es un importante problema de salud pública, por lo que es obvio que también se encuentre en el rugby”, afirma el Dr. Dusfour. En Francia, según el Observatoire des drogues et toxicomanies (OFDT), la cocaína es una de las sustancias ilícitas cuya distribución ha aumentado más en los últimos años. Actualmente es la segunda droga más consumida, con 600.000 usuarios en 2021, siendo la mayor proporción en el grupo de edad de 26 a 34 años.
¿Qué medidas se tomaron para ayudar a los jugadores? Un número de teléfono gratuito, la creación de una unidad psicológica; la concientización en que la cocaína no debe verse como algo divertido, que su consumo puede tener consecuencias y, sobre todo, cómo detectar a un amigo en apuros y cómo actuar para ayudarle.
El mensaje final del Dr. Lowenstein es tan alarmante como el resto del informe de L’Equipe. “El consumo de cocaína provoca un aumento significativo de la frecuencia cardíaca y de la presión arterial, lo que puede provocar accidentes cerebrovasculares. Esta sustancia también provoca trastornos del ritmo cardíaco, especialmente durante el ejercicio, por lo que su consumo puede provocar taquicardias ventriculares que pueden conducir a la muerte súbita. Estos efectos suelen ser ignorados y subestimados en Francia”.
Los argentinos en el Top 14
El Top 14 tiene numerosos argentinos en competencia, varios de ellos integrantes de los Pumas. Se puede mencionar a Juan Cruz Mallía y Santiago Chocobares, en el Toulouse; Juan Imhoff, en Racing 92; Guido Petti Pagadizábal, Santiago Cordero y Pablo Dimcheff, en Bourdeux; Lucas Paulos y Axel Muller, en Brive; Benjamín Urdapilleta, en Castres; Ramiro Herrera, Facundo Bosch y Joel Sclavi, en La Rochelle; Francisco Gómez Kodela, en Lyon; Nicolás Sánchez y Marcos Kremer, en Stade Francais; Ignacio Calles, en Pau; Facundo Isa, en Toulon; Tomás Lavanini, en Clermont; Jerónimo de la Fuente, Martín Landajo, Bautista Delguy, Joaquín Oviedo y Patricio Fernández, en Perpignan, y Tomás Cubelli, en Biarritz.
LA NACION