La Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de Azul confirmó el rechazo de una demanda por daños y perjuicios presentada por un jugador juvenil de rugby que sufrió una gravísima lesión cerebral durante un partido disputado en Tandil en 2019. El tribunal concluyó que no pudo acreditarse quién fue el autor del golpe ni que existiera una conducta antirreglamentaria, elementos indispensables para atribuir responsabilidad civil.
En su fallo, la Justicia subrayó que el rugby es un deporte de contacto con riesgos propios, y que no toda lesión grave genera automáticamente el derecho a una indemnización. Para que exista responsabilidad, explicaron los jueces, debe probarse una acción excesiva, dolosa o groseramente antirreglamentaria.
El hecho y la demanda
El episodio ocurrió durante un partido de la categoría M17, correspondiente a un torneo oficial de una liga regional. Según la demanda, el joven habría recibido una patada intencional en la cabeza, lo que le provocó un traumatismo de cráneo severo, pérdida de conciencia, fractura y riesgo de vida, con secuelas permanentes.
La acción judicial fue iniciada contra el presunto autor del golpe, su club (visitante, de Mar del Plata) y el club local de Tandil, en su carácter de organizador del evento. También se alegó responsabilidad por “riesgo creado” y por el supuesto vínculo de dependencia entre el jugador y su institución.
Falta de pruebas concluyentes
Tras un extenso análisis probatorio, el tribunal determinó que ningún testigo pudo identificar de manera directa al supuesto agresor, ni confirmar que la lesión se hubiera producido mediante una patada antirreglamentaria. Árbitros, entrenadores y jugadores coincidieron en que no vieron la acción, aunque algunos señalaron haber conocido el relato posterior de la víctima.
Las pericias médicas indicaron que las lesiones podían haberse producido por distintos mecanismos posibles dentro del juego, como un golpe contra el piso, un rodillazo o un choque propio del rugby, sin que pudiera establecerse un nexo causal inequívoco.
La Cámara también analizó la causa penal previa por lesiones graves, en la que el jugador acusado accedió a una suspensión del juicio a prueba. Si bien reconoció que ello podía considerarse un indicio, aclaró que no resulta suficiente para fundar responsabilidad civil, ya que no existió condena ni determinación judicial del hecho.
Sin responsabilidad de los clubes
El fallo también descartó la responsabilidad de los clubes demandados. En el caso del club visitante, se señaló que al no probarse un hecho ilícito de su jugador, no podía extenderse una responsabilidad por dependencia. En cuanto al club local, se entendió que no se acreditó un incumplimiento concreto del deber de seguridad como organizador del evento.
Las observaciones del tribunal
A pesar de confirmar el rechazo de la demanda, la sentencia incluyó fuertes observaciones sobre lo ocurrido. La jueza Lucrecia Comparato destacó que la lesión sufrida “no resulta normal dentro de un partido de rugby amateur” y expresó su sorpresa por la falta de reacción de algunos adultos presentes.
“Un jugador terminó en coma, inconsciente, con grave peligro de vida. ¿Cómo pudo pasar desapercibido un hecho así?”, se preguntó la magistrada, quien también dejó abiertos interrogantes sobre el rol de entrenadores y árbitros, aunque aclaró que no podían ser analizados judicialmente al no haber sido demandados.
La decisión fue adoptada por unanimidad por las juezas Yamila Carrasco y Lucrecia Inés Comparato, y el juez Esteban Louge Emiliozzi, y deja un precedente relevante sobre la responsabilidad civil en el rugby amateur y los límites jurídicos frente a lesiones graves en deportes de contacto.








