¿Qué diferencias hay entre los objetivos de la Unión Argentina de Rugby y los de la International Rugby Board de cara al futuro? En esta nota, Jorge Búsico hecha luz sobre los diferentes nortes que separan a la UAR de la IRB y te cuenta qué países sí está alineados con el rumbo de la Board.
En un año de absoluta transición, con un equipo nuevo y con las prioridades del rugby argentino puestas en otros horizontes, Los Pumas 7 culminaron de la mejor manera su participación en la Serie Mundial de Seven 2011-2012 que organiza la International Rugby Borrad (IRB). El cuarto puesto en la última etapa, disputada en la Catedral de Twickenham, significó, al fin, una caricia para una campaña irregular que, de todos modos, se coronó con un séptimo lugar en la clasificación definitiva.
Ya se marcó en esta misma columna en otras ocasiones: la UAR pone hoy todas las fichas en la alta competencia de XV. En los Pampas y, fundamentalmente, en Los Pumas, porque lo que arranca es la era del Rugby Championship. No existe, por el momento, una prioridad absoluta para el Seven. Y en ese contexto, el seleccionado dirigido por Nicolás Fernández Lobbe hizo lo que pudo. No fueron buenas las actuaciones ni se equipararon a las de otras épocas, pero a la hora del análisis definitivo deben tenerse en cuenta todos esos antecedentes.
Si el rugby argentino está ingresando en otra era, también lo está haciendo el IRB. Al revés de la UAR, para la entidad madre del rugby sí es una prioridad absoluta el Seven. Si uno tiene por delante el Rugby Championship, el otro los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016.
Y a esto último hay que mirar también con atención. El rugby está necesitado de nuevos mercados, porque su histórica estructura de no más de 10 países dominando todo no resistirá al paso del tiempo. Necesita, de modo urgente, una globalización para sus aspiraciones de ser un deporte con presencia universal.
La variante para llegar a eso es el Seven. No exclusivamente porque esa será la modalidad a jugarse en los Juegos Olímpicos, sino porque es lo más fácil para incluir a los países que no tienen al rugby como un deporte de trascendencia.
Podemos tomar dos ejemplos, en dos extremos del mundo, pero ambos con enorme historia en el deporte y, con ello, plagados de títulos y medallas. Pero muy lejos y casi ausentes en el rugby. Brasil, en Latinoamérica, y España, en Europa,
Brasil va creciendo y ya no en silencio. Empezó a lograr algunos resultados (por ejemplo, el año pasado venció a la Argentina, impensado aún hoy) y en las mujeres mantiene un claro dominio en la región. Pero el país que tiene 190 millones de habitantes y una cultura deportiva imponente, se fijó llegar a los 500 mil jugadores en el 2030. Planifica bien a largo plazo, sustentado por la historia y por el patrocinio estatal y privado que siempre tuvo el deporte brasileño.
Es difícil augurar una fuerte presencia de Brasil en el rugby de XV, pero no así en el Seven. Se viene, y, claro, los Juegos Olímpicos que se disputarán en su país es un aliciente único.
¿Y qué pasa con España, el país que gana todos los mundiales de todos los deportes de equipo y que nunca llega a nada en el rugby? En este Seven que acaba de concluir en Londres dio una señal, clasificándose a los cuartos de final del Oro tras alcanzar una histórica victoria ante Gales que, de paso, la ayudó a la Argentina para quedar séptima en la tabla general.
Fermín de la Calle, pluma maravillosa del diario As y un enamorado del corazón de Los Pumas, me contó, vía Twitter: “La historia del rugby español es la de unos deportistas que crecen pese a las inferencias de sus dirigentes. Una pena”.
Pero lo cierto es que ese España 7, que se prepara más allá de todas las adversidades, que no son las mismas que tiene Brasil, también crece en un espacio que le es más fácil de atravesar que en el rugby tradicional, el de XV. Y si el Estado, al ser olímpico, pone fichas como lo ha hecho en otras disciplinas, sabemos bien que España puede crecer. Y mucho.
España puede considerarse un ejemplo de país emergente en el rugby a través del Seven. Como ya lo es Kenia, y como lo pueden ser, más adelante, otros como China o Alemania.
En ese nuevo concierto que busca el IRB hay que anotar también a las mujeres. Vayan a la página del organismo (www.irb.com) y verán cómo los títulos principales no están centrados en la nueva conquista de Nueva Zelandia o en el torneo ganado por Fiji, sino en el éxito que significó el certamen paralelo que jugaron en Twickenham las mujeres, con el triunfo de las inglesas.
El IRB apunta fuerte al rugby femenino, también con la proa olímpica, camino en el cual la Argentina está demasiado lejos.
Hay un nuevo orden mundial en el rugby. Pero la Argentina tiene urgencias que van por otro lado. Por eso, el Seven tendrá que esperar, aunque no se debe perder de vista que aún hay que clasificarse para los Juegos Olímpicos de Río. Quedar afuera –ya hubo una experiencia negativa en los Panamericanos- significaría un retroceso, más allá de estar jugando todos los años con los tres mejores del planeta.
Por Jorge Búsico para Rugbyfun.com.ar
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