El cordobés Lautaro Bazán Vélez y el tucumano Santiago Portillo contaron sus sueños mano a mano con AlRugby antes de partir rumbo a la tierra de los campeones del Mundo en donde se disputará el próximo mundial M20.
Las caras hablan. Siempre lo hacen en estas circunstancias. Hay gestos adustos en algunos, en otros, sonrisas y en otros, hasta un dejo de asombro.
Viajar a un Mundial de rugby como jugador con tan sólo 18 años es para algunos de los chicos argentinos que van por primera vez (y seguramente no última) una experiencia basal en sus vidas. Para otros más grandes (si es que con apenas veinte años alguien ya es grande) que están viviendo su última competición en la categoría, hay también una pequeña saudade de algo que ya no será una vez que Los Pumitas jueguen su último partido allá por el 20 de junio.
De los primeros, de los nuevitos, Lautaro Bazán Vélez es todo un caso. El cordobés de Córdoba Athletic, medioscrum, es de los más chicos y con una historia singular. Va a su primer Mundial y cuando AlRugby le preguntó qué estaba haciendo un año atrás dice … ¿yo?…, con una cuota de asombro por ser él quien es el consultado.
Lautaro es un desenvuelto tremendo, tal como lo vende la cara de pícaro y que exige su puesto. Puesto a hablar, se larga a explicar: Un año atrás jugaba en mi club y ni cerca de pensar en Pumitas. Ni siquiera estaba en el Pladar y tampoco era medioscrum. Yo siempre jugué de fullback, después, me pasaron de apertura y de golpe, me encontré con la número 9 puesta. Feliz, porque es un puesto que me encanta y del que aprendo de mi hermano, que sí es medioscrum. Sin embargo, aprendí rápido y todas mis características que traigo por jugaren los otros puestos, las vuelco acá. Me dieron toda la confianza y acá aprendí una barbaridad y sigo aprendiendo.
¿Qué espero ver y vivir en este Mundial? Quiero disfrutar mucho, dar todo y seguir aprendiendo día a día. Se lo ve entrenar y sí, tal cual había referencias que lo indicaban así, es un jugador de esos que suelen llamarse picantes, de los que te dibujan en una baldosa.
Otro caso distinto es el del tucumano Santiago Portillo. Es jugador de Los Tarcos y con 18 años demuestra al hablar una solidez, un aplomo y una seguridad que asombran y si uno fuera rival, sin dudas daría muchísimo respeto verlo y escucharlo. Se le preguntó por sus objetivos en éste, también, su primer Mundial…
Desde hace una semana que casi no duermo pensando en el Mundial. Tenía que rendir exámenes y estaba estudiando para rendirlos, pero mi cabeza ya estaba acá, concentrado en el viaje a Nueva Zelanda. Estoy muy orgulloso de ser parte de este plantel con objetivos claros. ¿Y con qué sueño? Con poder jugar un poquito aunque sea en el Mundial, en asimilar todo lo que vea, en sumar experiencia y, a la vuelta, poder debutar en la primera de mi club y si fuera posible, esforzarme aún más para poder jugar con la camiseta naranja del seleccionado de mi provincia.
Dos jugadores, dos historias Pumitas, parecidas pero distintas. Sueños de jugadores con futuro en el rugby argentino, como tantos otros de los que viajaron y a los que muchos se podrá ver en Los Pumas de acá a unos años, que arrancan allá lejos, en Nueva Zelanda, y que no tienen final.
Por: Eugenio Astesiano
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