Los Teros: llegó la hora de hablar ruso

Alejo Corral está a 160 minutos de jugar su primer Mundial. El pilar del SIC emularía a su hermano Matías. En Sudáfrica 1995, la Chancha fue elegido el mejor pilar izquierdo. Hoy, vive en Panamá, alejado del rugby pero ya le prometió a Alejo que estará en Montevideo para el cierre del camino al Mundial.
Estos sueños mundialistas son de Los Teros de Uruguay, que el sábado le ganaron 28 a 3 a Hong Kong para jugar la última etapa clasificatoria frente a Rusia, que el mismo día le ganó a Zimbabwe 23 a 15.
Corral deberá viajar a Krasnoyarsk, en Siberia, para el partido de ida el 27 de septiembre mientras que, con la Webb Ellis Cup de testigo, jugarán la definición en el estadio Charrúa de Montevideo dos sábados más tarde.
Los Teros enfrentan la última escala del repechaje por tercera vez. Su historia mundialista se remonta a la clasificación para el 95 cuando Argentina les ganó agónicamente. Cuatro años más tarde, al salir segundos en América, su camino a RWC 99 fue frente a Portugal (local y visitante) y Marruecos en Montevideo y Casablanca. Con la capitanía del monumental Diego Ormaechea, Los Teros clasificaron a su primer torneo. Jugaron sus tres partidos en Escocia (ese Mundial tuvo sedes en todo Gran Bretaña), y en el debut mundialista le ganaron a Espa-ña.
Para 2003, el camino fue más directo. Tras perder con Chile, Estados Unidos y Canadá de visitante, se hicieron fuertes de local, ganaron esos mismos tres partidos y lograron el pasaje a Australia. Allí ganaron el cotejo con Georgia en Sydney.
Cuatro años más tarde Portugal les sacó el ticket mundialista de las manos. Tras perder en Lisboa, ganaron en Montevideo pero con catorce jugadores durante 78 minutos, la mínima diferencia de puntos favoreció a Os Lobos, que con el Huevo Hourcade como asistente del entrenador jugaron en Francia 2007.
Algo semejante sucedería para el siguiente Mundial: la última etapa fue con Rumania en 2010. El empate en 20 puntos en Montevideo no se pudo sostener en Bucarest y los europeos viajaron a Nueva Zelanda.
Hubo muchos cambios en el rugby uruguayo desde entonces. Pablo Lemoine, aquel trascendental pilar de los mundiales del 99 y 2003, tomó a su cargo los seleccionados nacionales y como entrenador de Los Teros impuso un nuevo rumbo. La dirigencia acompañó, se busco un horizonte y hacia allí están yendo. Nunca es fácil para el rugby uruguayo, en un país pequeño y con un mercado reducido. Pero el orgullo celeste es fuerte.
Hoy están nuevamente ante la oportunidad de viajar al Mundial. No será fácil ganarle a Rusia como no fue sencillo ganarle a Hong Kong.
Viajaron muchas horas vía París y Buenos Aires para llegar el jueves a Montevideo. El cansancio se hizo más notorio sobre el final del partido.
El primer tiempo fue muy parejo y trabado, como todo el partido por el planteo de ambos equipos. Sólo dos penales de Agustín Ormaechea (hijo de Diego) le dieron una leve ventaja a Los Teros, ya que Hong Kong sólo aportó un penal. Ese 6 a 3 parcial comenzó a modificarse temprano con un enorme penal de detrás de mitad de cancha de Felipe Berchessi.
La definición no se encontraba, pero cuando el argentino Federico Anselmi, de gran arbitraje, sacó la primera amarilla de dos a los de Hong Kong, los huecos empezaron a aparecer. Si bien en esos 10 minutos sólo un penal de Ormaechea estiró el resultado, fue con el segundo sin bin que Los Teros apoyaron los dos tries: el primero de pelota recuperada y un rastrón al que llegó Berchessi y el segundo con el potente Diego Magno quebrando un tackle después de un maul. Fue 28 a 3, trabajado, sufrido, como el rugby uruguayo.
Corral vive en Argentina y es uruguayo por adopción por haber vivido allí parte de su infancia y juventud. Cruza el Río de la Plata múltiples veces por año y ya sueña con ir al Mundial. Haberle ganado a Rusia en junio es una referencia. Tenemos que mejorar y ya empezar a hablar en ruso, cuenta.
Sobre su hermano agrega: Como hermano menor lo admiré mucho así que sí, hay un tema familiar, una referencia. Me sigue mucho y poder jugar un Mundial desde ese lugar me une mucho a él.
Por: Frankie Deges
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