En su tercera temporada de trabajo en la Unión de Rugby de Buenos Aires, Marcelo Loffreda habla de los principales objetivos para el 2015 y de su nueva función como Director del Juego de la URBA.
La relación con la UAR y uno de los proyectos más ambiciosos que encabezará relacionado con los Centros de Rugby.
Marcelo Loffreda no necesita carta de presentación. Con una extensa trayectoria en el rugby Argentino, es una figura reconocida y respetada no solo en el país sino también en el mundo de la ovalada. En la temporada 2013 se incorporó a la URBA en la función de Asesor de Selecciones, en la que se ocupaba de proponer entrenadores y cuestiones relacionadas con la táctica y estrategia. Dos años después el Consejo Directivo le propuso una tarea fuera más abarcativa. “Me pidieron, y acepté muy agradecido, que cumpliera también con otras funciones como llevar adelante el seguimiento de las tareas que tienen que ver con el juego y los seleccionados, pero también con los cursos de capacitación, los centros de rugby, el desarrollo, y la difusion, además de organizarse presupuestariamente y que se pueda cumplir con el mismo”, explica Loffreda antes de iniciar la charla.
¿Cómo tomaste el ofrecimiento?
Al Consejo Directivo le parecía muy importante que quien estuviera realizando el seguimiento del día a día, también estuviera a cargo del seguimiento de los recursos económicos. A mí me interesaba y cerraba por ambos lados, seguir desarrollando mi capacidad profesional de gerenciar algo que se asemeja a una empresa y, por otra parte, estar muy cerca de lo que es el juego, estar cerca de la cancha y la relación con los jugadores, que es lo que más me apasiona, poder lograr que un equipo pueda desarrollar su máximo potencial.
¿Cuáles son los objetivos principales que te planteas desde tu nuevo rol en la URBA?
Nosotros lo que pretendemos, siendo la Unión más importante del país es ser totalmente competitivos a nivel de las uniones provinciales, desde ya, pero nunca perdiendo el objetivo principal del juego que es el de formar mejores personas y mejores seres humanos. Si no lo vemos desde ese lado por ahí nos confundimos y ponemos por delante el ganar y ganar como último objetivo y última meta. Esa (ganar) puede ser una consecuencia y lo hablamos con los jugadores y con los entrenadores y es lo que queremos dejar como legado si se quiere. Puede ser que nos vaya bien pero eso va a ser una consecuencia. Luego, tener los números bien claros va a ser una meta fundamental, sobre todo cuando me traspasan esa responsabilidad, los números tienen que cerrar. Finalmente, poder armar un equipo que funcione en todos los niveles de la misma manera. O sea, que tengamos una enorme confianza entre todos y que todos tiremos hacia el mismo lado con los mismos pensamientos, actitudes e, inclusive, con los mismos objetivos. Que, en definitiva, es lo que termina haciendo a un equipo funcionar como un equipo. Todos debemos hablar el mismo idioma y tener confianza y comunicación abierta y libre. Todo eso es muy ambicioso, pero pretendo hacerlo de manera progresiva, con la enorme ayuda de los que ya están trabajando desde hace años en la unión. Podemos armar un equipo de trabajo donde todos apuntemos a lo mismo. Que no es salir campeones, al revés, ese puede ser un fin último, una consecuencia, pero lo que queremos es que los jugadores se diviertan, la pasen bien, y disfruten. Y nosotros podamos aportar nuestra experiencia y nuestros conocimientos para que eso se produzca.
¿Hacia dónde debe apuntar el rugby de la URBA?
El rugby de la URBA tiene que ser un faro donde el rugby nacional pueda observarse, tiene que ser un reflejo muy importante. ¿Pero desde donde? Desde la pata amateur, no profesional, ya que a veces se confunde lo profesional con la remuneración económica. Y lo profesional está muy cercano al entrenamiento invisible a lo que cada jugador intenta alcanzar desde su lugar, con sus limitaciones o condicionamientos de tiempo, de recursos o de capacidades. Entonces, lo que pienso es que la URBA tiene que ser protagonista, debe ser protagonista del rugby nacional como lo fue históricamente. Tiene que volver a recuperar la identidad y el nivel de pertenencia, cosa que ya ha vuelto a ocurrir en los últimos años. En todo equipo, en toda unión, debe haber un sentido de pertenencia muy grande y eso, en un sentido, se había perdido de alguna manera por cuestiones intrascendentes. Nosotros tenemos que apuntar a poner por arriba de todo al juego en los términos en los que hable antes: el juego como divertimiento, como modo de comunicación, de interacción. Y creo que no podemos ser ajenos a que, para que la URBA tenga un protagonismo como el que queremos tener, tiene que estar absolutamente alineada con la UAR. Tenemos que estar alineados desde el aspecto organizativo, desde cómo podemos comunicarnos e interactuar juntos para que el desarrollo funcione perfectamente. Nosotros necesitamos de la UAR, pero en definitiva también la UAR necesita de nosotros, porque somos la base desde donde salen el 40 por ciento de los jugadores del rugby argentino.
¿Cómo funciona actualmente esa vinculación entre la URBA y la UAR, que mostró una interesante fase organizativa conjunta en el Argentino Juvenil M18 realizado en La Plata?
Es un objetivo que se ha trazado desde ambas instituciones. Ya se ha hablado a nivel político y a nivel dirigencial y, por supuesto, a nivel de gestión también se debe producir, tiene que ser como una extensión de lo que ocurre en el nivel institucional. Mas allá de que tenemos una excelente relación con todos los profesionales de la UAR y teníamos que producir una mayor interacción, empezando por el Campeonato Argentino y siguiendo con lo que serán los Centros de Rugby. Vamos a tratar de tener objetivos comunes entre la UAR y la URBA en la gestión, el tratamiento y la acción de lo que se realice en los Centros de Rugby, por lo tanto, que haya una misma visión y una misma búsqueda de objetivos no solo desde el aspecto técnico sino también desde el aspecto humano. Creo que todo eso va a enriquecer aun más la relación de la URBA con la UAR. Tenemos que pensar que la URBA es como si fuera el hijo mayor de la UAR, porque es donde hay mayor cantidad de jugadores y no lo digo desde un lugar de soberbia, sino que es una realidad. Creo que podemos aportar un montón de cosas, entre ellas la cantidad de jugadores. Pero siempre en la medida en que nosotros nos adaptemos. Esta tiene que ser una relación de win win (ganar ganar), desde el aspecto más que todo comunicacional y de interacción entre ambos creo que es clave y fundamental.
¿Cómo arrancaron los Centros de Rugby y cómo será esta temporada de trabajo en ellos?
Cuando llegué en el 2013 a la Unión me parecía que había tanta cantidad de chicos que era muy difícil poder observar a los jugadores destacados y que podían llegar a ser parte de un seleccionado juvenil (en ese momento todavía había dos categorías M17 y M18 a nivel Torneo Argentino Juvenil). Por lo tanto era muy difícil poder focalizar los esfuerzos de lograr los mejores objetivos en cuanto a la detección de buenos jugadores y chicos con potencial, por eso pensé en un estadío intermedio entre lo que es selección y los clubes. Por supuesto, no podemos dejar de pensar nunca que nuestra base son los clubes ya que la noción de lo que es el rugby en nuestro país nace desde los clubes. Por lo tanto no podemos, en ningún momento, ignorar a los clubes que son lo básico y fundamental en nuestro ámbito y en nuestra comunicad de rugby a nivel nacional. Partiendo de eso y tratando de llegar a un grupo de jugadores destacados lo ideal era buscar un punto intermedio donde fuera más fácil poder hacer la búsqueda. Ese punto intermedio fueron los centros de rugby o centros de formación como se llamaron en el inicio, porque hacemos mucho hincapié en formación de los jugadores en cuanto a los valores y no sólo en cuestiones técnicas. Los centros de formación eran una segunda casa así como el club era la primera. Aunque ahora ya no hay seleccionado de M17, decidimos mantener el Centro desde los 16 años, porque es una muy buena edad para que los chicos puedan absorber conocimientos, experiencias, adicionar conductas, comportamientos y formas de pensar. Y nos dio muy buenos resultados hacerlo desde los 16, porque a partir de esa edad los chicos estaban durante una primera parte del año atravesando distintas etapas de selección y, finalmente, quedaba un grupo muy grande de jugadores representando a todos los clubes que es un punto muy importante a destacar. Para nosotros los Centros de Rugby son inclusivos, aunque luego si, en la etapa de selección, evidentemente tenés que terminar eligiendo y es la ley de la vida. Pero dentro de los Centros de Rugby queremos que sea inclusivo. Los Centros están separados por zonas porque tenés cerca de 90 clubes en la URBA. En 2013 teníamos cinco Centros y, desde 2014, tenemos seis: dos en zona Norte, en CABA, Oeste, Sur y La Plata. Esa idea le interesó mucho a la UAR, porque ellos estaban buscando algo como eso. Entonces, finalmente, creo que encontramos un punto en común para poder trabajar y entrenar de manera mancomunada. Eso no significa que no lo sigamos haciendo en otras áreas. Para nosotros, por ejemplo, todavía es una asignatura pendiente tener mayor relación con el Pladar de Buenos Aires, cosa que si ocurre en el resto de las uniones. Eso en Buenos Aires todavía no funciona aceitadamente, tenemos que laburar mucho en eso y seguramente deberemos corregir mucho en cuanto al nivel de comunicación entre ambas instituciones. Pero creo que es un muy buen punto de partida poder trabajar en forma conjunta en los Centros de Rugby.
¿Se va atrabajar en forma conjunta con la UAR en relación a los Centros?
Esto lo vamos a hablar cuando nos reunamos esta semana en la UAR, para exponer cuáles son nuestros objetivos, ya que tenemos que encontrar un punto de equilibrio, un punto intermedio, no todo tiene que ser táctica, técnica y búsqueda de los mejores jugadores (que es uno de los grandes objetivos absolutamente comprensibles de la UAR), sino también como pretendemos desde URBA, formar una base para lograr mejores jugadores para los seleccionados. Pero, sobre todo, necesitamos que sean totalmente equilibrados con la vida amateur de los chicos, que tienen sus horarios de colegios, que utilizan mucho tiempo y horas en viajar, cosa que no ocurre en el interior. Por lo tanto nuestra realidad es distinta a otras, ni mejor ni peor, pero hay que tenerla en cuenta. Y eso es algo que debemos transmitir a la UAR. En ese sentido nosotros vamos a tener lograr acuerdos en cuanto a los tiempos dedicación. En Buenos Aires, la mayoría de los chicos que juegan al rugby tienen doble turno en el colegio y actividades extracurriculares. Los tiempos de traslados son largos y todo eso hay que compatibilizarlo. Hay que buscar un punto de equilibrio entre lo que busca la UAR y lo que pretende la URBA, y llegar al mejor acuerdo posible. El régimen de Centros está comenzando a funcionar completo. Tenemos que terminar de consolidar este 2015 para que haya 40 jugadores por Centro, pero si después queremos dar un paso superior vamos a tener que tocar la estructura y la organización. Si queremos ser más ambiciosos, con más jugadores representativos de sus clubes en los Centros de Rugby, ahí requeriríamos de mayores recursos económicos y humanos. Hasta ahora con lo que tenemos vamos bien y ha dado buenos resultados. Creo que es el momento de consolidarlo.
¿Crees que el trabajo que se viene realizando hace algunos años fue determinante para lograr que el Seleccionado de M18 de Buenos Aires se consagrara bicampeón en el Argentino Juvenil?
Absolutamente. Creo que la consistencia en un trabajo a mediano plazo (y esto lo planteé cuando llegue a la URBA), un trabajo serio y responsable en la forma en que un grupo de personas lleva a cabo una tareas, sobre todo a la hora de transmitir no solo conocimientos sino también formas de pensar a chicos de 17 y 18 años, termina dando sus frutos en la medida en que tengas consistencia y seas coherente. Y eso está ocurriendo. Por ahí se dio un poco antes de lo que pensábamos, pero de todas maneras habla de un sistema que se mantiene en el tiempo y que tiene una enorme seriedad en el trabajo y en el que todos los integrantes involucrados en el área del juego hacen su tarea de manera consciente y comprometida.
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