Finalmente como vaticinó el entrenador de Sudáfrica Jake White, se terminó dando en el Stade de France. Los Springboks una vez más pudieron con los Pumas y en esta oportunidad fue en la semifinal de la Rugby World Cup.
En la semana muchas cosas se hablaron y mucho se dijo en la previa de la semifinal entre Argentina y Sudáfrica. El primero en detonar la bomba fue un íntimo amigo de Marcelo Loffreda, Jake White. Sí, el técnico sudafricano fue el primero en dedicarles algunas palabras a la comunidad del rugby mundial a pocos días de la segunda semifinal. El jefe del XV de camiseta verde sostuvo que "Me gusta jugar con Argentina porque nunca nos ganó". Y parece que sus palabras tenían un fundamento más que justo y desde un primer momento sabía porque lo decía.
Los Pumas lamentablemente no pudieron contra el poderío del equipo que juega el Tres Naciones en todas las líneas. El conjunto capitaneado por John Smit llegaba a este partido trascendental luego de haber sorteado algunas batallas importantes en este mundial como lo fueron Inglaterra en el Parque de los Príncipes con victoria del conjunto africano por 36 a 0. Y Ocho días después en Lens frente a Tonga en donde parecía que todo sería un trámite para los Springboks terminó siendo un resultado ajustado y reñido de 30 a 25 para los actuales finales de la Rugby World Cup.
Estos dos encuentros le sirvieron a Sudáfrica para saber a donde estaba parados de cara al futuro. Más tarde llegó el turno de Estados Unidos para cerrar la etapa clasificatoria y en cuartos de final fue el XV de Fiji el que lo sufrió en carne propia. A partir de ahí los Boks ya comenzaron a pensar que acceder a la final no era algo imposible y que el traje de candidato le quedaba a su medida. Más allá de esto para tener el pasaporte para estar en el Stade de France el 20 de Octubre, iban a tener que enfrentarse con el selección sensación del mundial como lo eran Los Pumas.
Los argentinos al igual que los de la gacela también tuvieron que recorrer un camino con varios obstáculos hasta llegar a esta instancia los cuales fue sorteando con mucha autoridad. Primero fue Francia en el partido inaugural, después Georgia en Lyon, más tarde Namibia en Marsella y por último Irlanda en el Parque de los Príncipes. Posterior al triunfo con los de camiseta verde, el conjunto conducido por Marcelo Loffreda pudo lograr el tan ansiado y esperado pase a cuartos de final. En esa instancia se enfrentó con Escocia a quien le pudo ganar por un apretado 19 a 13 y de esa manera el pasaporte a la semifinal era un hecho y no algo utópico.
El poderío color verde
Pero hasta acá llegaron nuestros Pumas que con mucho orgullo, garra y corazón hicieron vibrar a un país durante más de un mes el cual en un 95% piensa solamente piensa en el fútbol y que cuando uno le preguntaba sobre nuestro deporte poco conocían o poco sabían de un scrum, lines o un drop. Pero ahí estaban presentes frente a un televisor emocionándose cuando nuestros Pumas se les caía una lagrima cuando cantaban el himno nacional o cuando Agustín Pichot y compañía salían con los hombros todos colorados de tanto tacklear.
Lamentablemente esa imagen que venía mostrando nuestro seleccionado nacional, no se pudo repetir frente a los poderosos Springboks. Un equipo casi perfecto en todas sus líneas que demostró estar más atento que nuestros jugadores y que de estas instancias conocen y mucho. Con esa concentración y solides demostró una vez más que la chapa de campeón no le queda grande y que si vuelve a repetir ante Inglaterra lo hecho en la primera rueda otra vez White junto a su plantel se podrá dar el gusto de levantar la Copa Webb Ellis como lo fue en 1995.
Por Martín Quetglas