Matías Alemanno tuvo una tarde con diferentes sensaciones en el estadio Mario Kempes. Ni bien el plantel argentino pisó el césped del escenario mundialista para medirse ante Escocia, la emoción le ganó el duelo al segunda línea de La Tablada.
Al ser el único cordobés las filas de Los Pumas, Matías recibió casi unánimamente el aliento de las 18 mil personas que poblaron las tribunas.
Tras el precalentamiento, fue uno de los que encabezó la fila rumbo al vestuario mientras llovían los aplausos y atronaba el “¡Vamos, Pumas, vamos!”.
“Mati hizo un buen partido. Su tarea ho no fue vistosa pero le sirvió muchísimo al equipo. Es un jugador que ha crecido mucho y en el que apostamos”, lo evaluó Hourcade.
Evitó mirar hacia las plateas; se mostró concentrado, serio y con sus ojos clavado en el piso para evitar distracciones.
Durante el juego tocó poco la pelota, pero participó mucho limpiando rucks y tackleando.
A los 18 minutos del segundo tiempo, Matías debió salir por un golpe en su muñeca izquierda. Lo atendieron los médicos, le colocaron hielo y Matías Lavanini ocupó su lugar. Siguió el resto del partido desde el banco de suplentes. Sufrió con el agónico resultado en favor de Escocia.
Al final, como un paliativo para el dolor de su lesión y por la derrota, se fue envuelto en el cariño de los hinchas cordobeses. Fue su bautismo como titular en Los Pumas y ante su gente. Más no se puede pedir.
Gentileza Joaquín Aguirre (Mundo D)
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