El gigantesco wing de Pucará y el seleccionado argentino ya piensa en la tercera edición del Cuatro Naciones en donde Los Pumas se volveran a medir con Nueva Zelanda, Australia y Sudáfrica.
“Tiene las características de un wing samoano”, dice el Huevo Hourcade. Más tarde, Agustín Creevy lo describe de manera muy parecida. “Con la pelota en la mano viste que parece un wing de Samoa”. Y… sí. Parado al lado del metro noventa y cuatro, con su piel oscura, unos brazos largos y musculosos, piernas que parecen pistones, se entiende la comparación que hacen su entrenador y capitán.
Donde más impresiona es en una cancha jugando, con la pelota en la mano. Su personalidad cuando se afianzaba en el rugby fue tal que “de chiquito me querían poner en la cocina, de segunda línea o de octavo y a mí no me gustaba. Me planté en que quería jugar de wing, me gustaba correr y correr y si no dejaba de jugar”, cuenta al explicar porqué no terminó entre los forwards ya que “siempre fui alto, pero tenía patas muy flaquitas”.
Deportista nato, en su niñez y juventud jugó a todos los deportes, pero las fotos en su pared eran de rugbiers. “De chico me gustaba el australiano Lote Tuqiri. Pero ahora ya no soy tan fanático de ver rugby; no me levanto a ver un partido del Súper Rugby o me siento a ver algo del Top 14”. Y agrega: “Soy fanático de jugarlo”.
Ese fanatismo lo transformó dentro de la cancha aunque hoy sea él quien pueda estar en alguna pared del cuarto de un chico fanático del rugby. “Me han contado de chicos que tienen mi foto y me parece muy loco…”, dice con un dejo de vergüenza.
No es un wing clásico, su tamaño lo hace destacarse. Wings enormes ha habido algunos. Obviamente, el más famoso fue el All Black Jonah Lomu, o el también neozelandés John Kirwan. Acá, en Argentina, la altura es comparable a la de Octavio Bartolucci, aquel wing de Atlético del Rosario que nunca pudo desplegar su mejor rugby en Los Pumas.
“Me gusta tratar de tocar mucho la pelota, salir jugando desde cualquier lado básicamente. No soy de los que patean pero cuando hay que patear me animo. Me gusta correr, tratar de aparecer por todas partes; también golpearme”, explica sobre su juego.
Montero viene llevando su desarrollo dentro de los planes de alto rendimiento de la Unión Argentina de Rugby y pasó por todas las etapas dentro de los seleccionados: dos años en Los Pumitas M19 (2009-10), dos años en el M20 (Mundiales de Rosario y Venetto, en Italia), y ocho torneos en el seven. Estuvo dos años en la Vodacom Cup con Pampas XV y esta temporada la empezó jugando siete partidos en la Pacific Cup que ganaron en Australia. Llegó, naturalmente, al seleccionado mayor.
Uno de los jóvenes debutantes en el primer test de 2012 frente a Italia le apoyó un try a Francia una semana después para ganar aquel partido, el último triunfo de Los Pumas frente a uno de los principales equipos internacionales. Tan solo uno de sus trece caps fueron de gira con el seleccionado, pues ingresó en el test en Dublín de 2012. El resto los jugó en el país o en la región.
“Se fue dando todo. Empecé a jugar de chiquito por diversión, por mis amigos. Le di más seriedad al rugby cuando llegué a los seleccionados y vi que podía tener un futuro”.
El comienzo fue de niño en Pucará, a diez cuadras de su casa. Fue al Stella Maris, colegio del que se nutre el club de Burzaco. Montero tenía pocos minutos en el primer equipo de su club cuando pasó a ser profesional de la UAR y este año, al volver de Australia, optó por renunciar a la renta y volver como amateur. “Al saber que podíamos renunciar al contrato y volver a jugar en nuestros clubes, no la dudé. Había jugado muy poco en Pucará y sentía que tenía que devolverle algo. El dinero es algo que no me interesa, me gusta jugar al rugby con mis amigos”.
Su regreso fue tan bueno para Pucará como para Montero. “Me hizo muy bien para la cabeza; venía cansado, medio malhumorado y no entrenando de la mejor manera. Jugar y entrenar con mis amigos, con la gente que conozco, me vino bárbaro”. Lesionado en gran parte de 2013, necesitaba el afecto de los suyos.
Volvió mejor al seleccionado después de jugar un puñado de partidos con Pucará. Contra Irlanda en Chaco hizo un gran try de wing. “Pisé para adentro y el fullback no se comió el amague; me arrepentí y pisé para afuera y terminé sacándomelo de encima con el brazo”, rememora.
El futuro está en sus manos. Depende de él mismo poder establecerse en el seleccionado. Juego tiene. Se le cuestionó alguna vez su mentalidad y concentración. Hoy eso no es más un tema.
“Si bien es un proceso nuevo con jugadores nuevos, le tengo mucha fe porque a muchos los conozco de los seleccionados y los más grandes son grandes jugadores y nos han ayudado mucho en estos días. Jugar contra los Springboks, All Blacks y Wallabies van a ser los partidos más duros de mi vida pero estamos entrenando para alcanzar la perfección de nuestro juego”.
Y en ese juego dinámico, de pelota en movimiento y muchas fases que busca Daniel Hourcade, el gigantesco wing tendrá mucha participación, tanto por el juego mismo como por su habilidad para sacarse la marca de encima y para pasar la pelota en el contacto.
Por: Frankie Deges
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