En el amateur rugby argentino hay cuatro jueces profesionales designados por la UAR en abril último para elevar la calidad del arbitraje.
En el amateur rugby argentino hay cuatro jueces profesionales designados por la UAR en abril último para elevar la calidad del arbitraje e insertar representantes locales en el circuito internacional.
Históricamente aferrado a un romántico amateurismo, el rugby argentino afronta, poco a poco y no sin desacuerdos internos, una intromisión del profesionalismo. Tendencia irreversible que para muchos aún suena casi a mala palabra, el campo rentado va invadiendo paulatinamente a sus diversos actores: los jugadores que se van al exterior para vivir de este deporte, los clubes que reciben algunos ingresos por publicidad en las camisetas, los rugbiers con viáticos para actuar en el seleccionado nacional y, ahora también, los árbitros que son capacitados especialmente y cobran por su nuevo trabajo.
A fines del año último la Unión Argentina de Rugby (UAR) convocó a los referíes del país a presentarse para convertir a algunos en profesionales. Poco más de veinte de ellos enviaron su currículum y en marzo último la institución designó a cuatro para incorporarlos a esta novedad: Federico Cuesta (Buenos Aires), Daniel Jabase (Córdoba), Ricardo Ponce de León (Tucumán) y Martín Rodríguez (Santa Fe). Las finalidades de la entidad rectora del rugby nacional son dos: elevar el nivel de los jueces argentinos y ubicar a uno o dos en los paneles de la International Rugby Board (IRB). Meta, esta última, que lleva a elegir entre candidatos de cierta juventud (hasta 35 años).
Desde abril, los árbitros se reúnen miércoles por medio en Rosario se eligió esa ciudad como punto intermedio para todos y evalúan con Carlos Molinari, su capacitador en coaching, los videos de los partidos que ellos dirigieron para detectar errores y corregirlos. Tienen también una hora y media de reunión con la psicóloga Laura Tallano, para hacerse fuertes en concentración y en situaciones de presión en los campos de juego, y además son formados por Santiago Borzani, una suerte de capacitador en protocolo, que les enseña cómo deben manejarse en sus relaciones con los otros protagonistas de la actividad (jugadores, directivos, prensa) tanto dentro como fuera de las canchas.
Todos son supervisados por Jorge Cohen, director nacional de referíes, que aclaró: “Copiamos ideas de otros países para perfeccionar nuestro rugby amateur”.
Con él colaboran Oscar Dominici, jefe de evaluaciones, y Pablo Deluca, algo así como un consultor, dada su amplia y relevante experiencia internacional, ganada en dos mundiales y en importantes test-matches. Este, si bien sigue actuando en el medio local, declinó su desenvolvimiento en el exterior por compromisos personales.
Bimestralmente, la UAR comunica a sus árbitros profesionales los encuentros que controlarán en los siguientes dos meses, que pueden ser en cualquier punto del país. Los cuatro se trasladan en ómnibus salvo que la distancia sea superior a los 700 kilómetros el jueves por la noche y están de regreso el lunes a la mañana con la estada paga, por supuesto, pues en el lugar de designación no sólo dirigen, sino que también ofrecen capacitación para los referíes locales.
Amén de un obvio excelente estado físico, la institución madre del rugby nacional les exige dominio del inglés. A cambio de todo, les abona un salario por ser oficiales de desarrollo coaching a sus pares y una remuneración específica por partido arbitrado; la UAR y los jueces eludieron revelar la cifra.
Por lo pronto, ya está definido que Jabase, de 35 años, oficiará, designado por la IRB, de segundo juez de touch en dos atractivos test-matches: el 12 de noviembre próximo, en Francia v. Canadá, y el 26, en Italia v. Fiji. Serán las primeras tareas en el plano internacional de un referí argentino profesional (ver aparte sobre su actividad habitual en Francia). Además, Ponce de León y Borzani viajarán ese mismo mes a Inglaterra para una evalución internacional y una capacitación, en un intercambio.
Federico Cuesta, el más joven de los cuatro, con 28 años (es hijo de otro árbitro, Norberto, de 55), se anima a soñar: “Tengo como meta lejana representar como referí a la Argentina en una Copa del Mundo, pero me pongo metas cortas para llegar. Quería ser árbitro profesional y lo cumplí; ahora quiero capacitarme y tomar toda la experiencia que pueda para formar parte del panel internacional, dirigir test-matches y estar en un mundial. Me encantaría, por lo que significa y lo que se vive en él. Ya me pasó en el Sub 21 de Mendoza de este año”.
La UAR planea ampliar en los próximos años la cantidad de referíes rentados, aunque no incluir a todos sus jueces. Será un desafío, en un nuevo ámbito de convivencia de profesionalismo con amateurismo en la Argentina. Y con resultados por ver.
Por Xavier Prieto Astigarraga
De la Redacción de LA NACION
Daniel Jabase ya era rentado en Francia
Si bien todavía resulta novedoso en el ámbito nacional, para el cordobés Daniel Jabase es ya un hábito cobrar por dirigir. Desde hace un tiempo se desempeña alrededor de medio año por temporada en Francia, arbitrando en la segunda y la tercera categorías de ese país (son profesionales), donde obtiene unos 2000 euros por mes. Allí pagan 34 centavos por cada kilómetro de viaje y entre 39 y 300 por partido dirigido, según su trascendencia. Ojalá no se corte esto en el país. Quiero mantenerme en el referato lo más que pueda, dejar bien representados a los argentinos y abrirles las puertas, deseó el juez.