A partir de que Australia y Nueva Zelanda armaron sus propios certámenes locales para 2021 a causa de la pandemia, la franquicia argentina quedó en un limbo del que no le resultará sencillo salir si pretende seguir existiendo. De cualquier forma, su esencia cambiará indefectiblemente. La columna de Alejo Miranda.
Tweets enigmáticos, audios apocalípticos, consultas, comunicados, desmentidas, silencios. Fueron 72 horas frenéticas alrededor de un rumor: la desaparición de Jaguares. Conviene, antes de caer en semejante conclusión, separar la paja del trigo. Revisar los hechos concretos, desechar los falsos, analizar las ramificaciones posibles y recién entonces esbozar algún desenlace.
La primera certeza en este contexto es la incertidumbre. Hasta tanto no haya una salida visible a la pandemia, es imposible trazar cualquier mapa de ruta. Sea la aparición de la vacuna, la inmunización general o la contención del virus. Por su naturaleza, de ser el equipo que más viaja (del Super Rugby y no es aventurado afirmar que de cualquier competencia de cualquier deporte del mundo), Jaguares está en una situación de extrema vulnerabilidad. Estar en el lado opuesto del globo de Oceanía y su precaria condición sanitaria complica la situación todavía más.
Después, hay situaciones concretas que son ineludibles. Nueva Zelanda y Australia diseñaron sus propios Super Rugby internos para este año y lo repetirán, al menos en una instancia de temporada regular, en 2021. Esto responde principalmente a cuestiones sanitarias. Es imposible atravesar fronteras hasta tanto no se resuelva esta situación. También hay razones económicas, las provocadas por la parálisis y las preexistentes. El triunfo de Bill Beaumont en las elecciones presidenciales de World Rugby tampoco contribuyó al hemisferio en este sentido. Finalmente persisten cuestiones deportivas. Para Australia y Nueva Zelanda, tener que viajar a la Argentina y Sudáfrica es un desgaste contraproducente. Con una diferencia: Nueva Zelanda puede darse el lujo de tener una liga propia que sea autosustentable y productiva para desarrollar jugadores a la vez. Australia no.
En Sudáfrica, los jugadores recién regresarán a los entrenamientos a partir del 1º de junio y todavía no hay competencia a la vista.
Otro dato concreto es que un grupo de jugadores argentinos fue advertido por la UAR que sería imposible mantener sus contratos y deberían renegociarlos, y les dieron libertad para buscar otro destino si así lo quisieran. Desde que se paró el rugby, ya tuvieron un recorte del 30% de sus salarios. Se puede argüir que, de cualquier manera, muchos se habrían ido igual, y es cierto, pero esto acentúa la situación. Por otro lado, la crisis también afecta a los clubes de Francia e Inglaterra, que estarán más reticentes a contratar a jugadores extranjeros.
Ante este escenario, Jaguares queda en una nebulosa. La mejor opción para 2021 es que el Super Rugby se juegue de manera local la temporada local y que se habiliten los cruces entre países para los playoffs como para darle sentido a la Sanzaar y unirse una vez con los sudafricanos. Pero tendrían que jugar todos los partidos en tierra Springbok, por lo que el atractivo para el público (y para la televisación y para los sponsors) disminuiría notablemente.
Porque también podría ocurrir que no se puedan concretar los cruces entre los distintos países ni siquiera a la hora de los playoffs y hay que ver si entonces Sudáfrica elije hacer su propio Super Rugby teniendo una competencia interna muy fuerte como la Currie Cup. Si Jagaures es aceptado allí, debería hacerlo en la Premier Dvision para que sea provechoso y no en la First Division como ocurrió con Jaguares XV en 2019. Igualmente, Sudáfrica necesita tener a sus jugadores en competencia todo el año, mientras que la Currie Cup tradicionalmente se juega en la segunda mitad. Además Sudáfrica tiene vínculos con Europa, con dos equipos en la Liga Celta y un coqueteo reciente con el Seis Naciones.
¿Qué otra opción le queda, si no es Sudáfrica? Por qué no hacer lo propio en Australia o Nueva Zelanda. Pampas XV también tuvo una experiencia similar de dos años en el Pacific Challenge (2013 y 2014), cuando hizo base en Sydney. Más costoso aún, más incómodo para la TV. Otra opción: la Liga Celta (o Guiness Pro 14), que tiene equipos de Irlanda, Gales, Escocia, Italia y Sudáfrica. ¿Por qué no una franquicia con base en España? Hay que usar la imaginación.
Todo esto permite llegar a una primera conclusión ineludible: aun ante el mejor escenario posible, Jaguares 2021 será un equipo distinto al que conocimos hasta aquí. No jugar en la Argentina, al menos no regularmente, ya cambia todo. Que no esté la gran mayoría de los mejores jugadores, también.
Y persiste a su vez el riesgo mayor: que sea por falta de competencia, de jugadores o de sponsors, Jaguares se torne inviable y desaparezca. No es un escenario deseable, pero no se puede desestimar la posibilidad.
Entretanto, conviene buscar alternativas o se corre el riesgo de retroceder al escenario anterior a 2016. La existencia de un plantel profesional en la Argentina con competencia de primer nivel es fundamental para que los Pumas tengan una base amplia de jugadores (más allá de los que actúan en Europa) y puedan ser competitivos a nivel mundial, esto es, a nivel de las potencias del Rugby Championship.
¿Qué pasará en 2022? La respuesta en primer término depende del coronavirus. Luego, de lo que ocurra con Australia y Nueva Zelanda en sus competencias internas. Cuanto más éxito tengan deportiva y financieramente, más difícil que regrese el Super Rugby tal como se lo conocía hasta hoy.
Por: Alejo Miranda
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