Es habitual que nuestro país sea el destino elegido por muchos equipos extranjeros para venir de gira de rugby u otros deportes. Los colegios británicos viajan para disfrutar de las bondades turísticas de Argentina y países limítrofes, y son recibidos por clubes o colegios locales, muchas veces con alojamiento en casas de familia, lo que hace más profundo el intercambio cultural y deportivo.
Una de esas giras, organizada por Play Argentina, llevó a Mendoza al Haileybury School, un colegio cercano a Londres en cuyas instalaciones se entrenaron Los Pumas durante el Mundial 2015. Tras haber jugado en Chile, los visitantes fueron recibidos por Los Tordos y en uno de los partidos contra el M17 local se produjo la lesión de Luke Igolen-Robinson, próximo a cumplir 16 años.
De inmediato se puso en acción un operativo que seguramente hubiera existido en muchos otros clubes de distintos lugares de nuestro país y que puso de manifiesto el espíritu solidario que distingue al rugby argentino. Tras ser muy bien atendido por el médico en la cancha (luego los médicos destacaron que lo hecho inicialmente fue clave) Luke fue trasladado a una clínica privada donde se comprobó que tenía una fractura en una vértebra cervical.
Los estudios determinaron que el joven inglés no tenía comprometida la médula ni otros inconvenientes pero por la gravedad de la fractura debía permanecer internado en terapia intensiva hasta determinar si debía ser operado o podía viajar para ser atendido en su país.
En todo momento Luke estuvo acompañado por su padre, Carl, quien afortunadamente lo acompañaba en la gira como uno de los entrenadores del equipo de Haileybury, que horas después de la lesión viajó a Rosario para continuar con la gira.
Los objetivos pasaban a ser dos: el primero, y el más importante, la atención de Luke y el segundo la contención suya y de su padre, quien de repente se encontraba solo, con su hijo internado y en un país extraño. Dirigentes, entrenadores, padres, managers y médicos de Los Tordos (también la agencia organizadora del tour) desplegaron un operativo para acompañarlos y estar atentos a cada necesidad. También algunos de los chicos fueron a la clínica y uno de ellos, el capitán del M17, le llevó de regalo su camiseta.
La noticia tuvo mucha repercusión en las redes sociales así fue como la Unión de Rugby de Cuyo y los médicos de la Unión Argentina de Rugby y la RFU (la unión inglesa) se interiorizaron en el caso. Luke, quien jugó este año para la Academia de Saracens, fue intervenido exitosamente por el Doctor Sergio Terraza, y al día siguiente inició la recuperación con una linda sorpresa, la visita de Tomás Cubelli, Juan Figallo y Diego Fortuny, integrantes de Los Pumas que estaban en Mendoza para jugar con los Springboks. Tanto Cubelli como Figallo superaron lesiones cervicales durante su carrera y su visita, y su testimonio, fueron una gran inyección de ánimo para Luke y también para su padre.
Esta visita no quedó allí ya que unos días más tarde, horas antes del partido ante los sudafricanos, Luke recibió el alta y si bien no fue autorizado a asistir al estadio siguió atentamente a Los Pumas por televisión y tras la victoria ante Sudáfrica le envió un mensaje de felicitación a Cubelli, quien le respondió inmediatamente. El joven inglés quedó gratamente sorprendido de que en medio de la euforia por el triunfo el medio scrum argentino se haya tomado el tiempo de responderle.
Fuera del hospital, y esperando que la compañía de seguros arregle todos los detalles del regreso a casa ya que incluso debió viajar una enfermera desde Estados Unidos para acompañarlo en el vuelo, Luke y Carl se quedaron en la casa (la misma donde Luke había estado alojado antes de su lesión) de uno de los dirigentes del club mendocino (Juan Aliaga) y allí tuvieron tiempo para visitar nuevamente el club Los Tordos, conocer el estadio donde unos días antes habían jugado Los Pumas, compartir largas charlas (Carl aprendió de manera sorprendente el español) y despedirse con un gran asado junto sus nuevos amigos mendocinos (César, Tano, Pancho, Pitu entre otros) antes de regresar a casa para terminar un viaje que recordarán para siempre.
Por Juan Pablo García
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