El fijiano estuvo en las playas de Brasil junto a los niños para promocionar el deporte que volverá a ser olímpico en los Juegos de Río de Janeiro 2016.
El tipo es feliz. Su enorme sonrisa de dientes blancos es una luz casi incandescente. El apellido se convirtió en marca y el seven le debe una enorme deuda de gratitud. Con apenas cinco horas en el país, junta a los casi 80 chicos para un foto y grita: um, dois, três… y todos gritan rugby. El sol empieza a bajar en el Posto 2 de Copacabana y el fijiano Waisale Serevi está feliz. Corre con la pelota en la mano, trata de comunicarse con los chicos, muestra las habilidades que lo hicieron ídolo mundial y uno de los mejores jugadores de seven de todos los tiempos.
En 1977, a los 9 años, noté que todos en Nasole, mi pueblo a 15 minutos de Suva (la capital de su país de nacimiento) estaban contentos, rememora sentado en la arena, jugueteando con una pelota. Fiji le había ganado a los British Lions. Todo el país estaba de fiesta y alegre. Ahí note que con el rugby se podía alegrar a la gente y quise, desde entonces, conseguir eso.
Waisale habla con naturalidad. Visitó Sudamérica por primera vez hace exactamente 20 años. Por entonces ya era con el neozelandés Eric Rush el mejor en el rugby reducido. Sabía que jugaba muy bien y hacía cosas en la cancha de rugby que no se le ha visto a otros. Muchos lo consideraban arrogante, pues en ese primer torneo en Punta del Este, que ganó con los Fiji Cavaliers, se regodeó en la final con una de las suyas: cortado en mitad de cancha y sin nadie cerca, pateó un rastrón y después levantó con una mano para apoyar, en el medio de una ovación. De esas, hubo miles en una eterna carrera. Estaba dán-dole alegría a la gente.
Ni Navidad ni Año Nuevo; yo no dejaba nunca de entrenar. Le agradezco al Señor por haberme dado el don del rugby, pero también trabajé mucho. Es el primero de varios agradecimientos al Señor de este católico metodista, muy creyente como todos en el Pacífico Sur.
Debutó para Fiji en 1988, pero recién cuando viajó a Hong Kong por primera vez a jugar seven, cambió su vida. Con buscar en YouTube imágenes de Waisele Serevi entenderán por qué el seven se transformó en lo que es hoy. Campeón del mundo de seven en 1997 y 2005, es el único de su país en el Salón de la Fama del IRB.
En aquella época fuimos pioneros pero también precursores. Una época muy linda, recuerda con nostalgia. Que hoy esté en los Juegos Olímpicos es grandioso. Me tocó en suerte vivir ese crecimiento como jugador y participar del proceso olímpico.
Al retirarse entrenó al seleccionado de su país y mal asesorado tuvo problemas serios en su país. En un torneo en Estados Unidos se cruzó con uno de los socios fundadores de Starbucks y su suerte cambio. Con el empuje de este multimillonario, crearon Serevi, una empresa dedicada al desarrollo del seven. El fijiano mudó a su familia a Seattle y la empresa fue creciendo día a día, al punto de ya tener 30 empleados, todos dedicados al alto rendimiento específico de seven.
Fue una bendición conocer a Chris y Julie Prentice, además de Semi Lotawa, quienes armaron esta empresa. Pronto sumamos a Santiago Gómez Cora (tryman histórico del circuito mundial) y a Ben Gollings (ré-cord de puntos) y entre todos trabajamos para ayudar a desarrollar este deporte que tanto amamos.
Serevi viajó hasta Río de Janeiro y San Pablo la semana pasada para lanzar junto al banco HSBC una serie de festivales de rugby que se repetirán en Hong Kong, sede del banco, Nueva York y probablemente Australia. Si bien a los 45 podría jugar tranquilamente porque el físico parece estar intacto -de hecho, cada tanto se prende en un torneo- ahora se dedica a la ense-ñanza y lo hace con enorme facilidad.
Sin hablar una palabra de portugués logra empatía con los chicos, la mayoría pertenecientes a las favelas de Cantagalo y la Rozinha. Queremos darles a los chicos la oportunidad de que conozcan el rugby y lo disfruten, explica Andrea de Vicentiis, Director de Planificación de Marketing de HSBC. Serevi y el banco están empezando una relación que ya se nota será fructífera. No es lo primero que hace el banco con el deporte ovalado: son auspiciantes del circuito mundial de seven y de los torneos en Hong Kong y Dubai, entre otras cosas. En Argentina, auspician el Abierto de Polo.
Serevi es palabra autorizada en seven. El pedido es sencillo: armar el mejor seven de la historia. En los forwards lo pongo a Jonah Lomu y Bill Satala (Fiji) de pilares y Eric Rush de hooker; de medio va Agustín Pichot y yo de apertura… ¿como no voy a ponerme para jugar con estos grandes jugadores?, se pregunta sin esperar respuesta. De centro va Christian Cullen y de wing Rupeni Caucaunibuca. Y entrenador Gordon Tiejtens. Equipazo si los hay.
Ve un gran futuro en el rugby reducido. Esto de los Juegos Olímpicos es excelente; llevará el rugby a muchos países y eso es muy bueno. Esto que estamos haciendo con HSBC es también muy positivo ya que levantará el perfil, importantísimo por lo que viene.
Y sin dudar sentencia: No tenés idea lo que me hubiera gustado tener edad para jugar en los Juegos Olímpicos de 2016. Termina así la charla. Trotando, como si flotara en la arena de Copacabana, se va jugueteando con la pelota. Natural y gracioso. Feliz.
Por: Frankie Deges (*) Enviado especial a Río
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