En este nuevo aniversario que se cumple hoy del golpe militar que derivó en una dictadura que azotó al país entre 1976 y 1983, el rugby tiene el triste récord de ser el deporte que sufrió más desapariciones y asesinatos.
El largo y extraordinario trabajo de investigación que desde hace años viene realizando Carola Ochoa acaba de alcanzar la cifra de 163, con dos casos encontrados recientemente en los clubes de La Tablada y Urú Curé, ambos de Córdoba. La lista incluye a jugadores de 70 clubes de 12 provincias de la Argentina. Pronto, Ochoa editará un libro para el cual separó 45 de esas historias. Será otro testimonio valioso que se unirá a otros libros y artículos que se fueron publicando a lo largo de este siglo, principalmente desde que salieron a la luz las muertes y las desapariciones de rugbiers de La Plata Rugby Club, en la primera parte de los 70. Estos episodios están relatados en la enorme obra “Maten al rugbier”, del periodista Claudio Gómez.
Las desapariciones de jugadores de rugby durante la dictadura también trascendieron públicamente cuando en julio de 2019, en su último viaje a la Argentina, varios integrantes de los All Blacks visitaron el Museo Sitio de Memoria ESMA. Los neozelandeses quedaron conmocionados con las historias que conocieron y de las que no estaban al tanto con respecto a su deporte.
Unos meses después, en febrero de 2020, dirigentes de la Unión Argentina de Rugby (UAR) recibieron, tras varios pedidos, a familiares y organizaciones de derechos humanos. El presidente Marcelo Rodríguez, quien finalizará su mandato la semana próxima, se comprometió a responder a los reclamos para realizar algún homenaje. Luego llegó la pandemia y hasta el momento no hubo ningún otro gesto de la UAR. A aquella reunión concurrió Taty Almeida, referente de las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora. Su hijo, Alejandro Martín, jugaba al rugby en el Club Atlético Porteño. Está desaparecido.
Ochoa cuenta que la historia más extensa que publicará en su libro será la de Enrique Jarito Walker: “No sé cómo todavía no hicieron una película sobre él”. Apertura, de buen kick con ambas piernas y especialista en drops, Walker empezó a jugar al rugby en Alumni y después se destacó en Pueyrredón, donde fue entrenado por el legendario Angel “Papuchi” Guastella. Descendiente de ingleses, fue Secretario de Redacción de la revista Gente y cubrió la guerra de Vietman –adonde fue en busca del fotógrafo de LA NACION, Ignacio Ezcurra, desaparecido en la ex Saigón, hoy Ho Chi Minh–, el Mayo Francés y el Cordobazo. Walker militaba en Montoneros y fue secuestrado el 17 de julio de 1976 en un cine de Moreno. “¡Soy Enrique Walker! ¡Llamen a los diarios, me secuestran…!”, fue lo último que se le escuchó. Sigue desaparecido.
La tarea de Ochoa se completa con el torneo homenaje a los rugbiers desaparecidos que este año espera concretar su séptima realización. Por la memoria.