Gabriel Travaglini es vicepresidente de la Unión Argentina de Rugby y actualmente se encuentra en Japón junto al plantel de Los Pumas, como presidente de la delegación.
“Tanto jugadores y staff me han hecho una cálida bienvenida. Los chicos fueron muy abiertos conmigo, me pude integrar rápidamente y me hicieron sentir como uno más. Hay una muy buena sincronía entre todo el equipo, el staff y los jugadores”, sostiene Travaglini.
Él es uno de los seis #PumasParaTodaLaVida que integran el staff del Seleccionado Nacional y con una historia particular: participó de la primera Copa del Mundo, disputada en Nueva Zelanda, en el año 1987.
Con un apellido de mucho renombre en el Club Atlético San Isidro, Gabriel empezó desde muy chico a jugar en la institución de la zona norte de la Capital Federal: “Al CASI me llevó mi abuelo cuando yo tenía 9 años. Luego, tuve que dejar de jugar porque tenía clases en el colegio los días sábado. Por suerte, retomé a los 14 y desde ahí no frené más. Más tarde, en septiembre de 1977, debuté en la primera”.
Pero no todo pasaba por sus actuaciones en el torneo organizado por la Unión de Rugby de Buenos Aires. A mediados de los 70´, Travaglini ya comenzaba su travesía con los colores argentinos, representando al equipo juvenil entre 1975 y 1976, año en el que también fue capitán. Tan solo dos años después y con solo tres partidos en primera del CASI, el destino quiso que Gabriel vista la camiseta más linda, la celeste y blanca, la de Los Pumas. El 14 de octubre de 1978 ante Inglaterra.
Sobre su paso por Los Pumas, Travaglini recuerda: “Tuve la suerte de jugar en el retorno de Pochola Silva. La verdad que nos enseñó muchísimo. Nos ayudó con toda la experiencia que tenía. Él iba a ser el Head Coach en el Mundial de Nueva Zelanda 1987. Sus charlas eran muy motivadoras antes de comenzar cada partido”.
Por su parte, en 1985 se anunciaba el lanzamiento de los mundiales de rugby y eso conllevaba una mezcla de algo desconocido, pero a su vez increíble para este deporte. Gabriel iba a integrar el plantel, pero antes debían sortear diferentes instancias: “Nos convocaron en octubre de 1986 para hacer unas pruebas físicas y luego, en febrero del 87´ volvimos para hacer una pretemporada y ahí se definió el equipo. Empezamos a jugar amistosos. Cada uno jugaba el sábado en su club y al día siguiente íbamos a diferentes provincias contra distintos equipos de esos lugares”.
A casi 32 años de esa primera cita mundialista, el actual vicepresidenete de la UAR reflexiona: “No tomábamos mucho conocimiento que era un primer mundial. Fue una sorpresa porque era todo desconocido. No había información, no había datos y no había video análisis. La alimentación era más cuidada por el médico que era el Negro García Yáñez. Nos daba suplmeneto vitamínicos, que cualquier persona podía ingerir”.
En cuanto a la preparación física, Travaglini expresa que “cada uno se entrenaba y trabajaba por su cuenta. Las jugadas las hacían entre ellos sin saber cómo jugaba el rival”.
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