El glorioso tercer puesto de los Pumas en Francia 2007 quedó como un ícono para siempre; fue la despedida del período más exitoso del conjunto nacional. No hubo nadie que no se haya sentido un Puma, al menos por un momento. O cuando escuchaba el Himno no se haya dejado emocionar como Martín Scelzo, Rodrigo Roncero y Horacio Agulla, por ejemplo. Todos vibraron, a muchos se les escapó una lágrima también. Esa frenética atracción por el seleccionado argentino es el mensaje más sublime de un grupo que no sólo conquistó su lugar en el mundo, sino que también llenó el corazón de una nación.
No hubo secretos indescifrables en la concreción de la majestuosa aventura de los Pumas. Los cimientos del éxito porque el bronce tiene el brillo de la gloria se constituyeron a partir de la unidad imperturbable del plantel, de la convicción y el compromiso de sus integrantes (desde el jugador más valioso, hasta el último colaborador) y el sacrificio. Durante cuatro años, los movilizó un profundo deseo de superación, para liberar el alma de la desazón que significó haber fracasado en la Copa de 2003. Nada los detuvo, nada de lo que tanto que les sucedió les hizo perder la línea.
En Francia, la selección argentina cumplió con el Mundial de su vida; todos sus integrantes alcanzaron su máxima expresión. Y hubo algo que diferenció al conjunto de nuestro país: su sentido de equipo. La unión de los 30 héroes mundialistas, sustentada sobre la convicción por trascender, es lo que permitió llegar a donde jamás se había podido o hasta donde muchos ni creyeron que se podía. Pero para los Pumas, para estos Pumas, no existen barreras insuperables.
El valor que tiene ocupar el tercer escalón universal abre las fronteras. Las siete demostraciones de entereza del conjunto nacional dejaron un legado eterno. Porque el esfuerzo, la entrega, la solidaridad son baluartes que se recordarán por siempre, la herencia para futuras generaciones. Los Pumas son un ejemplo para imitar, y eso tiene una importancia tan relevante que puede desplazar a un segundo plano lo que tiene que ver estrictamente con la estadística. El mejor resultado se encuentra en la admiración por estos luchadores.
Hay algo que va a estar para toda la vida en el corazón de todos. Hay algo especial; este grupo es especial. Esto va a ser inigualable, confesó hace pocos días Agustín Pichot, palabras que resumen con excelencia lo que significó el logro, una recompensa merecida para tantos años de esmero, de sobreponerse a las adversidades. También es un capítulo final brillante para el mejor ciclo que haya tenido la selección; los ocho años de conducción de la pareja Marcelo Loffreda y Daniel Baetti permanecerán como un referencia ineludible.
Sin embargo, en el compilado de valores no sólo se encontrarán los relacionados con las cuestiones sentimentales; por su juego el conjunto nacional también será reconocido. La defensa es el estandarte del equipo, ese aspecto técnico lo volvió casi invulnerable.
La Argentina pasó la primera rueda en la Zona de la Muerte en forma invicta, luego dejó en el camino a otro combinado en ascenso (Escocia) y, aunque en las semifinales el decaimiento llamó la atención y a la vez dejó un indisimulable dolor, la manera en la que se puso de pie ha sido otra muestra de su grandeza. Cuando, después del duro golpe frente a los Springboks, los franceses y muchos presumían que iban a tomarse revancha porque podían sacar provecho de la frustrante derrota, Pichot & Cía. se mostraron más enteros que nunca. El nivel exhibido en el Parc des Princes ha sido de lo mejor de la última década. Fue una victoria soberbia, para colgarse del pecho la medalla de bronce y para escalar a lo más alto entre los poderosos. Francia 2007 será un antes y un después en la vida de los Pumas, como para el rugby argentino.
Por Santiago Roccetti
De la Redacción de LA NACION
Loffreda, al frente del ciclo más relevante
La actuación en Francia 2007 cerró ocho años con la conducción de Marcelo Loffreda, el período más productivo en la historia de los Pumas, con un total de 72 test-matches, en los cuales se obtuvieron 47 victorias y 25 caídas.
14 son los partidos que jugó Agustín Pichot en Copas del Mundo, el récord para un Puma
"No hay nada mejor que terminar asi. es el final de una historia de esfuerzo y sacrificio. pero con este tercer puesto nos regalamos una alegria para toda la vida."
La Argentina no deja de sorprender
Lo que sucede con la Argentina es algo totalmente atípico, sinceramente asombroso. Porque se trata del único seleccionado, entre las naciones del primer nivel, que no participa de ninguna competencia periódica estable y, sin embargo, demuestra tener un gran nivel. Lo que sucedió en la última Copa del Mundo no fue una sorpresa, desde hace tiempo se sabe que los Pumas pueden competir en lo más alto. Por todo lo hecho, sería algo desilusionante si no pueden insertarse en algún torneo como el Seis Naciones o el Tres Naciones.
Particularmente, me encantaría ver al equipo argentino con Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica en un ampliación del Tres Naciones. Los tres equipos tienen sus estilos particulares y resultaría un aporte muy interesante para la competencia si el seleccionado argentino se incorporara para añadir su juego sensacional a esa combinación que ya existe.
El autor es ex capitán de Australia para La Nación.com.ar