Hay quienes dicen que llegar a Eurodisney es como cambiar el mundo por un momento. Los Pumas ya lo hicieron con su irrupción a las semifinales de la IRB Copa Mundial de Rugby.
PARÍS – Hay quienes dicen que llegar a Eurodisney es como cambiar el mundo por un momento. Los Pumas ya lo hicieron con su irrupción a las semifinales de la IRB Copa Mundial de Rugby, pero esta vez fue el turno de disfrutar con sus familias y seres queridos.
Alrededor de las 11 de la mañana, el plantel argentino con sus respectivas familias pisaron el fantástico suelo de la máxima atracción de los niños en Europa: Eurodisney.
Allí, donde cerca de 12 millones de personas se acercan cada año para disfrutar de la magia del mundo de los niños, Los Pumas empezaron a relucir sus sonrisas como una gran familia, algo que repiten dentro y fuera de la cancha, incesablemente.
La gran delegación posó para la foto frente al castillo principal, junto a los personajes Mickey y Minnie, para luego empezar a recorrer las 52 atracciones que se dividen en cinco parques temáticos.
Con el capitán argentino, Agustín Pichot, como el más buscado por los cazadores de autógrafos, varios jugadores estamparon sus firmas para los simpatizantes, se sacaron fotos, y hasta accedieron al requerimiento de la prensa, presente en el lugar.
Pero ese no era el momento de hablar de rugby. Allí no existía el Tres Naciones, el Seis Naciones, los Loffreda, los Chabal, o los Wilkinson, porque las figuras tenían otros nombres.
Tomás y Mateo, fueron los Longo más famosos esta tarde porque papá Gonzalo y mamá María estaban contentos junto a ellos. Una de las más requeridas fue Emma, hija de Martín Schusterman y su mujer Consthanza, quien con un poco más de un mes de vida, nació durante la Copa del Mundo, cuando Los Pumas jugaron ante Georgia. Así, cada uno de los integrantes del plantel le dieron un lugar de privilegio a sus afectos, después de tantas horas dedicadas al rugby.
Con todo el parque decorado a la espera de la fiesta de halloween , los jugadores de Argentina y sus familias hicieron una extensa excursión que además de recrear su trajín de los últimos meses, tiene un trasfondo deportivo, de cara al último compromiso del gran Mundial que están haciendo.
La apuesta lo mental no es algo nuevo en la estrategia de Loffreda y el resto del staff técnico de Los Pumas. Las gestiones para traer a todas las familias de los jugadores se hicieron la semana pasada, con dineros de las arcas del denominado Fondo Puma, al que todos los jugadores aportan desde hace tiempo. En una estructura que aún no es profesional, el equipo argentino destinó parte de esos ahorros propios en sus familias. Muchos de ellos tienen a sus familias en Europa, por jugar en clubes franceses o ingleses, pero otros no.
Así fue que Los Pumas invirtieron en sus seres queridos para que los acompañen en los últimos diez días de competencia. Un gesto que no muchos conocen y que no abunda en un mundo de contratos y transmisiones de televisión. Tal vez el secreto de su éxito, o solo más de lo que vienen pregonando con hechos y palabras.
Argentina juega al rugby con el corazón, y eso no es una frase hecha. Puede verse también en las pequeñas cosas. En un tackle, en la forma de cantar el himno, en las lágrimas de Pichot en una conferencia de prensa, en la bronca de Ledesma por no tener una competencia internacional de nivel, o en una visita por Eurodisney.
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