Marcos Bulacio (55) es de Tucumán, pero cuando estaba de visita en Salta empezó a sentir que le faltaba el aire. Fue un 19 de octubre de 2019, y ese día no imaginó que al año siguiente su caso iba a ser comentado en numerosos ateneos médicos. Tampoco pudo suponer que, un tiempo después, iba a tener que enfrentar el doble desafío de recuperarse de un trasplante de corazón y superar el Covid-19.
Pero para contar la historia de este hombre hay que empezar por su vida deportiva. Antes de llegar a Córdoba en busca de una solución médica, Marcos dedicaba sus días a ser entrenador de rugby infantil y juvenil. Así que cuando los chicos y las familias se enteraron que al coach le empezaba a faltar el aire, hace un año atrás, todos se pusieron a disposición de él.
El fin de semana siguiente, ya en su tierra natal, consultó al médico. Y ese fue el inicio de un tratamiento que incluyó internaciones, diagnósticos y una cirugía mayor. “En Tucumán me hicieron una resonancia magnética y me dijeron que el diagnóstico era amiloidosis. La extraña enfermedad debía ser investigada, y por eso viajé a Córdoba”, explicó sobre aquel inicio.
“El pasado 6 de julio llegué a Córdoba y pasaron sólo tres días. En ese tiempo el equipo médico tuvo una idea completa de lo que me pasaba: amiloidosis cardiaca. Así que pronto comencé con el tratamiento, que requirió sesiones de quimioterapia”, recordó.
Tomando distancias de aquellos primeros días, Marcos puede ver en la actualidad que el cuadro del que se continúa reponiendo fue complejo. Pero en medio de los trámites médicos y del tratamiento, él y su familia iban viviendo el día a día. Nunca se desesperaron ni cayeron en falsas expectativas, según recordó el paciente.
“El 22 de julio fue la primera sesión de quimioterapia y hasta ahí el panorama parecía bueno. Pero seis días después los médicos vieron que estaba descompensado. La última opción que quedaba era hacer un trasplante de corazón, y pasé a ser número uno en la lista de prioridad”, relató el entrenador de rugby.
Cirugía mayor
El pasado 20 de septiembre, a las 21, a Marcos le dan una noticia que jamás va a olvidar. Habían encontrado un corazón para él. Luego de 54 días, llegó lo que tanto esperaba.
La reacción de su entorno fue “muy buena”. Los cuatro hijos y su esposa organizaron todo y se mudaron a Córdoba. El 21 de septiembre, a las 3.30 de la madrugada, ingresó al quirófano, donde estuvo hasta las 9.30.
“En Tucumán reinó la algarabía porque desde que se supo de la enfermedad se habían armado grupos de WhatsApp para crear redes de solidaridad. Recibí muchas muestras de cariño y de apoyo. Los grupos de rugby estuvieron casi tan presente como mi familia”, contó emocionado.
Al salir del quirófano, tuvo que partir hacia la Unidad Coronaria (UCO) del sanatorio. Tras ser examinado por el plantel médico, el 29 de septiembre se le realizó una biopsia. El análisis determinó que el organismo del entrenador daba cero rechazo al órgano nuevo.
El 2 de octubre le dieron el alta hospitalario. “Todos sabíamos que los cuidados tenían que continuar al pie de la letra. Así que mi familia me apoyó y me acompañó con entusiasmo”, agradeció Marcos.
“En gran parte, el éxito de los procedimientos médicos que se hicieron con Marcos tuvieron que ver con él. Fue un paciente que respondió a cada pedido y nunca bajó los brazos. Afrontó con ánimo cada etapa del tratamiento”, valoró el cardiólogo que lo trató, Eduardo Moreyra.
Covid-19 positivo
Pero el 9 de octubre un hisopado le dio positivo para coronavirus. Días atrás, uno de sus hijos se había hecho el estudio y había obtenido el mismo resultado. Tras la novedad, que generó lamento y preocupación para la familia, se aisló en otro departamento junto con su esposa.
“Cuando supo del diagnóstico positivo de Covid-19, se tomaron todas las precauciones del caso. Pero como en los pacientes inmunodeprimidos, él tampoco tuvo síntomas de ningún tipo. Fue completamente asintomático”, contó Moreyra.
“No se agregaron síntomas que me hayan hecho sufrir nuevas dolencias. No hubo fiebre, y la enfermedad fue asintomática. Sí había una presión psicológica que era grande, pero sabíamos que estábamos en el mejor lugar posible y en el mejor momento”, analizó.
Con frecuentes palabras de agradecimiento, Marcos recuerda a cada uno de los médicos que trataron su caso. Desde los primeros galenos que lo atendieron en Tucumán hasta los que asentaron su firma en el alta médica.
“El Sanatorio Allende pudo afrontar este proceso de manera efectiva gracias a su funcionamiento. Contamos con ateneos en los que se exponen los casos y con un equipo de especialistas que aportan su experticia. Pero también hay que destacar la labor del equipo médico de Tucumán, que dio los primeros pasos en el tratamiento de su dolencia”, completó Moreyra.
“Estoy agradecido con el sanatorio, con los médicos y con las enfermeras. Nos han tratado a todos muy bien, muy profesionalmente. No me quiero olvidar de la gente que ha podido traerme desde Tucumán, de los profesionales de Tucumán, de los grupos de rugby”, nombró envuelto en la emoción.
Para Marcos, esta secuencia fue un renacimiento. Es un convencido de que lo que le permitió sobreponerse fue el cariño de la familia y de su entorno. Hacia adelante, se siente comprometido con el proceso de recuperación y espera retomar su vida cotidiana cuanto antes.
Gentileza – Diario (La Voz del Interior)