Mateo Carreras vive su presente con serenidad. Lejos de la parafernalia que lo rodea en esta temporada. Es uno de los mejores jugadores de la Premiership y, a pesar de que su equipo Newcastle Falcons terminó último, lo eligieron en el Dream Team del torneo y como el autor del mejor try de la temporada: una corrida de más de 70 metros frente a Northampton Saints. En un deporte colectivo por excelencia, dibujó una jugada individual eludiendo a un tercio del equipo, que lo empezó a poner en los primeros planos del rugby inglés. Con su 1,73 m está por debajo del promedio en un deporte cada vez más físico. Sus 84 kilos comprimidos lo convierten en un wing explosivo. “De chico era uno de los más altos y después me quedé. En primero o segundo grado fui pasando al centro de la fila del colegio hasta que terminé primero”, cuenta Carreras en una larga entrevista con LA NACION.
Nacido en 1999, en Tucumán, Mateo Carreras es una de las grandes apariciones del rugby argentino post Mundial de Japón 2019. Formado en Los Tarcos, lleva el rugby en la sangre en una de las provincias donde más se vive este deporte. “La primera vez que mi papá me llevó tenía cuatro años. No me gustó. No me gustaba golpearme, estaba negadísimo. Mi papá se quería matar… Un día mientras mi hermana jugaba al hockey, me llevaron y jugaban al rugby en el mismo lugar. Mientras estaba viendo se me acercaron y me dijeron que me sume, que ese día no había tanto golpe. Mi papá se descuidó, lo llamaron a la media hora y le dijeron, “mirá cómo está jugando tu hijo, no le tiene miedo a nada”. Él decía: “No es mi hijo, no quiere jugar…”. Cuando me vio se puso feliz. Desde ahí no paré”.
—¿Qué jugadores admirabas de chico?
—En mi casa no se permitía mucho la televisión, lo que más veía era a los de mi club, Los Tarcos. Cuando arranqué a jugar en el 2004 seguía mucho al fullback de la primera, Gonzalo Maza, que hoy es amigo. En un momento se va a jugar a Italia y no lo podía creer, no se podía ir…
—¿Y de Los Pumas?
—El Mundial 2007 nos marcó a todos, recuerdo ir al colegio cantando “Una cosa que empieza con P, Pumas”. Estaba Lucas Borges, Martín Aramburú… me veo más parecido a ellos. El Mundial 2015 fue cuando empecé a seguir realmente y a mirar más atento. Veía a Nico Sánchez, que hoy es el hermano de mi novia. También mucho a Joaquín Tuculet y decía: “Quiero ser como él”. Veía que bajaba esas pelotas de arriba y quería hacer eso, quería jugar como Tuculet. Llegué a compartir plantel con él y al principio me daba vergüenza. Hablaba mucho con él sobre como mejorar algunas destrezas.
—¿Cómo fue la transición al sistema de Alto Rendimiento de la UAR?
—Me llamaron para entrenar con dos camadas más grandes y después de unas pruebas me dijeron: “Estas lejos del nivel que estamos buscando”. Me golpeó un poco, pero tenía el objetivo de jugar con el seleccionado de Tucumán, que tiene una mística especial. Con mi división salimos campeones del torneo juvenil y al año siguiente fui al Mundial con los Pumitas con una camada más grande. Era un equipazo, casi todos pasamos por los seleccionados mayores. Después en el Mundial de 2019 me sentía cerca pero lejos a la vez de los Pumas. Vos pensás que estás cerca, pero un bajo porcentaje de los Pumitas llega a los Pumas. A veces los chicos se confunden.
—¿En qué momento te propusiste vivir del rugby?
—Hubo momentos en que la pasaba mal por querer ser jugador de rugby. Estaba con mis amigos menores de 17 que ya salían y yo me llevaba mi pollo para la parrilla a un asado y no tomaba alcohol. Yo en un momento le decía a mi papá que pensaba que estaba perdiendo a todos mis amigos… Me costó un poco, pero perseguía el sueño de jugar en los Pumas, de jugar al rugby profesional. Hice el click en la Menores de 17 con muchos sacrificios y al año siguiente me subieron al plantel superior, que me ayudó mucho. Llegar a los Pumas es un trabajo durísimo, por lo que me costó a mí personalmente, de muchos altibajos y golpes duros. Te tenés que caer, volver a levantar y te caes de nuevo con la misma piedra y alejarte de muchas cosas que no querías alejarte. Es duro, pero cuando ves el final del camino, decís: vale la pena.
En la transición al rugby profesional hubo un momento de quiebre. Después de jugar en Mundial Juvenil en el 2019, Mateo Carreras se sumó al plantel de Jaguares para el Super Rugby de 2020. Hizo la pretemporada, pero no llegó a debutar cuando la pandemia dejó en el limbo a la franquicia argentina. Sin esa competencia de primer nivel, perdió terreno.
—¿Cómo fue la decisión de dejar el sistema y emigrar a Europa?
—Iba a ir al Tri Nations 2020 y me quedé afuera por poco. Me dijeron de jugar en Argentina XV y después volver al club o ir viendo como avanzaba todo… Yo estaba arrastrado por el piso por no haber quedado en los Pumas. En Argentina XV jugué de suplente y cuando volví a Tucumán me replanteé todo el sacrificio que había hecho. Santiago Gómez Cora me llamó para ir a un seven de Chile, con la base que iba a ir a los Juegos Olímpicos de Tokio. Santi estaba contento con mi nivel y como es muy metódico, me hizo una planificación para llegar de la mejor manera a los Juegos Olímpicos. Ahí me llegó el llamado de Newcastle Falcons. Ahí mi cabeza estaba entre la oportunidad de jugar un Juego Olímpico, algo que cualquier deportista desea, o seguir persiguiendo mi sueño de chico. Mi mamá me marcó mucho y me dijo que haga lo que sienta, que anote los pros y los contras de los dos escenarios y decida. Pensaba, ¿Y si salimos campeones de los Juegos Olímpicos y no estoy?, ¿Y si voy a Tokio, nos va mal y pierdo una chance de estar más cerca de los Pumas? Tenía algunos temores, pero elegí seguir persiguiendo el sueño que tenía que era jugar en los Pumas. Mis amigos me decían que estaba loco por dejar pasar la chance de un Juego Olímpico… Viajé el 17 de diciembre, el día de mi cumpleaños, y en julio de 2021 por la lesión de Emi Boffelli me convocaron. Ahí me dije: “Tantas noches sin dormir por la decisión que había tomado, valió la pena”.
—¿Cómo viviste la suspensión de 9 semanas que tuviste en la Premiership, por hacer contacto en la zona de los ojos a un rival?
—Con tres partidos jugados me suspendieron y en junio se me acababa el contrato. Estaba muy triste y trataba de explicar que yo no era así. A los pocos días se acercó Dean Richards, Director de Rugby del club y me dijo: “Tenés 20 años y lo que hiciste no parece nada grave”. Me vio con los ojos llorosos y me preguntó qué era lo que me tenía tan estresado. Le dije lo del contrato, que se terminaba en junio y me respondió: “Quedate tranquilo, te vamos a firmar por dos años más. Pensá en vos, volvé a la Argentina, comprá tiempo con tu familia, descansa y regresa para los dos últimos partidos que ya vas a estar disponible”. Fue una locura la confianza que me dieron, no me alcanza la vida para agradecerle. Encima a la siguiente temporada cuando estaba disponible me fui con los Pumas al Rugby Championship…Richards me bancó y dijo que lo ponía orgulloso que un jugador al que le había dado confianza llegue al seleccionado de su país. Antes de jugar contra Francia en el Stade de France me mandó un mensaje que decía, “Estoy muy orgulloso de vos y tu logro”. Lo quiero mucho. Después él se fue del club y fue durísimo, pero entendí que yo me debía al club.
—Le devolviste la confianza a Newcastle con tu nivel. ¿Qué cambió en esta temporada?
—El quedar afuera en la ventana de julio del año pasado me impulsó. Yo venía de jugar el cierre del 2021 como titular y me sentía bien. El quedar afuera me hizo reflexionar de que no era todo color de rosas, me hizo mirar para adentro para corregir todo. Quizás pensás que hay algunos aspectos de tu juego que estás bien, pero no es así. Me propuse mejorar en todo. Si quería seguir mi sueño no podía ser conformista. Jugué con Argentina XV en julio de 2022 y cuando volví me junté con Adam Radwan, que estaba en una situación similar a la mía en Inglaterra. Habíamos quedado los dos afuera y nos propusimos mejorar y ser los mejores wingers de la liga. Empecé a ser un poco más clínico en como leer los partidos y ser más autocrítico. Eso me hizo hacer un cambio, la autocrítica interna me llevó a jugar como quería jugar.
—¿En qué partes del juego hiciste foco?
—El juego aéreo no era el mejor y lo mejoré. Otro es que cuando pisaba para adentro y me agarraban, yo aflojaba. Empecé a ver eso y en lugar de pisar una vez, hacerlo más de cinco veces si era necesario y siempre seguir buscando el espacio. Que me tenga que chocar con 700 jugadores si había que hacerlo. En mi cabeza está: que no sea fácil tacklearme y aprovechar de ser petiso, que también se les complica a los rivales. Quería ser una pesadilla para el wing que estaba en frente. Empecé a tomarme los partidos en ganar la batalla individual contra el de enfrente. Jugué contra Chris Ashton, Anthony Watson y Freddie Steward y yo me decía: quiero ser mejor que esos tres, no me interesa quién esté enfrente. Me pasa también en los entrenamientos con Tute Moroni o Tosti Orlando. Quiero ser mejor que ellos. Esa competencia constante me hizo ser mejor. Tengo mucho que mejorar todavía.
—Quedaste segundo en la lista de trymans de la Premiership, con 13 tries ¿Qué significa?
—Es un premio que no me suma absolutamente nada. No voy a ganar ni perder un contrato por ser tryman. Ayuda a que el equipo gane, pero es un premio más y no me cambia nada. Yo juego para ganar.
—¿Cómo te llevas con la exposición mediática?
—Es muy lindo que te reconozcan lo que hacés bien, pero también como es la gente en Argentina te las reconocen cuando las hacés mal… Estoy contento por lo que la gente habla de mí, pero tampoco le presto mucha atención a las redes sociales. Veo un video mío y lo paso así nomás. Hacés algunas cosas bien y podés ser el mejor y después errás dos tackles y te critican.
—¿No te presiona?
—Ahora estás arriba y mañana estás abajo. Soy muy autocrítico conmigo mismo y soy mi principal crítico. Hubo un partido con Northampton que me elogiaron por tener cinco quiebres, pero de esos cinco quiebres no hicimos ningún try. Podés ver el vaso medio lleno o medio vacío, yo trato de ver el vacío.
Newcastle es una ciudad que le calzó a la perfección en su primera experiencia fuera de Argentina. “Es una ciudad muy parecida a Tucumán porque no es gigante con Londres o París, pero es grande. Es muy linda. Mi novia me molesta porque dice que estoy obsesivo con Newcastle. Vivo a 15 minutos del centro, a 25 minutos de la playa y a una hora de la montaña. Está todo cerca. El hecho de ser cuatro argentinos se hace mucho más ameno”, resalta el wing. La convivencia con sus otros compatriotas fue fundamental para su adaptación. “Con los argentinos te generás tu familia. Pedro Rubiolo llegó sin saber inglés y soy muy cercano a él, viene seguido a casa. Podés tener un momento malo y acercarte a ellos. En el juego también te generan más confianza. Tute Moroni tiene 70 partidos en los Pumas, diga lo que me diga le hago caso porque por algo tiene esa cantidad. Tengo que ser como él. Eso me ayuda a potenciar mi rugby”.
La Copa del Mundo, el sueño de todos
En el 2023, todos los focos del rugby están en el Mundial de Francia. Tras una temporada en la que apoyó 14 tries en 19 partidos, fue elegido mejor jugador de Newcastle por los hinchas y los compañeros y también en el equipo ideal de la Premiership, Mateo Carreras se encamina a estar en su primera Copa del Mundo. Sin embargo, su comienzo en el ciclo de Michael Cheika en el 2022 no fue como lo esperaba. No sumó minutos en la ventana de julio ni en el Rugby Championship y recién reapareció en los tests de noviembre.
—¿Qué hablaste con Cheika cuando no te convocó?
—No soy de llamar al entrenador cuando no estoy convocado, porque tampoco lo hago cuando juego. Cuando fui a Santiago del Estero al último partido de los Pumas en julio, Cheika me dijo lo que suponía, que tenía que mejorar en muchas cosas si quería estar en los Pumas. Además, yo no estoy peleando el puesto con cualquiera: junto a la tercera línea el puesto de wing es el más cubierto de los Pumas. Está bueno porque te obliga a ser mejor. Felipe Contepomi también me marcó unos aspectos a mejorar, sobre todo uno que también me decía mi entrenador de los Pumitas, Cochi Pellicena: cada vez que pisas para adentro, no movés la pelota o el de mantener la acción de correr en defensa. Son detalles importantes. En noviembre me convocaron de nuevo, porque mejoré lo que me pidieron. Jugué los partidos contra Inglaterra y Gales y ahora seguimos en contacto todo el tiempo.
—¿Sentís la ansiedad del Mundial?
—Antes del Mundial está el Rugby Championship. Si bien lo miro de reojo, porque es mi sueño estar ahí, quiero jugar el Rugby Championship, ganarlo y ser parte del plantel. Tengo mucha competencia.
—¿Cómo se vive la previa del Mundial en Inglaterra, el primer rival de los Pumas?
—La prensa inglesa habla todo el tiempo del Mundial. En el club me dicen que ellos ya están viendo y analizando a la Argentina. Va a ser un lindo partido para los que les toque estar.
—¿Qué estás viendo de esta nueva Inglaterra de Steve Borthwick?
—Ellos tienen un entrenador que viene de ser campeón de la Premiership con Leicester Tigers. En el 6 Naciones no pudieron desplegar bien su juego, no les fue bien con lo que quisieron plantear, pero Inglaterra siempre es candidata en un Mundial. Los Pumas van a hacer todo para ganarles.
—¿Cómo ves a sus wingers?
—Antes buscaban wingers más potentes como Jack Nowell o Joe Cokanasiga. Hoy tienen a Ollie Hassell-Collins y Max Mallins, que son muy desequilibrantes. Al tener una liga profesional con tantos jugadores tenés todos los puestos bien cubiertos.
El 9 de septiembre en Marsella será la cita frente al último subcampeón del mundo. Con la persistencia que lo caracteriza, Mateo Carreras buscará estar presente.
Por Nicolás Casanova
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