Los Pumitas fueron de menor a mayor y terminaron en el noveno puesto en tierras maoríes, lejos del cuarto lugar obtenido en 2012 y el sexto de 2013.
En el rugby, como en cualquier otro deporte grupal, hay un factor generacional que es determinante para el resultado final de los ciclos. Esta camada no debería ser fruto de la casualidad, en la cual muchos buenos jugadores coincidieron en el tiempo y en el lugar. Sino que deben ser una consecuencia de un trabajo proyectado y planificado según las urgencias y/o necesidades.
La última actuación de Los Pumitas en el Mundial de Nueva Zelanda que acaba de pasar parece ser un paso atrás desde el resultado. Pero tras un análisis de la actuación del equipo en todo el torneo puede que no lo sea tanto.
El comienzo fue traumático. Cayendo contra Australia jugando decididamente mal y después dejando una pálida imagen frente a Italia, un equipo con el cual no estaba en los planes perder. Pero después llegó la levantada y hasta los lamentos ¿Por qué? Porque se le hizo un gran partido a Inglaterra, que después se volvería a consagrar como campe-ón. El lamento fue porque si esa actitud hubiera llegado antes, quizás otra hubiera sido la posición final. Pero como son jóvenes, y están en proceso de aprendizaje, se les perdona. Sobre todo porque demostraron lo que son capaces de entregar como equipo.
De ahí en más llegaron las buenas cosechas.
El equipo explotó, dijo Rafael Ambrosio. Y cuánta razón que tuvo. Un poco ayudaron los cambios de nombres que se fueron haciendo sobre la marcha para levantar el nivel de juego de un equipo que sabía lo que tenía que hacer pero no lo plasmaba en la cancha. Llegaron los triunfos inapelables contra Fiji y Escocia para terminar en un noveno puesto que dista mucho del cuarto obtenido en 2012 y el sexto lugar del año pasado. Pero se pueden rescatar dos cosas que avizoran un buen futuro: el equipo tiene buenas individualidades y se jugó al estilo Puma, más allá de los errores y virtudes. Es decir, la camiseta ya tiene su sello y no cambia más allá de los resultados. Seguramente en Italia 2015 habrá nuevos errores. Pero el convencimiento está: este es el camino que generó una huella profunda que no hay que borrar.
Pato en la historia
Más allá del noveno lugar, el seleccionado argentino tuvo en uno de sus jugadores a una de las grandes atracciones de la Copa del Mundo. Es que el apertura Patricio Fernández se transformó en el máximo goleador en la historia de los Mundiales juveniles.
El rosarino, zurdo y de 20 años, anotó 26 puntos en el duelo final de la participación argentina en tierras neozelandesas y así culminó con 70 unidades en el Mundial, siendo el top scorer del certamen.
Sin embargo, Pato, que jugó el segundo Mundial consecutivo, entró en la historia grande al quedar como el máximo anotador en Copas del Mundo. En 2013 el rosa-rino clavó 155 y con los 70 de este año acumula 155, dejando atrás al sudafricano Handre Pollard (141) y al inglés Tom Homer (118).
Por: Juan Urchevich
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