La IRB es en el rugby lo que la FIFA en el fútbol. El organismo, con sede en Dublín, asiste financieramente a las uniones de diferentes países, entre ellos, a la Argentina.
A pesar de la fractura que se produjo entre la UAR y un grupo de clubes de Buenos Aires que se opone a la profesionalización, la IRB no le quitará el respaldo a nuestro país. Es más, redoblará la apuesta: prevé para el período 2011-2015 una inversión millonaria para el desarrollo de los centros de alto rendimiento y profundizar así la metamorfosis del rugby doméstico.
“No estamos preocupados por lo que pasa, es lógico que aparezcan diferencias en este tipo de procesos. Sucedió lo mismo en otros países. Estamos felices por el progreso que ha tenido la Argentina. Queremos ver a los mejores jugadores en la cancha. La IRB seguirá ayudando y el dinero llegará de todas maneras”, dijo Mark Egan, jefe de Desarrollo y Performance del organismo que preside Bernard Lapasset.
Egan está de visita en la Argentina como una suerte de auditor de la IRB. Es él quien supervisa cómo y en qué invierte la UAR los ocho millones de dólares que percibe para el período 2008-2011. La mayor parte de ese dinero se utiliza para solventar los gastos de los cinco centros de Alto Rendimiento que se levantaron en el país para que se entrenen los jugadores que integran los seleccionados de la UAR.
No es la primera vez que la IRB se manifiesta sobre el conflicto entre amateurs y profesionales que fractura al rugby argentino. Lapasset había sido claro: “No podemos imponer un único modelo. Cada unión elige su posición y la Argentina ya lo hizo”.
El grifo financiero de la IRB no se cerrará. En 2012, aportará diez millones de dólares para financiar la participación del seleccionado argentino en un hipotético Cuatro Naciones con las potencias del hemisferio sur. El aporte de la IRB fue una de las condiciones que impuso la Sanzar (la agrupación que reúne a Nueva Zelanda, Australia y Sudáfrica) para aceptar al combinado nacional. Así lo ratificó una fuente argentina que participó de las negociaciones.
A pesar del conflicto, el aporte de la IRB pretende profundizar el cambio en el rugby doméstico. La presencia de Mark Egan en nuestro país tiene una explicación: supervisar cómo se está llevando a cabo esa transformación.
“La IRB objeta la forma en que se gastan algunos subsidios, pero no el fin para el que son usados. No veían sustentable invertir todo en una estructura rentada y nada en infraestructura. Por eso, el predio de Tigre que el Estado le cedió a la UAR fue una gran noticia para ellos”, sostuvo una fuente que conoce como pocos las finanzas de la IRB y de la UAR.
Por Nicolás Balinotti
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