Lloró. Estaba en un rincón de un cuarto adyacente al vestuario de Los Pumas en Newlands, el más antiguo de los estadios del rugby internacional. La sensación de logro que sintió la transformó en lágrimas que le sirvieron de válvula de escape a la enorme presión que había en su cuerpo.
Agustín Pichot no pudo contener sus emociones. En la privacidad de ese lugar casi escondido, viendo como ex compañeros y amigos se preparaban para salir a la cancha a enfrentar una competencia por la que él había trabajado tanto para conseguir, se sintió bien. Completo.
Fue uno de los días mas importantes de mi vida, dice sentado en el Vineyard Hotel, casa de Los Pumas durante su primera semana del Rugby Championship. Le pregunto si quiso decir que había sido importante en su carrera deportiva y me dice: No; de toda mi vida. Pasión que le sale por los poros.
Parece más cansado que si hubiera jugado; viene de un trajín de viajes y reuniones. Vuelve al momento del vestuario y lo que significa en la mitología del rugby. Estaba ahí, callado, tratando de no molestar, pero queriendo estar en ese vestuario, escuchando esas palabras finales antes de que salieran a la cancha. Pude darle un abrazo fuerte a Rorro antes de que jugara su partido número 50 para Los Pumas. Sin la necesidad de aclarar quién es Rorro, hubo también momentos de intimidad para el capitán Juan Martín Fernández Lobbe y su gran amigo Juani Hernández. Saludó a todos.
Y lloró. Había llorado mucho la muerte de su padre Enrique en 1999. Lloró públicamente también la derrota de su equipo contra Sudáfrica en la semifinal del Mundial 2007. Y el sábado, aunque más privadamente. Éstas fueron lágrimas de alegría; algo que no pude controlar. Fue la culminación de tantas horas de trabajo duro para poner el equipo donde se merecía. Esto es el trabajo de muchos, de un equipo que fuera de la cancha trabajó duro para que los chicos pudieran entrar a esta cancha, a este campeonato.
Fueron muchos viajes alrededor del mundo, sigue. Es mi séptima visita a Sudáfrica y fueron varios viajes más a Nueva Zelanda, Australia, a Europa. En ese momento me sentí muy bien pero también pensé en mi familia. Todo esto tuvo un alto precio en mi familia, especialmente mis hijas.
Poco después del Mundial 2007, junto a Richie McCaw fueron los dos jugadores en actividad invitados al Foro de Woking organizado por el IRB. En esa localidad londinense se decidió que Argentina no jugaría en el Siete Naciones, tal era su deseo. Se abrió un nuevo horizonte que requería del armado de estructuras en la Unión Argentina de Rugby para poder enfrentar a las potencias del Hemisferio Sur. Hubo que establecer el alto rendimiento, los centros en el país y tomarse en serio la preparación de los jugadores.
Cuando arrancamos en febrero de 2009 supe que esto iba a ser una realidad, sentencia. En un mundo evolutivo, la misma UAR está creciendo, acomodándose a un rugby profesional que, como se vio en Ciudad del Cabo, no le es natural. Y por esto, significó tanto dentro como fuera de la cancha. El proceso está encaminado y el futuro es bueno.
Cuando Tomás Leonardi entró en el minuto 41, se convirtió en el primer producto finalizado de los planes de alto rendimiento en tener actividad. Otros del equipo habían pasado por los PlAR, pero el ala del SIC inició aquel proceso y sigue, a sus 25 años, creciendo gracias al sistema. Es hoy uno de 11 jugadores contratados por la UAR, jugó tres Vodacom Cup con Los Pampas XV; apostó por quedarse en el país. Pronto ingresarían Martín Landajo y Leonardo Senatore completando el trío de contratados por la UAR que jugaron el Rugby Championship.
Pichot vio al equipo salir a la cancha y supo que de estar visible cuando el equipo cantara el himno, se volvería a quebrar. Se acomodó contra una pared en el angosto pasillo que da al campo de juego en Newlands mirando a sus Pumas en su nueva piel cantando una floja versión preparada por los sudafricanos (cambia el diseño, pero no la pasión). Vio el partido desde detrás del banco de suplentes.
El Vineyard Hotel, en Ronde-bosch, a pasos del estadio, estuvo tranquilo el sábado a la noche. Un vuelo a la madrugada para emprender el camino de vuelta genera la tranquilidad necesaria para seguir enfocados.
Pichot está contento. El equipo que fue gran parte de su vida acaba de jugar con los Springboks y el 27-6 marcó un comienzo. Siempre supo que estaban para jugar en este nivel. Estar acá es el resultado de la pasión, de ser testarudo, de trabajar en equipo, de convencer gente, de ganarse el respeto. Hoy es un gran día.
No había mucho más tiempo para reflexionar. La partida hacia el aeropuerto se acercaba. No hubiera sido impensado que en la soledad de su habitación haya llorado una vez más.
Ya estamos acá, va finalizando. Pero no termina: ya empezamos a trabajar para conseguir una franquicia en el Súper Rugby. A objetivo cumplido, busca un nuevo objetivo. Así es quien más hizo por este ingreso al Rugby Championship.
Por: Frankie Deges
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