El rugby profesional argentino sufrirá el presente pero no es una situación apocalíptica. La Unión Argentina deberá reordenarse y acomodarse a la nueva realidad que le toca vivir. Muchos jugadores emigrarán a Europa -muchos ya tienen ofertas- pero ¿Qué pasará con Gonzalo Quesada? Se queda o se va.
A la espera de una voz oficial que pueda darle luz al tema Jaguares, en lo que respecta a su futura participación en el Súper Rugby u otra competencia y qué pasará con los jugadores, el primero que habló, sin ser dirigente, fue Agustín Pichot. El ex capitán de Los Pumas habló en radio La Red, aunque no dio demasiadas precisiones, más allá de lo que se sabe. A ciencia cierta, nadie puede afirmar nada sobre el futuro porque ningún dirigente deportivo u autoridad nacional de cualquier país puede brindar la información sobre el marco de cómo va a ser la vida post pandemia.
Es un hecho que Nueva Zelanda, Australia y Sudáfrica van a jugar puertas adentro en 2020, y probablemente también lo hagan en 2021 y un poco más, porque la pandemia puede detenerse, pero nadie puede confirmar cómo serán los movimientos internacionales, sumado a la crisis económica que dejará el Covid-19 en todo el mundo.
Este panorama obliga a las Uniones a buscar medidas coherentes, la mejor competencia posible y poder generar buenos ingresos de la manera más rápida posible. Australia estuvo al borde de la quiebra y el resto hoy está más firme, pero sin competencia y dinero fuerte de la TV el futuro puede ser complicado.
¿Todo esto afecta a Argentina? Sí. Geográficamente Jaguares está en el hemisferio sur, pero lejos de sus socios en Sanzaar. Sumado a eso, no hay vuelos directos con ninguno de los países que intervienen en el Súper Rugby. Y un dato no menor, que todo ciudadano criollo conoce, Argentina no es un país con una económica estable y que otorgue el sueño de la planificación a futuro.
¿No participar del Súper Rugby es firmar el acta de defunción del Rugby Profesional Argentino? La respuesta es no. Hay un cambió de realidad y habrá que adaptarse a ello. El rugby argentino llegó muy lejos sin Súper Rugby y sin profesionalismo, aunque pintaba ideal todo lo que sucedió desde 2016 hasta la fecha.
Así como la pandemia evidencio qué dirigentes políticos estaban capacitados para poder asumir responsabilidades y gestionar bien dentro del marco de la complicada situación, este problema que hoy vive el rugby profesional argentino tendrá que contar con dirigentes creativos, inteligentes y con visión a corto, mediano y largo plazo.
El hecho de empezar a liberar una parte importante de contratos de Jaguares parece ser una buena decisión, aunque todavía no fue oficializada por la UAR. La salud económica de la Unión Argentina no debe rifarse en mantener una estructura que no será redituable, porque de poder concretarse la inclusión de un equipo argentino en el torneo sudafricano, los réditos de esa incursión no serán los mismos que ingresaron entre 2016 y 2020 con el Súper Rugby.
Los argentinos pasamos del exitismo al mensaje apocalíptico en un segundo. Pasamos del éxito de la final de Jaguares ante Crusaders en el Súper Rugby 2019, al “Jaguares deja de existir”. “¿De qué va a vivir la UAR ahora que desaparece el Súper Rugby?”, se escucha en los últimos días. La UAR tiene más de 100 años, tiene historia y va a continuar escribiendo muchas páginas más. Aunque necesitará de dirigentes que estén a la altura.
Pensar en todo el costo que significó construir Jaguares, la inmensa cantidad de discusiones sobre el rugby profesional y las horas de trabajo que llevó aceptar la idea, y la decisión de muchos jugadores y entrenadores de apostar a un proyecto teniendo ofertas mucho más jugosas desde lo económico del exterior, llena de tristeza a todos.
Además de no poder tener a los mejores compitiendo en el país, es muy probable que Gonzalo Quesada no se quede en Argentina. Esa sería una gran pérdida porque es el candidato número uno en la línea de sucesión de Mario Ledesma como head coach de Los Pumas. Y la Argentina no cuenta con muchas variantes para el puesto de entrenador principal del seleccionado mayor.
Es un retroceso en la planificación, sí; pero no es el apocalipsis. Como expresó Pichot, “hay que resetearse y recalcular como el GPS”.
Así como sucedió luego del fracaso en el Mundial 2003, cuando se planificó para poder hacer mejor las cosas y dio resultado en 2007. Y después del bronce, se organizó un plan para mejorar y lograr mantener a Los Pumas dentro de los mejores, que tuvo como saldo el cuarto puesto en 2015 y poder jugar el Rugby Championship desde 2012 y el Súper Rugby desde 2016, ahora se retroceden varios casilleros, pero hay que mezclar y dar de nuevo. Porque así como se pudo repatriar a los mejores para armar el primer plantel de Jaguares una vez, se puede hacer otra vez en el futuro y quizás hasta salga mejor.
Por Lisandro Olearo
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