Un Nacional de Clubes para el olvido, mal paso en el Campeonato Argentino Juvenil y un torneo conflictivo desde antes del inicio, son una radiografía del rugby tucumano.
Nadie parece tener una explicación que se ajuste a la realidad. Lo cierto es que Tucumán sigue sin poder consagrar un equipo a nivel país.
Pasó otro Nacional y los equipos del Jardín de la República se quedaron mirando la definición desde afuera. Quizás eso desvió un poco la atención que hubiera acentuado más la crisis de un Torneo del Interior que tampoco arrojó buenos resultados. Como si esto fuera poco, la malaria tocó lo que antes era inmaculado: el seleccionado.
Esta vez fueron los juveniles, quienes con su sexto puesto quedaron muy lejos de los laureles de años anteriores. ¿Qué pasó?
Quizás en el Regional nos enfrentamos demasiado y ya ni preparamos los partidos porque sabemos cómo juega el otro. Eso no puede pasar a nivel nacional porque perdés, dijo Lucas Barrera Oro, una palabra autorizada. Antes se decía que los torneos a nivel nacional comenzaban al final de la tempo-rada y los equipos tucumanos llegaban desgastados por la dureza del Regional del Noa.
Durante todo ese tiempo se creyó en esa excusa ¿Y ahora? Y ahora se vuelve a cambiar el formato del Torneo Regional. ¿Eso favorece la competencia interna? En un principio se iba a jugar un Top 14. Después se aumentó a 16 el número de equipos, para finalmente terminar en 15. Otra cosa. Los clubes chicos no crecen. ¿Es eso positivo? No hay casi recambio y los que pelean son siempre los mismos. El Desarrollo no plantea la posibilidad de superación. Es más, en los últimos 30 años el único equipo que logró debutar con un título fue Huirapuca.
Ese círculo se cierra cada vez más y la competencia, lejos de ser fuerte como creen los clubes tradicionales, se va menguando. Otra cosa: si a los clubes tradicionales les molesta viajar a Salta y Santiago del Estero, no será de extrañar que sufran yendo a Buenos Aires y Rosario. Como se dice, la caridad bien entendida comienza por casa. Lo cierto es que después de aquella magnífica consagración de La Naranja en el Argentino de Mayores vino este momento de incertidumbre. Ojalá que aquel logro no sea sólo un oasis en el desierto y que genera más preguntas que respuestas. Porque la ovalada tucumana es por ahora sólo eso: un gran interrogante.
Por: Juan Urchevich
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