Los Húsares marcaron ocho tries la cosecha más fructífera, encadenaron el triunfo N° 13 y se mantienen en lo más alto de la Zona B, al demoler a San Cirano por 46-10 con un segundo tiempo arrollador. Supo atraer la atención por la fulgurante acción en estos primeros actos. Pero fuera de la lógica exaltación generada entre los seguidores no tantos como los que se merece el nivel del equipo por el sucesión de victorias, Pueyrredón dio muestras elocuentes para ser considerado en su plena dimensión: como un conjunto que parece haber desterrado para siempre las vacilaciones. La lucidez para escapar de las complicaciones que se le presentan y la solvencia de su juego surgen como los otros certificados de garantía. Los hombres de Boulogne saben muy bien lo que quieren y lo demuestran con implacable autoridad.
Esta vez, la víctima de la intensidad de los Húsares fue San Cirano, que a pesar de haberlos sorprendido con un try tempranero del inquietante Díaz (al 1m30s del kick-off), no pudo contener la avalancha del segundo tiempo y terminó siendo desbordado. El aluvión ofensivo de los dueños de casa, con cinco conquistas, les provocó a los de Villa Celina el inexorable traspié por 46-10, después de un parcial mucho más equilibrado (17-10 en favor de los ganadores).
El sexto puesto de 1994 aparece como la mejor campaña de Puey en los últimos diez años; el fervor actual estimula a creer que se puede extender este presente hasta la caída del telón. También es cierto que jamás un equipo que festejó en los primeros cinco compromisos se quedó fuera de la Zona Campeonato. Pueyrredón está cerca de obtener la soñada clasificación, y la creencia está motivada por las cualidades que se le notan.
En la lista de atributos se ve una presencia importante en: la tremenda actitud grupal; el buen momento de algunos valores, como Fantoni, Baeck, Fisanotti, Macsad, Rodríguez Oneto y los hermanos Ignacio y Federico Rodríguez Quiroga para mencionar a los más influyentes; el adiestramiento de todos para cumplir la función de pescadores y atacar a partir de balones recuperadas, y el poder de definición a través de backs incisivos o de potentes arremetidas de forwards con gran movilidad. El otro secreto es clave: Pueyrredón es capaz de sostener el mismo vértigo hasta el último instante, algo que no muchos clubes logran.
Como déficit se le puede remarcar la endeblez en la primera línea defensiva, situación que es subsanada con un correcto reposicionamiento, pero no es conveniente frenar los intentos del adversario en una segunda instancia.
Pueyrredón goza del fervor y vive un situación de plena seguridad, ¡y eso que aún atraviesa la etapa de construcción de una obra que se apoya en cimientos muy firmes!
Por Santiago Roccetti
De la Redacción de LA NACION
La amplia serie de éxitos
La última vez que Pueyrredón perdió fue como local, frente a Buenos Aires por 31-22, en un encuentro disputado el 9 de agosto de 2003. Desde ese partido, por la 8° fecha de la Reubicación, ya van 13 triunfos consecutivos. La seguidilla se inició al imponerse ante Banco Nación por 27-23.