Queda claro con el anuncio conjunto de todos los planteles nacionales, salvo el de seven (ya está rodando por el mundo en el circuito mundial), que el rugby en el alto nivel no se toma descanso.
La gacetilla de prensa que distribuyó la Unión Argentina de Rugby fue múltiple y contenía 202 nombres de Pumas o proyectos de Pumas: 37 del plantel Senior, 31 de Menores de 20 años, 57 del M19 y 77 en el plan-tel M18. Queda claro con el anuncio de que a partir del lunes trabajan todos estos jugadores en sus respectivos centros de alto rendimiento que el rugby ya no para. El ovalado es un deporte de 360 días al año.
El Director Nacional del Plan de Alto Rendimiento, Francisco Rubio, anticipó que habrá mucha competencia y por ello el tamaño de cada uno de los planteles. Es entendible que se inicie el camino en M18 con un plantel más grande para empezar a pasar el tamiz del que surgirán los futuros representativos del seleccionado mayor. Así sucesivamente.
Que el rugby sea algo de todo un año implica un trabajo en competencia y fuera de ella; en ese sentido, el año del entrenador nacional Santiago Phelan, por la carga laboral y sobre todo la presión, ha sido algo que nadie, ni siquiera él, había imaginado.
Se puede planificar en los escritorios, pero hasta que se viven las experiencias, es muy difícil entender el costo mental, físico y hasta familiar de un año como el que tuvieron Los Pumas.
Lo de Santiago Phelan arrancó bien temprano este año; una vez que confirmó que seguiría junto a su grupo de colaboradores -al que se sumó Martín Gaitán, hoy clave en la estructura de coaching de Los Pumas- empezó a planificarse un año con tres eventos bien separados y distintos.
Mientras tenía un ojo sobre lo que pasaba en Los Pampas en Sudáfrica, base de su primera selección, ya pensaba como sería la serie de partidos contra Italia y Francia. Desde planificar las prácticas y el sistema de juego – renovado a partir del ingreso del neozelandés Graham Henry a su grupo de colaboradores a tiempo parcial- a encargarse de la logística de selección.
Pensando en junio, Phelan no podía dejar de mirar a la enorme etapa del Rugby Championship ya que los jugadores europeos no podían repetirse en ambas ventanas. Ese ajedrez de nombres fue por demás desde -El jugar test-matches implica estar juntos, concentrados, dedicados, desde el lunes al sábado a la noche. Padre de cuatro hijos, es difícil para Phelan alejarse tanto tiempo de sus obligaciones familiares. Lo mismo para jugadores y resto del staff Puma.
Terminados los tres partidos de junio, el 1º de julio arrancó, con los jugadores que encararían el novedoso Rugby Championship, viajando a Estados Unidos 15 días. Sin la necesidad de pensar en la preparación de un partido en la proximidad temporal, ya se trabajaba en la conformación de un equipo y un plantel. Al volver, el trabajo fue diario, salvo los fines de semanas hasta que aparecieron los dos partidos preparatorios. Venía una experiencia tan cautivante como agotadora. Seguirían ocho fines de actividad sin respiro, entre viaje, preparación y stress mental.
Muchos rogarían por la oportunidad de conducir a Los Pumas. Como siempre, desde afuera todo parece más interesante. Pero para tener una idea imaginen esta frecuencia de septiembre: Jueves 9: viaje a Santa Fe. Viernes 10: partido contra Stade Français. Sábado 11: regreso a Buenos Aires. Domingo 12: viaje a Sudáfrica y toda la semana preparando el test contra Sudáfrica del sábado 18. Domingo 19: regreso a Argentina y concentración en Pilar. Jueves 23: viaje a Mendoza. Sábado 25: partido contra Sudáfrica y regreso a Buenos Aires. Después de entrenar esa semana, el viernes 31 empezó el viaje de 18 días a Nueva Zelanda y Australia.
Esto fue tan duro para los jugadores como para el cuerpo técnico, que siempre debieron estar un paso delante de cada actividad. La preparación de prácticas, partidos, y logística cansa mentalmente.
Terminado el Rugby Championship -sobre el final el agotamiento era general- empezó la preparación para el viaje a Europa donde todo empezaba nuevamente para un viaje de tres largas semanas.
Desde su regreso, Phelan reservó tiempo para su familia, para recargar pilas. Corrieron rumores de que el agotamiento le estaba haciendo reconsiderar su puesto. Tiene contrato un año más y si no se borró nunca ante uno, dos, ocho, veinte tackles, no va ahora a reconsiderar su posición.
Si la UAR quiere que Phelan siga hasta el próximo Mundial será clave que Phelan pueda recargar sus pilas porque el segundo año del Rugby Championship será más duro, además de dos ventanas de junio y noviembre más que difíciles.
Phelan tuvo un buen año. Mejoró mucho a partir de haberse sacado la mochila que implicaba la presión de tener un buen Mundial en el 2011. Los Pumas jugaron muy bien y bien en muchos partidos. También lo hicieron mal. El objetivo para el 2013 será la regularidad de un seleccionado que está dando, a diario, examen.
Por: Frankie Deges
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