En una página algo postergada de un ajado ejemplar de la revista El Gráfico de septiembre de 2009, Les Cusworth, ex apertura y entrenador del seleccionado de Inglaterra, por entonces director del Pladar, afirma que el rugby en la Argentina es profesional.
“El profesionalismo es una forma de pensar. Cuando yo jugaba no había un centavo, pero todo era profesional. Cuando el torneo de la URBA se pone serio, que los chicos se entrenen cuatro veces por semana, eso es rugby en serio.” Seis años más tarde, aquel enunciado tiene la misma fuerza, pero con otros matices. A la contratación de jugadores para jugar en los seleccionados se sumó otro fenómeno: el de los entrenadores rentados.
Al menos cinco equipos que participan del Nacional de Clubes y seis que están en el Grupo I de la URBA tienen en su cuerpo técnico a algún miembro rentado, ya sea como head coach, director de rugby o encargado de coaching. El número no parece tan significativo, pero no deja de evidenciar un marcado crecimiento.
El sábado, próximo pasado, Belgrano venció 22-17 a Urú Curé en Río Cuarto y, como uno de los tres invictos, se ilusiona con un título que desconoce. Sería una inmejorable despedida para Alejandro Conti, uno de sus entrenadores. Hombre del SIC de toda la vida, llegó a Belgrano en 2005 y es de los entrenadores rentados el que más permaneció en un mismo club. Se irá tras el Nacional. “Cuando llegué había unos pocos: Andrés Pérez Cobo [también del SIC] en Liceo Naval, el Caña José María Varela, [ex CASI] en San Albano, [Héctor] Pipo Méndez [de Los Tilos] en Lomas”, recuerda. “En Belgrano me dieron el mejor cuarto y el mejor lugar para comer. Era un invitado profesional.”
Más reciente es la mudanza de Esteban Lasala, que tras ganar la URBA 2013 y el Nacional 2014 con CUBA, su club de toda la vida, fue contratado por Biei. “Vine por el desafío y me tratan muy bien, pero sinceramente me resultó un cambio muy grande. Extraño muchísimo al club, quiero volver. Mi experiencia va a ser por un año”, se diferencia Rulo antes de la derrota ante Mariano Moreno. Su experiencia evidencia la dicotomía que vive el rugby argentino, donde la pasión se mezcla con el deber. “La dedicación que le pongo a Biei es exactamente igual a la que le brindaba a CUBA, donde era profesional sin cobrar. El rugby llegó a una situación con pocas soluciones a la vista. La dedicación es cada vez mayor.”
En la URBA, lo común es la contratación de entrenadores que no son surgidos del propio club. Son los casos de Francisco Rubio, ex Liceo Militar y ex director del Pladar en Liceo Naval; Bernardo Urdaneta, ex Tucumán Lawn Tennis y los Pumitas en Lomas; Esteban Meneses, ex La Plata hoy asesor técnico en CUBA; Agustín Carrara, ex La Plata en San Albano; Juan García Iturralde, ex Biei en Deportiva Francesa, y Francisco Pavicevic, ex GEBA y juveniles de la URBA en Pueyrredón. El fenómeno se repite en las zonas de ascenso, por ejemplo, con el ex CASI Fernando Pope Morel en el CAR.
En el interior es menos común, con excepción de Córdoba. Diego Gianantonio, además de entrenador (por lo que no cobra), es director de rugby rentado de Tala. Función que cumple en Córdoba Athletic Damián Rotondo. En el Jockey estaba Galo Álvarez Quiñones hasta que asumió en el Cedar de esa región. La diferencia es que allí es gente del propio club, como el caso de Germán Llanes, director deportivo de La Plata.
“El rol principal es la capacitación de entrenadores”, explica Patrick Campbell, ex presidente de Lomas, uno de los primeros en adoptar el coaching rentado: desde 2004 pasaron Méndez, Patricio Noriega, Daniel Hourcade, Mauricio Reggiardo y Urdaneta. “Al recibir capacitación en su etapa de jugador, muchos chicos van a estar actualizados cuando pasen a ser entrenadores”.
La financiación se realiza a través del sponsoreo que reciben los clubes, que en términos generales ha ido en aumento gracias a la mayor difusión que provee la televisión, de la que no reciben ingresos. El salario de los más renombrados ronda los 25.000 pesos mensuales. Muchos, igualmente, afirman que deben seguir con su actividad profesional.
“Nos entrenamos lunes, martes y jueves de 19 a 22.30, el staff hace una reunión de dos horas los lunes, cuatro horas por semana de análisis de video, viajes…”, cuenta Agustín Pozzo, entrenador del Jockey de Rosario, uno de los tantos que mantiene su estructura amateur. “Trabajo de manera independiente y puedo manejar mis tiempos, pero otros se tienen que pedir el día, al margen del tiempo que se le resta a la familia.”
¿Cuál es la recompensa, entonces? “El rugby es un factor fundamental en mi vida y es importante poder devolverle al club todo lo que me dio”, responde Nicólas Fernández Miranda, entrenador de Hindú.
Rentado o no, el rugby profesional es un hecho. Rentado o no, la pasión por los colores o por el juego sigue siendo el principal motor del rugby argentino..
Por Alejo Miranda | Para canchallena.com
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