La eterna lucha (amateurs y profesionales) que recrudeció en los últimos días tiene un trasfondo que va más allá del dinero: el poder político.
La historia es vieja. Tan vieja que hasta se usan palabras que tienen su origen en bandos y situaciones que ocurrieron hace cien años. La discusión tiene a dos grupos: unitarios y federales. Los que quieren que el poder esté en Buenos Aires y desde allí se maneje todo y los que pretenden que las provincias tengan voz y voto. Así está planteado el tema en el rugby argentino. Como si fuera una lucha que se escribió con plumas mojadas en tinta china. Está la URBA y la UAR. Están Juan Lavalle y Manuel Dorrego. Están Hugo Porta y Agustín Pichot. Están los templarios del rugby. Sólo falta que esta nota la firme Felipe Pigna.
Los unitarios. Desde que el rugby llegó a la Argentina, el deporte tuvo a Buenos Aires como la unión más importante. Los jugadores más reconocidos salieron de los clubes bonaerenses y, eso, parece arrogarles la facultad de hacer y deshacer como les plazca en lo que hace a presente y el futuro de la ovalada. Pero también plantearon una situación preocupante: que el deporte sea para unos pocos. Históricamente, el rugby lo jugó la clase media alta y nadie que no fuera parte de ella podía ser parte. Era sólo para aquellos que eran socios de clubes que no cualquiera podía pagar sus carnets y que, hoy, tienen cuotas que no bajan los $ 300. Los blazers azules son su uniforme distintivo y lo usan buena parte de aquellos que sólo quieren mantener el rugby para una élite.
Los federales. Pelo largo, medias bajas y vincha, una combinación que no encaja con los mandamientos del rugby. Un jugador que sale así a la cancha no representa lo que los hombres del deporte ovalado pretenden. Ni hablar si ese jugador se va a Europa y cobra por ser rugbier. Agustín Pichot siempre fue contra el sistema y sus amigos lo siguieron. Correr los límites fue su lema y eso lo llevó a ser la persona más odiada por los unitarios. Su plan no es el que ellos quieren y por eso le tiran sin piedad. “El rugby para todos” comenzó a ser su motivación cuando era jugador y se acrecentó cuando volvió con el tercer puesto de Francia. Su principal pedido es un rugby federal al que puedan acceder todos. “Es un comunista”, lo critican sus detractores.
La batalla. “Muy lindo todo, pero es una cagada la popularidad que consiguieron. Ahora el club se va a llenar de pibes que quieren jugar al rugby”, dicen que dijo el presidente de Los Matreros, Guillermo Ugartemendía, cuando Los Pumas volvieron de Francia. La guerra comenzó y el problema se acrecentó cuando se creó el Plan de Alto Rendimiento para poder ser parte de una competencia profesional anual. Esto no cayó bien y representantes de Banco Nación, el CASI, Hindú, CUBA y hasta de Virreyes comenzaron a reunirse para ver cómo poner piedras a la transición hacia las competencias profesionales de 2012. “Se hacen llamar Los Templarios del Rugby y vienen a terminar con la representación del interior en la UAR. Lo del profesionalismo es una excusa”, dice una fuente de la UAR. La URBA perdió poder porque a la entidad madre la manejan cada vez más las provincias, y lo quiere recuperar, más allá de profesionalismo o amateurismo. Y en el medio de la pelea, Hugo Porta y Raúl “Ruso” Sanz buscan cómo reinsertarse. Muchos podrían pensar que vieron la pata económica en el futuro Cuatro Naciones, pero el motivo es político: poder. Por eso hacen lo que sea para manchar a los que quieren un rugby federal. “A Pichot lo buscan por el lado de la plata. Dicen que hace esto para ganar guita, pero la forma en la que trabaja la IRB no te permite tocar ni diez centavos. Hacen auditorías todo el tiempo. No es lo mismo que la AFA, en donde se pueden chorear todo con los partidos amistosos. Acá la plata viene con un objetivo específico y sólo se puede gastar en eso. Ni siquiera las selecciones cobran un caché para jugar lo tests matches”, le contó a PERFIL un integrante del grupo de los unitarios.
Al margen de toda esta situación, el problema tiene un condimento raro: ni la URBA ni la UAR quiere profesionales en los clubes. Desde la UAR confirman que su intención nunca fue profesionalizar el deporte en Argentina; sólo quieren una transición ordenada hasta 2012 y solidificar el Pladar. “Se pactó con la URBA que iban a ayudarnos hasta que se armara un calendario acorde. No se puede hacer nada de un día para el otro. Jamás vamos a tocar a los clubes. Esta es una discusión estúpida y ya se van a dar cuenta de que no van a llegar a ningún lado”, dijo otro allegado a la entidad madre.
La historia parece no tener fin. Las decisiones de los unitarios no tienen sentido y hasta los jugadores de sus clubes se oponen. Los federales están sentados esperando. Dicen, el tiempo les dará la razón.
Por Sebastián Rebrej (redacción del Diario Perfil)
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