Ahí estaba Rimas Alvarez, cogoteando en la platea. Cincuenta minutos habían sido suficientes para él y su gemelo derecho contracturado. El Flaco se retiró de Los Pumas tras nueve temporadas, dos mundiales incluidos.
Dejó el pellejo en cada jugada. Sumó golpe tras golpe. Nunca ahorró físico ni esfuerzo; tampoco ayer: “Salí con sangre en la boca… No podía ser de otra manera”, cuenta en mano a mano con Olé.
Fue el último en bañarse. Alargó como pudo cada instante. ¿Se emocionó? “Me deshidraté de tantas lágrimas”, confiesa. La salida de la cancha fue con una ovación. Similar a las que en Vélez habían recibido Nacho Fernández Lobbe en el 2008 y el Chapa Branca en ese amago de despedida contra Inglaterra en el 90. El Flaco dio la vuelta olímpica sobre los hombros del Pato Albacete. Llevaba puesta la 44 (por su cantidad de tests) con la leyenda “Gracias Flaco”. “Pasó tanto tiempo… ¿sabés cuántos de mi camada, la 74, se quedaron pelados?”, informa.
Ingeniero agrónomo, lo primero que hizo Alvarez fue meterse en la platea para buscar a las mellizas Gwen Inés y Meg Eva, de casi cinco años. Las dos, con camisetas de Los Pumas y el apellido de papá en la espalda; las dos con esos resortes de color amarillo furioso sobre sus cabecitas. La más chiquita, Erin, de dos añitos y pico, dormía. Las tres son fruto del matrimonio con Lisa, galesa, a quien Rimas conoció en un bar de Cardiff durante la gira del seleccionado en el 2001. Ella lo siguió hasta Escocia, donde prosiguió el tour. Se fueron a vivir a Francia y se casaron en la Argentina.
Justamente el 2001 fue el año en el que el Flaco comenzó su carrerón. Por indisposición cardíaca de Alejandro Allub, Rimas ocupó el lugar del Turco tanto en el Perpignan como en Los Pumas. Aspero pero, a la vez, hábil, coronó su palmarés con el título de la liga de Francia 09 en el Perpignan. Aunque ya fuera de Los Pumas, piensa tirar un par de años más en el profesionalismo.
“Todo lo que me pasó fue muy lindo. Y eso que de chico casi largo dos veces. Se me dio todo: Europa, Los Pumas, el Mundial… Más no puedo pedir. Que esté mi familia en la cancha, ver las banderas de mi camada de Pucará…”, se emociona.
Alvarez confiesa que casi se queda afuera del partido. “Me asusté por la contractura. Me molestó toda la semana. Probé el viernes y decidimos la infiltración. Si veía que el equipo daba ventajas conmigo adentro, me despedía en la tribuna. Igual, lo disfruté desde el primer minuto”. Al cabo, jugó como si nada le doliera. Y se fue ovacionado, recibiendo el Man of the Match. ¿Quién lo eligió? No se sabe. No importa. Se lo merecía.
Fuente: Diario Ole
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