La formación personal hace crecer al jugador y lo prepara mejor para la vida.
No hay vuelta olímpica ni medalla. Sí hay festejo, diploma y gente alrededor. En definitiva, el logro es lo mismo: un título. Uno es deportivo. El otro, universitario. Y ambos cuestan sacrificios.
Hace 26 años el rugby se abrió al profesionalismo. La generación de jugadores que hoy brilla en las canchas del mundo nació y creció dentro de ése reglamento. Pocos recuerdan que, antes de eso, este deporte era 100% recreativo y que había que tener un medio para vivir.
El rugby en Argentina es amateur
Salvo excepciones (que cada vez son más), nuestro país mantiene ese espíritu amateur de la ovalada. Todavía son los menos los que cobran por divertirse en una cancha, por lo que estudiar y prepararse para la vida sigue siendo una obligación.
Lo notable son aquellos jugadores que, habiendo dado el salto al profesionalismo, continúan con sus estudios y su formación académica.
Incontables son los ejemplos de personas que estudiaron y trabajaron al mismo tiempo, llevando adelante las dos tareas con éxito. El mismo caso aplica para un atleta de alto rendimiento que cursa una carrera. El saber no ocupa lugar, pero sí tiempo.
El caso de Gonzalo Bertranou
“Mi papá y mi mamá fueron mis impulsores para seguir estudiando una carrera universitaria una vez que empecé a jugar profesionalmente. Después se transformó en una motivación personal de querer mejorar y progresar, de cumplir el objetivo de recibirme más allá de mis metas en el rugby. Lo busqué como una forma de seguir mejorando y que me ayudó para ser crecer como jugador. Cuando me di cuenta que estudiando podía jugar mejor, se transformó en una motivación interna”.
Así le explicó Gonzalo Bertranou a TN Deportivo cómo empezó a cursar la licenciatura en marketing y comercialización, que terminó en medio de la gira con Los Pumas del último Rugby Championship.
El medioscrum del seleccionado nacional utilizó esta chance para crecer en su deporte, sin pensar demasiado en su futuro. “Cuando empecé la carrera no pensaba mucho en el después de jugar. Mi cabeza estuvo puesta en tratar de ser el mejor jugador que pudiera ser y representar a mi país –remarcó Bertranou-. Después, cuando se termine el rugby, veré qué hago. Durante este tiempo lo usé como una herramienta de escape y como una motivación que me ayudaba a ser mejor”.
Ante la consulta de cómo repartía su tiempo entre las obligaciones deportivas y las académicas, Gonzalo fue claro: “Se puede ser deportista profesional y estudiar. Ser profesional requiere mucho tiempo y dedicación, pero no quita que por día puedas sentarte un rato a estudiar y a tratar de cumplir otros objetivos. Seguro te lleva más tiempo que a alguien que solamente estudia, pero si encontrás en el estudio otra herramienta para mejorar como jugador, siempre vas a encontrar el espacio para hacerlo”.
Para el mendocino, la sensación de dar el último final en plena gira con Los Pumas “fue muy linda, rodeado de mis amigos y compañeros de equipo. Pero lo tomé como algo más, porque en ése momento estaba en Los Pumas, más allá de ser un logro muy lindo. Los Pumas siempre me apoyaron, desde la Unión y desde el equipo. La UAR me dio la beca para estudiar, y desde la facultad los profesores entendieron mi situación y siempre estuvieron a disposición para ayudar. Pero después, estudiar había que estudiar, rendir y aprobar como cualquiera”.
Viajar y jugar con los libros en el bolso
Desde la Unión Argentina de Rugby siempre se fomentaron este tipo de decisiones. Incluso, uno de los sponsors de la UAR es la Universidad Siglo 21, que desde 2017 otorga becas para que los jugadores puedan tener una formación académica, como el caso de Bertranou.
De hecho en Casa Pumas, lugar de entrenamiento de los distintos seleccionados nacionales, hay un área de estudio para que todos puedan dedicarse a los libros en los momentos libres durante cada citación.
Otros casos de éxito son los de Gastón Revol y Sebastián Cancelliere. El cordobés, medalla de bronce con Los Pumas sevens en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, se recibió de contador en plena cuarentena, y llevaba los libros y apuntes a cada lugar del planeta donde viajaba a representar a nuestro país.
Lo mismo ocurrió con el Erre, que terminó la complicada carrera de ingeniería industrial en medio de citaciones a Los Pumas y la Super Liga Americana de Rugby.
“Es un sacrificio muy grande que me costó mucho esfuerzo. La voluntad de sentarse a estudiar siempre la tuve, pero volver de viajes y perderme juntadas con amigos o algunas otras cosas por sentarme a estudiar es difícil. Pero se puede, el día es largo. Yo no soy de perder mucho el tiempo. Creo que por ahí viene un poco la clave”, contó Sebastián hace un tiempo en la cuenta oficial de Instagram de Hindú, su club.
Bautista Bernasconi es otro caso para contar. El hooker del CASI terminó el secundario en plena gira con Los Pumitas, y quién sabe en el futuro pueda lograr otro título académico mientras lleva adelante su carrera rugbística.
Estar preparado para lo que venga. Tener más herramientas. Ser mejor. Esa es la clave. Para eso, estudiar siempre.
Por Santiago Martella
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