Confusión. Esa pareciera ser la sensación generalizada. En las horas siguientes al test match que Los Pumas jugaron en Sudáfrica hubo seguramente confusión en el seno del equipo, pero sobre todo en el país ovalado.
Hace una semana Graham Henry decía en estas mismas páginas que hoy Los Pumas están mejor que el año pasado. Cómo pueden cambiar las cosas en tan poco tiempo…
A diferencia del año pasado, Los Pumas llegaban a este primer partido con la experiencia de haber pasado por algo tan fuerte como el Rugby Championship. Lo novedoso de 2012 debía servir para que este 2013 fuese mejor, sobre todo desde los resultados. Por eso, el mensaje dentro del equipo pasaba porque este sea el año en que se apuntaría a ganar partidos.
La construcción del éxito deportivo tiene muchas variables a considerar. Desde la preparación física, la técnica, la mental, la estructura detrás de un equipo, la capacidad de análisis, de entendimiento de la situación, de trabajo, el trabajo técnico y el trabajo táctico. Está lo que se puede hacer individualmente y como equipo en la preparación y en un partido. También están las condiciones que pueden afectar el normal desarrollo de un plan de juego, que pueden pasar por el clima, el ámbito de juego, el referí y por supuesto, lo más importante: el rival.
Lo que más llamó a la confusión el sábado fue que este equipo Puma había hecho su preparación a conciencia, se habían establecido y cumplido las necesidades para que lleguen en su mejor estado posible a este torneo. Algo falló y no vamos a poder descubrirlo tan pronto. Es difícil el post-mortem con el cuerpo aún caliente.
Claro que si uno se hace eco de lo que la gente dice, el problema es de difícil solución en el corto plazo. Esta confusión gene-ralizada convierte a todos en expertos y poseedores de la mejor información, todos han hablado con un Puma que les dijo esto o lo otro…
Lo que sí parece ser un dato que se repite a voces es que este no es un equipo unido. No pienso especular en las razones, en los posibles conflictos que dicen habría. La realidad es que el lenguaje corporal de este equipo, en este partido contra los Spring-boks, fue el de un equipo sin el corazón que siempre ha caracterizado a quienes vistieron estos colores.
Si bien se está en presencia de un equipo sudafricano que es hoy el único que puede competirle a los All Blacks -sin olvidarse que Inglaterra le ganó muy bien a los de negro en el último test de 2012- no fue natural lo que pasó en Soweto.
La actitud no es un músculo que se entrena y crece, algo que puede medirse fácilmente. Pero es algo que se trabaja si no fuera a estar presente. La experiencia marca que quienes llegan al más alto nivel de cualquier deporte son competitivos a ultranza, les cabe el término no quieren perder ni a la bolita. Así son desde lo individual los jugadores de Los Pumas.
Se puede entender que un equipo tenga una mala tarde, que no le salgan bien las cosas, que un fallo pueda arruinar el largo trabajo de mucha gente. Mirando el aspecto fino del partido, el try penal y consiguiente amarilla a Eusebio Guiñazú fue un momento de quiebre ya que seguido a esos siete puntos llegó el fallido pase de Juan Leguizamón que terminó con otros siete puntos en contra. Lo que era un partido parejo desde el tanteador -no en el desarrollo- se convirtió en un marcador irremontable.
Y ahí se vio lo peor del equipo, ahí es donde todos dejamos de entender. Los minutos que quedaban por jugarse fueron de eterna duda, de no encontrar el norte que los guíe. Se extrañó al capitán Juan Fernández Lobbe; se lo extrañó en el juego y en el liderazgo. Habiendo sido crítico del liderazgo de Felipe Contepomi, el mellizo que está quemando sus últimos cartuchos en el rugby internacional no fue de los que sorprendieron por su bajo desempeño.
Pablo Matera y Gonzalo Ca-macho, dentro del desorden generalizado y todas las fallas evidenciadas, fueron los que más buscaron, los que más corazón mostraron. Pobre Matías Díaz, no estuvo al nivel en un debut que le llegó desde el arranque. Era para que jugara unos minutos pero la inoportuna lesión de Marcos Ayerza aceleró pasos y procesos. Dentro del seno del equipo, nuevamente si uno se hiciera eco de las habladurías que hablan de un mail que dio vueltas, no le tenían fe. Difícil debut para quien está destinado a ser un gran pilar. Hay que esperar.
La gran pregunta que tuve que contestar muchas veces el fin de semana, cual oráculo Puma que no soy, fue cómo solucionar esto. A esto yo le agregaba: ¿cómo juzgamos la mejoría del equipo?
La solución la tienen quienes pusieron al seleccionado en esta situación. Los jugadores merecen los aplausos cuando juegan bien y nos representan de la mejor manera, cuando con su bravura nos llenan de orgullo. Después del sábado deberán demostrar que nuestros aplausos son mere-cidos. El trabajo de base ya lo hicieron y están en buen estado físico. El plano técnico y táctico debe debatirse internamente, buscarle la vuelta a este mal momento y ver cómo se sale.
Alguno intentaba buscar paralelismos con aquel 93-8 contra los All Blacks en el 97. Más allá de las notorias diferencias de preparación -profesionales contra amateurs, uno de los mejores equipos de la historia contra un equipo argentino voluntarioso- esto fue diferente. Más allá de la paliza de aquella soleada tarde en Wellington, el equipo no se entregó, no capituló. Los All Blacks volaban, pero nadie le arrugó el tackle, no llegaban a agarrar al rival, pero la intención estaba.
Por eso, hay que confiar en que estos Pumas 2013 encuentren la forma de recuperar el amor por lo que hacen, que nos ayuden a seguir siendo hinchas del equipo, acerquen a los hinchas que quieren acompañarlos, aplaudirlos. Venerarlos como los héroes que supieron ser.
Por: Frankie Deges
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