Lo que la política no puede, lo puede el deporte y, en particular, el rugby. Viaja a Francia, como el único equipo de toda América, un seleccionado de legisladores y funcionarios del Congreso de la Nación.
Lo que la política no puede, lo puede el deporte y, en particular, el rugby. Viaja a Francia, como el único equipo de toda América, un seleccionado de legisladores y funcionarios del Congreso de la Nación para representar a la Argentina en la IV Campeonato Mundial Interparlamentario de Rugby. La invitación proviene de la Asamblea Nacional y del Senado francés. Todos cargan con sus propios gastos, incluyendo el pasaje.
Con entusiasmo juvenil, esos veteranos -entre los que hay un cupo de invitados especiales- debutarán al día siguiente contra el equipo del Parlamento de Irlanda, que integran tres ministros, en el partido de apertura del Mundial. Después jugarán contra el Reino Unido, conformado por lores y comunes. Y cerrarán su actuación, última fecha del torneo, contra los dueños de casa. Uno de los invitados especiales es Ernesto Pelufo, un alto oficial del Ejército argentino, muy condecorado por su actuación en la guerra de Malvinas, jugador de Centro Naval.
"El espíritu del rugby hermana", dice Jorge Jones, descendientes de galeses, ex jugador de San Albano, 57 años, abogado, secretario de la Comisión de Justicia de la Cámara de Diputados y capitán del equipo. También preside la asociación civil cuyo nombre es "XV-Congreso-XVet" y es el coordinador de esta experiencia que piensa a su retorno fomentar para su realización en la Argentina con los países del Mercosur.
Jones lleva a París el agradecimiento en sendas notas de los presidentes de la Cámara de Diputados, Alberto Balestrini, y del Senado, Daniel Scioli. Las camisetas fueron donación de la Asociación del Personal Legislativo. CASI, San Fernando, Pucará, Cuba, Los Matreros y San Jorge Rugby de Mendoza son algunos de los clubes de origen. Entre los legisladores están el diputado tucumano Esteban Jerez y el santafesino Julio Tejerina.
Las reglas ponen la contienda en un marco particular. Por ejemplo, los jugadores no deben haber sido de Primera en sus respectivos clubes y tampoco haber integrado seleccionados nacionales. Y para protección de todos, en el campo no pueden correr más de diez metros, lo cual obliga al pase con la pelota y a la participación en el juego. Tampoco patear hacia adelante ni cargar. Aquellos jugadores con lesiones o limitaciones propias de la edad tendrán una prenda de color especial para estar claramente identificados. Hay además restricciones para los tackles para evitar caídas o golpes. Serán cuatro tiempos de 15 minutos.
"Prevalece el espíritu de diversión deportiva", explica Jones. Hay un video en camino para ser exhibido a la vuelta en el Congreso. También un sueño que pronto se concretará: el equipo argentino será un invitado especial para cuando comience el Mundial de rugby con el partido de Francia y Argentina.
Y otro sueño envuelto en la misma emocionada intención con que van a París: jugar algún día en Malvinas.
La ovalada tampoco se mancha.
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