Siempre, aún en el peor de los escenarios, puede rescatarse un lado positivo. En ese marco, este nuevo conflicto que vive el rugby argentino quizá haya demostrado que no existe lugar para viejas prácticas políticas que no tienen que ver sólo con este deporte, sino con el país. Siempre, aún en el peor de los escenarios, puede rescatarse un lado positivo. En ese marco, este nuevo conflicto que vive el rugby argentino quizá haya demostrado que no existe lugar para viejas prácticas políticas que no tienen que ver sólo con este deporte, sino con el país. Si todos -todos- los actores pueden entender que el valetodo es un método muchas veces nocivo en la búsqueda de construir poder, es posible que de aquí en más intenten progresar por la vía de los valores que enseña este juego y no por los que ofrece este mundo salvaje. Por eso, si tanto hablan de Los Pumas, que no se ocupen sólo de conseguirle una competencia internacional, sino que miren el espejo completo.
Hagamos un repaso de actores y situaciones.
Buenos Aires: El presidente de la URBA, Néstor Galán, dijo, en pos de desterrar los acuerdos con el Interior, que Buenos Aires, con el apoyo de otras Uniones, se valía por si sola para llevar a Porfirio Carreras a la presidencia de la UAR. Es verdad. Pero también es verdad que la URBA necesitaba un frente compacto en su lucha política con la anterior conducción de la UAR, representada en Alejandro Risler y Raúl Sanz. Por eso el acta firmada el 30 de enero dice en el punto 1 del inciso B: Impedir cualquier eventual pretensión de postergar el recambio de autoridades que impone el actual estatuto vigente.
En esa negociación, la URBA firmó en el acta, en el punto 1 del inciso a, que se comprometía a modificar el sistema de asignación de votos. Existía en ese momento un fuerte compromiso de las autoridades porteñas. Es más: uno de sus dirigentes más importantes le dijo a este blog: Es hora de que Buenos Aires atienda los reclamos del Interior.
¿Qué pasó, entonces? Luego del acuerdo por la lista única, las autoridades de la URBA llevaron el asunto a la asamblea de clubes, y allí se encontraron con una negativa rotunda para cambiar ese sistema de votos. De ahí que la URBA, abusando una vez más de su omnipresente poder, se plantó en esa posición. El Interior se puso duro y ese artículo, el 32, terminó por frustrar la aprobación del nuevo estatuto.
El Interior: Si bien coincidió con Buenos Aires en los aspectos que hacen al rugby profesional, no quiso aceptar la propuesta que llegó desde la UAR para aprobar los 50 artículos consensuados y dejar los 3 en discusión para más adelante. Se sospechó que si no se plantaban ahora, perdían para siempre. De todos modos, plantearon una alternativa: tener mayor participación en la mesa rentada, pero la URBA se negó.
El Interior, vale decirlo, debe admitir que afronta varios inconvenientes que no son culpa de Buenos Aires. Pongamos sólo como ejemplo a Tucumán, que encabezó la posición de la mayoría de las Uniones provinciales. Además del conflicto que atraviesa por la falta de árbitros, la organización de la final del Campeonato Argentino fue un caos. Convendría revisar qué tipo de participación se puede tener en un área profesional si la multitud que había dentro de la cancha -al margen del peligro que ello significa- impedía ver los carteles de los sponsors.
Otro tema que quizá pasó por alto en su momento, incluso para el que esto escribe: las condiciones en las que Federico Serra tuvo que patear la conversión que definía el título. ¿Qué pasaba si fallaba? ¿O si en vez de haber sido un caballero como Serra estaba alguien al que se le escapaba un mínimo gesto?
Esta bien que el Interior, al que solapadamente se lo ha tildado de extorsivo, reclame mayor participación, pero también debe hacer una autocrítica y analizar que no se puede modificar de un día para otro una larga historia de manos alzadas a cambio de favores menores como participar de una gira o recibir una corbata y un escudo de la UAR.
Vaivenes: Muchos que cuestionaban enérgicamente el apuro de la anterior conducción de la UAR por ofrecerle un plan al IRB ahora muestran urgente prisa por el mismo motivo. Muchos de los que sostenían que Los Pumas no eran importantes ahora quieren hacer creer que son lo único. Muchos de los que consideraban a Morgan Buckley -el enviado del IRB- como un intruso ahora lo presentan casi como un mesías. Muchos que antes saltaban a los gritos por cualquier cosa ahora callan.
Pocos han mantenido la coherencia. Y este atributo es sumamente necesario.
IRB: Hay ciertas confusiones sobre el papel del organismo rector del rugby mundial. Se cree que parte de los fondos a los que la Argentina tiene soberano derecho por ser miembro del Tier1 no fueron girados a raíz de no haber presentado un plan estratégico. En parte es cierto, pero también es verdad que los popes con sede en Dublin querían a toda costa que aquí se instalara una competencia profesional. La actuación de Los Pumas -increíble todo lo que lograron- les cambió los esquemas. Ahora dicen que comprenden la realidad del rugby argentino, pero para desarrollar los Centros de Alto Rendimiento siguen exigiendo que exista una estructura rentada. Habría que entender, a esta altura, que al IRB poco le importa el espíritu del amateurismo.
UAR: Esta conducción no cumplió aún tres meses de gestión y sería muy injusto caerle encima con tantas años de desaguisados dirigenciales. Es necesario darle tiempo para accionar y para encarar cambios que no son del todo sencillos. Es una tarea ardua. Pero es necesario que se archiven viejos vicios de hacer política. Que de una buena vez por todos se implemente lo aprendido en los clubes. Hay muchos ejemplos -de los buenos y de los malos- como para no dejarlos pasar.
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