Los Pumas cerraron un 2006 atípico, pero exitoso en los resultados.
Acaso por pragmatismo ideológico, en la Europa rugbística el "fenómeno Puma" sólo admite reconocimiento y admiración hacia un equipo que, con bravura, pasión y resultados, se abrió paso entre los mejores. No se lo cuestiona por la manera en que juega; sí se lo respeta, se lo elogia y se lo pone como ejemplo en muchos sentidos, a punto tal que en el ranking del 2006 figura en el podio de los más exitosos, junto con los All Blacks y con Irlanda, los dos equipos con currículum intachable en este tramo final del año.
Sin embargo, apenas se pisa la Argentina la visión del ambiente de la pelota ovalada antepone las limitaciones, los aspectos deficitarios -que los tiene, obvio- de una selección que se entrena poco y nada (si la compara con el resto de los conjuntos nacionales), que perdió muchas horas en discusiones estrafalarias con sus propios dirigentes y que, en la cancha, donde mejor se expresan sus componentes, sólo cedió ante los All Blacks (en Vélez) y con Francia (en el Stade de France), rivales calificados como 1° y 2° del planeta, según el ranking IRB, que, recordemos, terminaron sus respectivos choques ante los Pumas pidiendo la hora y pasando más de un sofocón.
Pero al margen de esta distinta manera de evaluar las cosas, todo esto lo genera UN EQUIPO en serio, que se mueve como tal dentro y fuera del terreno, que tiene ribetes solidarios muy destacados, que conoce muy bien sus limitaciones, que exprime al máximo el mínimo tiempo compartido en concentraciones y giras y que, por encima de sus cualidades y defectos, tiene IDENTIDAD.
La identidad que le proporcionan sus jugadores bases, empezando por su capitán Agustín Pichot, increíblemente versátil, movedizo, audaz, atento a todos los detalles, incansable buscador de oportunidades y de soluciones, mucho más maduro para saber dónde se lo puede necesitar y para dosificar energías en un año en el que, por razones diversas, los Pumas significaron todo para él, a punto tal que su relación con el club que le paga el sueldo -Stade Frances- está deteriorada y con pocas chances de recomposición. Todo eso fue y es Agustín…, también adentro de la cancha.
Lo mismo que Gonzalo Longo (subcapitán), Mario Ledesma y Nacho Fernández Lobbe, adversarios encarnizados en "la podrida" (el juego de naipes preferido de este grupo), pero increíblemente hermanados para alimentar espiritualmente al equipo. Sin ellos, sin semejante capacidad de lucha, entrega y calidad técnica puesta al servicio de la selección, nada hubiera sido posible.
Si Pichot representa la cabeza y si Longo-Fernández Lobbe-Ledesma significan el sostén, otros hombres como Felipe Contepomi (por agresividad), Martín Durand (por dinámica) y Juan Martín Hernández (por talento natural) completan, desde sus condiciones y aportes, el ADN de los Pumas actuales.
Claro que el equipo tiene otros "nutrientes": desde la vuelta de Ignacio Corleto (por fin pudo regresar a los Pumas uno de los mejores rugbiers de la década) hasta la "realidad" que indica el nivel superlativo de Juan Fernández Lobbe, desde la aplicada tarea de Patricio Albacete (otro que estuvo alejando más de un año de la selección) a las briosas participaciones de Juan Leguizamón, Miguel Avramovic, Marcos Ayerza y Gonzalo Tiesi (lástima que pudo jugar tan poco en la gira a causa de una lesión muscular). Ellos también, desde sus ganas de trascender, le dieron "personalidad" a este equipo que tuvo un año excepcional (en el cabal sentido de la palabra). Tan excepcional como fue la situación de Federico Todeschini, que empezó la última gira como suplente, tuvo su cénit protagónico en Twickenham (22 puntos) y en Roma (18 tantos) y que acabó como goleador del año, con la mitad de los puntos anotados por los Pumas en toda la temporada. El Ninja, desde su humildad y notable efectividad, también le otorgó un rasgo distintivo a los argentinos.
Sin Roncero, Rimas Alvarez, Martín Aramburú, Borges, Gaitán y Ostiglia (todos en la enfermería), los Pumas clausuraron este 2006 atípico, loco, exitoso en los números. Con resultados altamente calificados e inversamente proporcionales con lo que sugieren los traumáticos momentos que vivió esta formación (incluido el cuerpo técnico), a partir de sus desencuentros con los máximos dirigentes de la UAR.
Sobre la crisis jugadores-entrenadores-dirigentes ya se habló en exceso y ahondar en las causas de semejante dislate significaría desaprovechar un espacio que, por mérito propio, se ganó un EQUIPO ARGENTINO que no juega "todo lo que puede" (en términos de dinámica o variantes ofensivas) no porque no quiera, sino porque mucho más -en virtud del tiempo de ensayo y las condiciones disponibles- no puede hacer.
"Es lo que hay", pero no lo decimos con resignación. Sino con orgullo …
Por Alejandro Coccia
ESPNdeportes.com